jueves, 30 de septiembre de 2010

Sácale partido a la crisis

Dijo Albert Einstein:

"No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar "superado". Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla."

   Pues bien, mi compañero y amigo Nacho García Mostazo, inquieto periodista, tiene un plan para sacarle partido a la crisis. Y quiere compartirlo con todos. Ha publicado un libro "on line" lleno de ideas para sacar el mayor provecho de estos tiempos duros. Os recomiendo su lectura, así como la de su blog. Os sorprenderá.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Así informa un piquete informativo



Ejemplo de cómo informaban esta madrugada los denominados piquetes informativos de CC.OO. y UGT a los trabajadadores de un establecimiento de la Gran Vía. Observen la solidez de sus argumentos para defender la huelga y la profundidad de sus razonamientos. Todo en el clima de diálogo y tolerancia propio de una socidad libre y democrática.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Otra lección de economía



Nueva lección de economía. En este caso, a cargo de Milton Friedman (1912-2006). Firme defensor del libre mercado, gran divulgador y el más reputado líder de la Escuela de Chicago. Premio Nobel de Economía en 1976. Esta lección (doblada al castellano) está extraída de su serie de televisión "Libertad de Elegir", con la que obtuvo un notable éxito en 1980.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Hurto enmascarado

   La democracia es el gobierno de la mayoría bajo el principio de la igualdad ante la ley. De todos. Incluso de quienes ganan más de 120.000 euros. Deriva en tiranía cuando la mayoría impone a la minoría obligaciones que la discriminan. Por mucho que estén revestidas de legalidad y un falso imperativo solidario. Que es lo que ha hecho el Gobierno con los trabajadores de rentas altas para salvar la cara ante la izquierda primitiva y piquetera.

   Fueron Marx y Engels los primeros en proponer “un fuerte impuesto sobre la renta de tipo progresivo” para que “el proletariado fuera despojando de modo gradual a la burguesía de la totalidad del capital”. Pero fue con la democracia de masas y el Estado del Bienestar cuando el invento marxista se transformó en el instrumento preferido de todos los gobiernos para alcanzar la denominada justicia social. Hasta los no considerados socialistas olvidaron que la igualdad ante la ley, que la libertad requiere, conduce a la desigualdad material. Así que hoy es común la máxima populista de “que paguen más los que más tienen”.

   Pura envidia patrocinada por los gobiernos, bajo la máscara de la solidaridad. La solidaridad es una virtud que se despliega de forma voluntaria; decretada, es pura obediencia. Los impuestos se recaudan bajo coacción. Legalizada, pero coacción. Si verdaderamente quieren ser justos, los gobiernos deben atenerse a principios generales. En materia fiscal, la proporcionalidad es un principio; la progresividad una arbitrariedad. Un “solapado hurto”, escribió Stuart Mill.

LA RAZÓN, 1/10/2010

viernes, 24 de septiembre de 2010

Sumidos en el descrédito

   Trabajadores, desempleados, empresarios, funcionarios, pensionistas, jóvenes, inmigrantes… Todos castigados por la crisis. Todos sufriendo una merma en su bienestar. Empobreciéndose. Todos menos CC.OO y UGT. Y, en concreto, su casta dirigente. Su oposición numantina a regular los excesos de los “liberados” demuestra una insolidaridad insultante con el resto de los españoles. Los sindicatos se financian con los impuestos de todos. Que el número de “liberados” sea secreto de Estado y tampoco podamos conocer su coste, sólo se entiende desde la componenda que mantienen con un Gobierno que desborda la legítima actividad sindical en una sociedad democrática. Nos recuerda a un Bernard Shaw certero cuando escribió que “ningún rey tiene tan seguro el trabajo como un dirigente sindical”.

   Para colmo, la crisis les permite engordar sus arcas gracias al negocio de los ERE. Los sindicatos se embolsan por cada servicio entre 100 y 400 euros, además de hasta un 15% de la indemnización que recibe cada empleado inmerso en un despido colectivo, según un reciente informe que cifra en 240 millones de euros la ganancia de los sindicatos por este concepto desde que arrancó la crisis.

   CC.OO. y UGT se la juegan con la huelga general del miércoles. No querían hacerla y ahora están atrapados. Se arrogan la representación de los trabajadores pero, si los piquetes no secuestran su libertad, los trabajadores les retratarán como lo que son hoy: grupos de presión en defensa de intereses particulares. Y a sindicatos así, ya no los necesitan.

LA RAZÓN, 24/9/2010

martes, 21 de septiembre de 2010

Frases que delatan



    “La foto es lo más importante”. “Hay que llegar a un acuerdo como sea”. “Las palabras están al servicio de la política”. Tres frases. Sintetizan una presidencia. No porque estén grabadas en la memoria de los españoles (las hay incluso mejores; recuerden: “La tierra no es de nadie, salvo del viento”, “Una persona cuando está formándose está trabajando para su país”, “Bajar impuestos es de izquierdas”), sino porque definen una manera de hacer política. Cuando la imagen es todo un programa de gobierno, la foto es imprescindible. Cuando el “como sea” es criterio para el acuerdo, todo vale, sin importar las consecuencias. Y si algo falla, ahí está el prestidigitador de la palabra para iluminarnos: “La verdad es la formación de una opinión mayoritaria”. Entonces lo negro es blanco (“La crisis es un falacia, puro catastrofismo”) y dos más dos no son cuatro (“El cambio climático ha provocado ya más víctimas que el terrorismo internacional”). Puede negar la crisis con Marruecos (“malentendidos”) como negó la económica (“España está en la Champions League de la economía mundial”) y ahora niega que haya traicionado principio alguno por ejecutar el drástico recorte al bienestar social (“¡Mientras haya una mayoría socialista en España, eso no va a pasar!”). Y sin sonrojo alguno, plantarse después ante la elite de Wall Street (esos avaros especuladores que desencadenaron la crisis) para ganarse su confianza. Él, que sentenció: “Los valores de la derecha cotizan en la Bolsa; los de la izquierda, en el corazón".

lunes, 20 de septiembre de 2010

Lección magistral de economía



Escena extraída de la serie "El ala oeste de la Casa Blanca". Sintetiza de forma magistral, en menos de dos minutos, las diferencias entre las políticas económicas liberales e intervencionistas. O lo que es lo mismo: entre los que creen que nadie mejor que uno sabe qué quiere hacer con su vida y cómo organizarla, y los que creen que un político o un burócrata tiene mejor criterio para saber en qué debemos gastar nuestro propio dinero.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Nuestra libertad, en Afganistán

   Una mañana, Shamsia Husseini marchaba a la escuela por las calles embarradas de Kandahar. Un hombre en motocicleta se acercó y le preguntó: «¿Vas al colegio?». Entonces le roció la cara con ácido. Las cicatrices ahora le recorren los párpados y su rostro deforme. Ya no puede leer. Shamsia es una de las miles de jóvenes que son atacadas cada año por aspirar a una educación. Y forma parte de la mayoría afgana que, según las encuestas, quiere que Estados Unidos y la OTAN se queden hasta liberarles de la tiranía talibán. Porque la de Afganistán es una guerra justa. De la victoria depende la libertad de los afganos; también el futuro de un Occidente amenazado por el terrorismo islámico. Aquella es una guerra que habría que ganar. Que se puede ganar. Pero ha entrado en el camino de la derrota por falta de liderazgo, convicciones y determinación de quien primero debía mostrarlas: el presidente de Estados Unidos.

   El debate Zapatero-Rajoy demostró el miércoles que no hay esperanza para Shamsia y las jóvenes afganas. Un Gobierno de pacifismo irresponsable, atrapado en sus complejos, aguarda la oportunidad para escapar. Una alternativa de gobierno esquiva a todo compromiso que irrite a la mayoría, ya cegada por la propaganda, que exige la retirada de nuestras tropas. El mismo escenario se repite en los parlamentos de esta Europa cansada para el sacrificio. Nada de sangre, sudor y lágrimas. Aunque sea en defensa de la libertad. Hoy de los afganos. Mañana quizá la nuestra.

LA RAZÓN, 16/9/2010

Extorsión y tentación

   La economía no estaba en su agenda. Sus objetivos eran otros: transformar España mediante un proyecto de ingeniería social; abrir un proceso de revisión histórica para legitimar el orden constitucional en la II República, y alcanzar la paz negociada con ETA. Pudo dedicarse a ello con fruición y el respaldo entusiasta de variopintos aliados, desde la ultraizquierda al nacionalismo secesionista, mientras la bonanza económica lo aguantaba todo. Ahora, abandonado por unos y otros, España entera asiste atónita a la disposición con la que encara la extorsión que le permitirá no caer del pedestal para siempre.

   Cruel destino. El que te obliga a rendir pleitesía al emperador del Sol Naciente para no comer la tortilla con los mineros en Rodiezmo. Se consideraba uno de los suyos. Y a ellos se lo había prometido. Con esa ínfula mitinera tan propia: «Mientras haya una mayoría socialista en España, que no sueñen con recortes sociales y de los derechos de los trabajadores. ¡Eso no va a pasar!». Pero ha pasado. Y él es el ejecutor inclemente de las recetas neoliberales que los malvados mercados imponen a los trabajadores para salir de la crisis que ellos mismos desencadenaron. Seguramente no crea en ellas. Se las impusieron el presidente de la mayor democracia del mundo y el de la mayor dictadura del planeta, en un día de auténtica confluencia planetaria. Pero prefiere tragar a abandonar. Y más ahora que, necesitado de un golpe de fortuna, ETA vuelve a tentar su ansia infinita de paz…

LA RAZÓN, 10/9/2010

Democracia enferma

   Arranca el curso político. Otro tramo de esta legislatura en descomposición de la que el desafecto creciente hacia la clase política es más que un síntoma. Una sociedad libre que considera a sus representantes parte del problema más que de la solución está ante una encrucijada peligrosa. No es fácil que una democracia sobreviva sin creer en la abnegación y superioridad moral de sus jefes, escribió Guizot.

   A la vista de todos están las razones de esta merecida antipatía. Pocos reparan en la deriva de una sociedad acomodada, siempre lista para buscar culpables sin asumir responsabilidades. La sociedad no es más que la suma de hombres y mujeres con capacidad para transformar la realidad. Si cada uno, de forma individual, se reconoce inhabilitado para hacerlo, el resultado no puede ser otro: tenemos lo que nos merecemos. Las encuestas retratan una sociedad caprichosa. Culpa a los políticos de sus males a la vez que pone fe ciega en su poder para asegurar el bienestar general y la solución de sus problemas.

   Abdicar de la responsabilidad individual tiene precio. Por ejemplo, ahora que los políticos se afanan en multiplicar las prohibiciones en el ámbito de la libre decisión que nos corresponde como personas adultas. Aceptándolas sin rechistar asumimos la incapacidad para conducirnos a nosotros mismos. Y después nos creemos suficientemente preparados para elegir a quienes nos van a guiar. Pero «no es posible –advirtió Tocqueville– establecer un gobierno enérgico y sabio con los sufragios de un pueblo de esclavos».

LA RAZÓN, 3/9/2010

A pagar más porque sí

   Ciento veintiún días. Son los que usted trabaja al año para cumplir con Hacienda. Al Gobierno le parecen pocos. Quiere subir los impuestos, pero no halla justificación convincente. Salgado apela a la «equidad» y apunta a las rentas altas. Los ricos, en la jerga socialista. Blanco, a la necesidad de «homologar» con Europa nuestra presión fiscal.

   Cada entrecomillado, un embuste. Como aquel de Zapatero: «Bajar impuestos es de izquierdas». En cuanto puede, la socialdemocracia retira la patita y muestra el verdadero rostro: su anti-capitalismo congénito. Subir impuestos es propio de la izquierda. Lo ha sido siempre. Y seguirá siéndolo. El capitalismo es un sistema injusto que debe ser corregido por el Estado, siempre benefactor. Así que después de subir el IVA que grava a todos por igual, los impuestos especiales (gasolina, alcohol, tabaco) que no distinguen pobres de ricos, y disparar el déficit con un cheque-bebé idéntico para los que más y menos tenían, prepárense a pagar. Más.

   Pero sin pasar por tontos. La presión fiscal indica el porcentaje de los ingresos fiscales sobre el PIB: la recaudación aumenta sin necesidad de subir los impuestos cuando la economía crece y cae cuando se retrae. La presión fiscal en España hoy es menor porque nuestra crisis es mayor que la de países con los que Blanco nos compara. Más justo es medir el peso de los impuestos sobre los salarios. Ciudadanos de naciones con idéntica presión fiscal realizan diferente sacrificio cuando su nivel de renta no es el mismo. Ahí sólo portugueses e italianos nos superan.

   ¿Y los ricos? Exprimidos también: 43% del IRPF frente al 42,4% de sus homólogos europeos.

LA RAZÓN, 27/8/2010