viernes, 30 de noviembre de 2012

Sin perdón


  
   El vídeo del perdón por la gestión de Zapatero es el inevitable colofón de esa crónica de la impostura que Santiago González plasmó en “Lágrimas socialdemócratas”, libro imprescindible para entender cómo la izquierda ha convertido la política en un ejercicio de exhibición de sentimentalismo que sustituye a la razón, la realidad y la propia acción de gobierno. Sois todos, jóvenes socialistas, criaturas del pensamiento Alicia, acertada expresión del profesor Gustavo Bueno que sintetiza esa infantiloide evasión de la realidad hacia un confortable mundo de buenos deseos que se materializan de forma automática con la sola evocación de las mejores intenciones. ¿Perdón por haber rebajado los salarios públicos¿ ¿Lágrimas por las pensiones congeladas? ¿Lamentos por los recortes laborales?… Todas consecuencias de una única causa, por la que precisamente no pedís perdón: las políticas de gasto público que dispararon el déficit y convirtieron a España en un país al borde de la insolvencia. Porque vamos a ver, jóvenes penitentes, ¿de dónde saca un Estado el dinero que no tiene si no es pidiéndolo prestado? ¿Y qué pasa si quien nos presta no quiere volver a hacerlo porque hemos elevado nuestro endeudamiento a un nivel que siembra la duda de que vayamos a devolverlo? Esto lo entienden hasta los dos abuelos de Soria a los que la vida negó la posibilidad de asistir a clase tantos años como vosotros y se han hecho famosos por pronosticar la crisis que venía sin más conocimiento que el del sentido común. Así que no vengáis ahora a confundirnos con vuestra pose compungida. El ideal equivocado que invocáis (“las ideas socialistas”) es el que nos trajo hasta aquí; su incompatibilidad con la gestión responsable de la realidad, la que nos condenó. Saldremos. Con trabajado duro y sacrificio. Sin necesidad de vuestra lágrima fácil. Y oportunista.

LA RAZÓN, 30/11/2012

viernes, 23 de noviembre de 2012

Que paguen otros

   Treinta y cinco años de políticas socialdemócratas compartidas por gobiernos de todos los colores trajeron esta cultura del gratis total que nos atrapa. Porque sin dinero, todo el amplio catálogo de derechos que deben ser financiados se disuelven en un deseo estéril, por mucho que los exijamos con pancartas y algaradas. Las tasas judiciales fueron abolidas en 1986. Se nos vendió como una conquista social. Ahora nos sublevamos, cuando nuestra renta per cápita ha crecido un 40% desde entonces, hasta alcanzar la media europea. Sucede lo mismo con el copago farmacéutico. Existe desde hace 40 años, pero entonces, más pobres, pagábamos del coste del medicamento un porcentaje superior al de ahora, cuando disfrutamos de mayor poder adquisitivo. Han sido gobiernos del PP y el PSOE en busca de nuestro voto los que han convertido la enseñanza no obligatoria en gratuita, los que han regalado los libros de texto, los que nos evitan tener que pagar por la luz su coste real, los que financian películas que nadie ve y los que han construido líneas de AVE sin pasajeros… Así podríamos seguir describiendo un modelo de economía subvencionada que supera el espacio de esta columna.
   El mismo Gobierno que, haciendo de la necesidad virtud, está esforzándose en que recuperemos el ejercicio de la responsabilidad, se aterra con la posibilidad de que España sufra ahora un recorte en las ayudas europeas. ¡La España dependiente y asistida en peligro! Veintisiete años después de haber ingresado en la UE y con más de 170.000 millones recibidos en ayudas al desarrollo, apelamos en Bruselas a la “solidaridad” para no perder el “derecho” a seguir viviendo subvencionados con los impuestos que pagan alemanes y británicos. No está en juego el interés de España. Es la constatación de un fracaso colectivo.

LA RAZÓN, 23/11/2012

martes, 20 de noviembre de 2012

Un año de pesada herencia


   Que Zapatero llegó al Gobierno sin saber de economía lo descubrimos gracias a aquél micrófono indiscreto. “Lo que tú necesitas saber para esto son dos tardes”, le tranquilizó Jordi Sevilla. Cuando la crisis llegó, el presidente trató de esconderse en falsedades que hoy, gracias a la memoria imperecedera de Youtube, despiertan primero la carcajada y, después, la indignación. Lo hemos olvidado, pero Zapatero llegó a la Moncloa y la prima de riesgo española no existía. Era Alemania la que se comparaba con el diferencial español. Y las cuentas del Estado registraban superávit. La recesión sorprendió a Zapatero. Intentó que mirásemos para otro lado mientras pudo, hasta que no le quedó más remedio que asumir lo evidente. Entonces atentó contra el sentido común. El que ha permitido a dos abuelos de Soria convertirse en gurús de esta crisis sin necesidad de más lecciones que las de la vida misma: “Si ganas cinco duros y te gastas seis, ya se ha jodido la economía”. ¡Vaya si la jodió! Durante cuatro años Zapatero gastó cada año 100.000 millones más de los que tenía. Y donde no había agujero, creó un socavón. Es el que Rajoy recibió como herencia: un déficit del 11% y un endeudamiento del 72% del PIB, el más alto desde 1913. En esta semana de balance de gobierno, no es posible un juicio ponderado sin recordar de dónde venimos. Rajoy puede ser criticado por muchas cosas (llegó sin un plan preciso, incumplió promesas importantes, remolonea en algunas reformas imprescindibles y padece una comunicación mejorable para elaborar un relato creíble). No desde luego por desconocer lo que Jordi Sevilla debió enseñar a Zapatero y no hizo: no existe salida, nunca la habrá, gastando más de lo que se ingresa. Ahora es fácil desplegar la pancarta contra los recortes. Pero de donde no hay, no se puede sacar. Palabra de Moisés Ciriano. Descanse en paz.

LA RAZÓN, 20/11/2012

viernes, 16 de noviembre de 2012

Se acabó

  

   El sindicalismo vertical que se mantenía vivo en CC.OO y UGT ha muerto. Su certificado de defunción: el famélico seguimiento de la huelga general, el menor de la historia de cuantas se ha convocado en España, según los datos de consumo eléctrico. Se acabó. Los españoles estamos siendo sometidos a sacrificios incómodos, la mayoría inevitables. El malestar es palpable y la crítica al Gobierno, muchas veces justificada. Pero la sociedad española demostró el 14-N que no es permeable a la demagogia impúdica y no permitirá a los oportunistas pescar en el río revuelto de la crisis, los recortes y la comprensible preocupación por un futuro incierto. Se acabó ese sindicalismo con más poder que representación y más influencia (consentida por complejos, temor o afinidad política) que respaldo social acreditado. Creían que la calle era suya y en la calle encontraron el miércoles el vacío de la soledad no deseada. Cura de humildad para el sindicalismo arrogante y pendenciero. Es posible que la soberbia que ciega a Toxo y Méndez les impida reconocer su derrota definitiva. Es su problema. Y el de unas huestes desconcertadas en las que ya ni el matonismo piquetero asusta. Agotada su credibilidad, los españoles han dicho basta. Basta a la doble moral de unos sindicatos instrumentalizados en favor de intereses siempre partidistas. Basta de engaños burdos, como ese vídeo del PSOE que animaba a ir a la huelga por Sara, una joven que se fue el paro hace dos años… cuando entonces gobernaba Zapatero y los sindicatos engordaban con el presupuesto de todos mientras se mecían acomodados en los consejos de administración. Podrán no avergonzarse de sus propias mentiras, pero ¿de verdad se creen los socialistas y el sindicato hermano que los españoles olvidan esto en solo doce meses?

LA RAZÓN, 12/12/2012

domingo, 11 de noviembre de 2012

Mascarada sindical


   La escena es memorable. Madrid, febrero de 2011. Michael Sommer, líder de los sindicatos alemanes, frente al micrófono. Con Cándido Méndez a la derecha y Toxo a su izquierda. «Estoy orgulloso de poder decir –afirma– que nuestra financiación proviene exclusivamente, subrayo exclusivamente, de las contribuciones de nuestros afiliados. Somos independientes de cualquier partido político o institución». Los nuestros no saben cómo ocultar su sonrojo. Llevan siete años de compadreo con Zapatero. El presidente, éste sin sonrojo alguno, les había reclamado en público: «Necesito vuestro cariño». ¡Y vaya si se lo ofrecieron! Por afinidad ideológica… y porque un Zapatero generoso les llenó el estómago de sabrosas subvenciones para adormecer cualquier tentación de protesta.
   El sindicalismo es una actividad imprescindible en una sociedad democrática. Su ejercicio responsable permitió a CC OO y UGT jugar un papel importante en la transición de España a la democracia. Hoy, los dos grandes sindicatos han pervertido su función social. Y así, no sirven. La prosperidad económica los dejó sin clase por la que luchar y se han quedado defendiendo los intereses de una casta privilegiada que siempre actúa como mamporrera de la misma opción política. Por eso han arruinado su credibilidad. Es el resultado de años de incoherencia obscena. Critican hoy a los gestores financieros cuando se lo han llevado crudo participando en sus consejos de administración. Protestan por la reforma laboral y se acogen a ella para despedir con 20 días de indemnización a sus empleados. Exigen un referéndum sobre los recortes, pero nunca lo aceptarían sobre su modelo de financiación. Y lo que nadie olvida, por muchas huelgas generales que ahora convoquen: callaron cuando quien gobernaba no era Rajoy y abrevaban al calor de una administración que colmaba su pesebre con el dinero de todos mientras conducía a España a la ruina.

LA RAZÓN, 10/11/2012

viernes, 2 de noviembre de 2012

El PSOE en su laberinto

   «Lo que tiene que hacer el PSOE es servir a los ciudadanos». «Debemos sintonizar más con la sociedad»... bla, bla bla. Semana de retórica inane en el PSOE. Desde la Tercera Vía de Blair, todos los intentos por actualizar el proyecto socialista han terminado en fracaso. Hollande, última estrella fugaz. En apenas tres meses, ha acabado como Zapatero: arruinando su crédito con políticas liberales que juró rechazar. No es Rubalcaba el problema, aunque también, pues fue pilar de un Gobierno que los españoles tardarán tiempo en olvidar. Es el socialismo mismo quien agoniza sin respuestas propias para la gran cuestión de nuestro tiempo: cómo propiciar el crecimiento económico que garantice la sociedad del bienestar. Ya ni siquiera le alcanza la fortaleza de una marca que otrora monopolizaba las ideas virtuosas (progreso, igualdad, justicia social) y ahora las traiciona cada vez que pasa de las palabras a los hechos. Las arcas vacías obligan a gobernar sobre realidades y, sin dinero, esa política tan socialista de creer que las buenas intenciones tienen el efecto mágico de que todo vaya mejor no alcanza para resolver los problemas. Apartado del poder, el PSOE creyó que el populismo le permitiría acampar a cubierto hasta que la tormenta de esta crisis descomunal escampara. Error. No hay refugio que esconda sus debilidades. El desgaste de Rajoy no revitaliza al PSOE. El populismo es discurso para que IU sume algún voto del izquierdismo trasnochado y propulsor de vías de escape antisistema como el 25-S, pero no ofrece recorrido a quien aspira recuperarse como alternativa de gobierno. Angustiado por el desconcierto de quien ha perdido el momento y la causa, el PSOE prefiere la pancarta al reconocimiento del error y la renovación de un ideario estéril; y la calle, al compromiso nacional. Cree que así saldrá de su laberinto.

LA RAZÓN, 2/11/2012