sábado, 29 de diciembre de 2012

No nos representan

   Pocas huelgas tan salvajes como la que intentó doblar el pulso a Álvarez del Manzano en 1992. Más de dos meses de paros en los autobuses municipales con los madrileños como rehenes. El alcalde de las tres mayorías absolutas siempre recuerda las llamadas de apoyo del entonces presidente del Gobierno, Felipe González, ante un conflicto que tenía alcance nacional: «José María, resiste. Ganarás. Y después yo aprobaré una ley de huelga». El alcalde ganó, terminó despidiendo a los cabecillas del paro ilegal y el juez avaló su decisión. Naturalmente, el presidente socialista olvidó su promesa. El de huelga es el único derecho constitucional que, 35 años después, aún sigue sin regulación. Por interés propio cuando quien gobierna es el Partido Socialista, siempre necesitado del cariño sindical; por temor a perder la «paz social» cuando quien lo hace es el PP. De tal forma que los sindicatos campan a sus anchas con el ejercicio de un derecho ilimitado que pisotea los del resto de una ciudadanía indefensa, mayoría silenciosa que aguanta todo mientras se consiente que otros suplanten su representación en todas las causas. ¿Que no protestan los usuarios por la subida de las tarifas del transporte? Se ponen en huelga los empleados de la EMT. ¿Que a decenas de miles de viajeros del Metro les han suprimido la extra de Navidad? Ahí están los conductores del suburbano para reivindicar la suya propia dejándoles sin transporte. ¿Que nunca se han quejado los pacientes de los hospitales públicos de gestión privada que llevan años funcionando en Madrid? Ha llegado la hora de que médicos y enfermeros les saquen del engaño y defiendan sus intereses dañados. ¡Si sabrán ellos lo que está en juego, ahora que muchos ya no podrán trabajar por la mañana en la pública y por la tarde en la privada!

LA RAZÓN, 29/12/2012

sábado, 22 de diciembre de 2012

La fuerza de la ley

   En 1999, las últimas elecciones de Pujol, sólo ERC defendía la independencia sin tapujos. Hoy sólo el PP y Ciudadanos, dos partidos minoritarios en Cataluña, defienden el orden constitucional. La nación española, forjada en cinco siglos de historia compartida, enfrenta un desafío sin precedentes. Ya no es un farol la secesión catalana. Y de poco han servido los casi 40 años de cesiones permanentes para saciar la voracidad nacionalista. Nos equivocamos fiando el Estado de las Autonomías a su lealtad. Fue un error creer que menos España en Cataluña nos ahorraría este trance. Ninguna renuncia cobarde, ningún desistimiento medroso ha podido evitar que llegáramos a donde lo hemos hecho. ¡Y mira que lo hemos intentado! ¿Y ahora que la amenaza de la ruptura de España es una realidad? Nos tranquiliza el Gobierno con la ley y la Constitución. Como si la ley y la Constitución hubieran sido obstáculo alguno para el avance de la insumisión y la secesión en Cataluña. Es la libertad misma la que lleva años retrocediendo en aquella tierra española porque la ley y la Constitución han sido pisoteadas por los dirigentes catalanes sin que un Estado pusilánime hiciera nada por defenderlas. Ahí están las sentencias incumplidas del Tribunal Constitucional y del Supremo sobre la enseñanza en español. Ahí está la insubordinación ante la reforma educativa que pretende aprobar la mayoría de los españoles a través de sus representantes democráticamente elegidos. «¿Pondrán un guardia civil en cada aula?», desafió ERC a Wert en el Parlamento. Ésa es la clave. En democracia, la ley es la libre expresión de la voluntad mayoritaria. Pero es la legítima coacción del Estado la que garantiza su cumplimiento. Si es necesario, con el uso de la fuerza. Lo demás son pamplinas.

LA RAZÓN, 22/12/2012

jueves, 20 de diciembre de 2012

Culpa histórica

   No hay salida de izquierdas a la crisis. Esto está claro. El descontento puede derribar gobiernos conservadores y facilitar el triunfo de la izquierda, como en Francia. Da igual. Una vez en el poder, Hollande se ve en la obligación de aplicar las recetas de las que reniega en la oposición. El desconcierto del socialismo español es mayúsculo. Pretende que funcionar como una marca asociada a las buenas intenciones le sirva para ocultar su carencia de alternativas creíbles. Así, el PSOE intenta pasar por el partido de los derechos, del bienestar social, de los servicios públicos… Todo nos lo ha facilitado él y de todo él es el único garante. Confía en la ignorancia de generaciones enteras formadas en la falsificación histórica. Un trabajador despedido recibía en la II República una indemnización de 15 días con seis meses de máximo; Franco la elevó a 60 días y seis años; con la democracia se redujo a 45 días y Zapatero extendió la indemnización de sólo 33 días. El PSOE ocupa lugar destacado en la historia de las “conquistas sociales” con dos hitos recientes: un Gobierno suyo es el único que se ha atrevido desde la muerte del dictador a rebajar el sueldo de los funcionarios y a congelar las pensiones. No hay recurso ante el Constitucional que pueda disolver tanta desfachatez. El problema es que no basta con proclamar los derechos. Alguien tiene que pagarlos. Y es aquí donde este socialismo de rostro amable y halago fácil para oídos poco exigentes no ofrece más respuesta que la evasión infantiloide de la realidad. Porque la fórmula de gastar lo que no se tiene es la que nos ha traído hasta aquí. Al abismo de la bancarrota. Es la culpa histórica con la que carga el PSOE. Se comprende su enojo con Rajoy por recordarlo.

LA RAZÓN, 20/12/2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

El asedio

   A la izquierda española le cuesta transitar apartada del poder. Desde su insolente superioridad moral, entiende que la democracia le pertenece e interpreta como una anomalía que la mayoría pueda otorgar el gobierno a otros. De ahí sus dificultades para renovarse. Mantiene vivo ese gen subversivo que históricamente le impulsa a intentar recuperar en la calle lo que pierde en las urnas. Y la ocasión la pintan calva. No ha cumplido un año el gobierno de Rajoy y lejos está aún del ecuador el gobierno regional madrileño, ambos con la legitimidad del mayor respaldo democrático conocido nunca por la derecha española. Sin embargo, Madrid arde en protestas, alimentadas muchas por mentiras perfectamente demostrables, pero de atractiva coreografía para ganarse el eco multiplicado de la televisión. Son lo que César Vidal definió ayer como “el aullido de los privilegiados” en un país con seis millones de parados. No sin errores y con la irritante parálisis de otras reformas que contribuirían a convencer a los españoles de que estamos de verdad ante un esfuerzo compartido, el PP está gestionando realidades complejas con decisiones casi siempre tan impopulares como necesarias. Enfrente se levanta una oposición que, sin respuestas a la crisis y refractaria a todo compromiso nacional, agita el descontento en la calle con una retórica más primitiva que el hacha de sílex. Más preocupante que los comunistas madrileños hayan elegido como líder a un joven “activista social” (así se define el propio Eddy Sánchez) es que el PSOE desbroce su futuro entre la súbita conversión al “anticapitalismo radical” de Rubalcaba y el regreso al zapaterismo inmaculado de Chacón. Es así como el partido que los últimos treinta años ha representado a la izquierda democrática se está convirtiendo en un problema para España. Más radicalidad y más calle es menos prosperidad y menos democracia. Objetivos secundarios cuando el primero no es otro que derribar al PP, al precio que sea. Incluso en alianza insumisa con el separatismo antiespañol. En ello están.

LA RAZÓN, 14/12/2012

viernes, 7 de diciembre de 2012

Lo público como coartada

   Si un país ha representado el modelo del Estado del Bienestar, ése siempre fue Suecia. Los entusiastas de lo público tenían en la democracia escandinava el ejemplo perfecto: impuestos altos y servicios prestados por un gran estado benefactor. La crisis de los 90 generó la secuencia conocida por los españoles (recesión, desempleo, gasto público, endeudamiento y déficit), pero demostró a los suecos que su modelo no era más que un cheque sin fondos abocado al colapso. Así que, primero un gobierno conservador y después otro socialdemócrata que no invalidó las iniciativas de aquél, pusieron en marcha las reformas que hoy permiten a Suecia disfrutar de un crecimiento económico y un bienestar social envidiable. Y todo fue posible gracias a una ruptura con del dogmatismo estatista de Olof Palme y la intransigencia izquierdista a toda apertura de los servicios públicos a la iniciativa empresarial. Mauricio Rojas, diputado sueco de origen chileno, recuerda que esta transformación se realizó sin huelgas ni manifestaciones en la calle. Desde entonces funcionan allí (como en Alemania, Francia y Gran Bretaña) hospitales públicos de gestión privada sin el alboroto que se ha organizado en Madrid, que ya tiene tres experiencias similares en Valdemoro, Móstoles y Torrejón funcionando si queja alguna de los usuarios, más interesados por la calidad del servicio que por la titularidad de quien lo presta. Se entiende que estén los profesionales, no los pacientes, preocupados por los cambios que se avecinan. Más de dos tercios del personal médico y de enfermería, aquellos que no tienen plaza fija, parecen más cómodos bajo el manto de lo público que pasando a trabajar en una empresa privada sometida a la permanente evaluación de un paciente que disfruta del derecho a la libre elección de médico. La sanidad pública no está en peligro: es solo la coartada de quien se resiste a las reformas necesarias.

LA RAZÓN, 7/11/2012

viernes, 30 de noviembre de 2012

Sin perdón


  
   El vídeo del perdón por la gestión de Zapatero es el inevitable colofón de esa crónica de la impostura que Santiago González plasmó en “Lágrimas socialdemócratas”, libro imprescindible para entender cómo la izquierda ha convertido la política en un ejercicio de exhibición de sentimentalismo que sustituye a la razón, la realidad y la propia acción de gobierno. Sois todos, jóvenes socialistas, criaturas del pensamiento Alicia, acertada expresión del profesor Gustavo Bueno que sintetiza esa infantiloide evasión de la realidad hacia un confortable mundo de buenos deseos que se materializan de forma automática con la sola evocación de las mejores intenciones. ¿Perdón por haber rebajado los salarios públicos¿ ¿Lágrimas por las pensiones congeladas? ¿Lamentos por los recortes laborales?… Todas consecuencias de una única causa, por la que precisamente no pedís perdón: las políticas de gasto público que dispararon el déficit y convirtieron a España en un país al borde de la insolvencia. Porque vamos a ver, jóvenes penitentes, ¿de dónde saca un Estado el dinero que no tiene si no es pidiéndolo prestado? ¿Y qué pasa si quien nos presta no quiere volver a hacerlo porque hemos elevado nuestro endeudamiento a un nivel que siembra la duda de que vayamos a devolverlo? Esto lo entienden hasta los dos abuelos de Soria a los que la vida negó la posibilidad de asistir a clase tantos años como vosotros y se han hecho famosos por pronosticar la crisis que venía sin más conocimiento que el del sentido común. Así que no vengáis ahora a confundirnos con vuestra pose compungida. El ideal equivocado que invocáis (“las ideas socialistas”) es el que nos trajo hasta aquí; su incompatibilidad con la gestión responsable de la realidad, la que nos condenó. Saldremos. Con trabajado duro y sacrificio. Sin necesidad de vuestra lágrima fácil. Y oportunista.

LA RAZÓN, 30/11/2012

viernes, 23 de noviembre de 2012

Que paguen otros

   Treinta y cinco años de políticas socialdemócratas compartidas por gobiernos de todos los colores trajeron esta cultura del gratis total que nos atrapa. Porque sin dinero, todo el amplio catálogo de derechos que deben ser financiados se disuelven en un deseo estéril, por mucho que los exijamos con pancartas y algaradas. Las tasas judiciales fueron abolidas en 1986. Se nos vendió como una conquista social. Ahora nos sublevamos, cuando nuestra renta per cápita ha crecido un 40% desde entonces, hasta alcanzar la media europea. Sucede lo mismo con el copago farmacéutico. Existe desde hace 40 años, pero entonces, más pobres, pagábamos del coste del medicamento un porcentaje superior al de ahora, cuando disfrutamos de mayor poder adquisitivo. Han sido gobiernos del PP y el PSOE en busca de nuestro voto los que han convertido la enseñanza no obligatoria en gratuita, los que han regalado los libros de texto, los que nos evitan tener que pagar por la luz su coste real, los que financian películas que nadie ve y los que han construido líneas de AVE sin pasajeros… Así podríamos seguir describiendo un modelo de economía subvencionada que supera el espacio de esta columna.
   El mismo Gobierno que, haciendo de la necesidad virtud, está esforzándose en que recuperemos el ejercicio de la responsabilidad, se aterra con la posibilidad de que España sufra ahora un recorte en las ayudas europeas. ¡La España dependiente y asistida en peligro! Veintisiete años después de haber ingresado en la UE y con más de 170.000 millones recibidos en ayudas al desarrollo, apelamos en Bruselas a la “solidaridad” para no perder el “derecho” a seguir viviendo subvencionados con los impuestos que pagan alemanes y británicos. No está en juego el interés de España. Es la constatación de un fracaso colectivo.

LA RAZÓN, 23/11/2012

martes, 20 de noviembre de 2012

Un año de pesada herencia


   Que Zapatero llegó al Gobierno sin saber de economía lo descubrimos gracias a aquél micrófono indiscreto. “Lo que tú necesitas saber para esto son dos tardes”, le tranquilizó Jordi Sevilla. Cuando la crisis llegó, el presidente trató de esconderse en falsedades que hoy, gracias a la memoria imperecedera de Youtube, despiertan primero la carcajada y, después, la indignación. Lo hemos olvidado, pero Zapatero llegó a la Moncloa y la prima de riesgo española no existía. Era Alemania la que se comparaba con el diferencial español. Y las cuentas del Estado registraban superávit. La recesión sorprendió a Zapatero. Intentó que mirásemos para otro lado mientras pudo, hasta que no le quedó más remedio que asumir lo evidente. Entonces atentó contra el sentido común. El que ha permitido a dos abuelos de Soria convertirse en gurús de esta crisis sin necesidad de más lecciones que las de la vida misma: “Si ganas cinco duros y te gastas seis, ya se ha jodido la economía”. ¡Vaya si la jodió! Durante cuatro años Zapatero gastó cada año 100.000 millones más de los que tenía. Y donde no había agujero, creó un socavón. Es el que Rajoy recibió como herencia: un déficit del 11% y un endeudamiento del 72% del PIB, el más alto desde 1913. En esta semana de balance de gobierno, no es posible un juicio ponderado sin recordar de dónde venimos. Rajoy puede ser criticado por muchas cosas (llegó sin un plan preciso, incumplió promesas importantes, remolonea en algunas reformas imprescindibles y padece una comunicación mejorable para elaborar un relato creíble). No desde luego por desconocer lo que Jordi Sevilla debió enseñar a Zapatero y no hizo: no existe salida, nunca la habrá, gastando más de lo que se ingresa. Ahora es fácil desplegar la pancarta contra los recortes. Pero de donde no hay, no se puede sacar. Palabra de Moisés Ciriano. Descanse en paz.

LA RAZÓN, 20/11/2012

viernes, 16 de noviembre de 2012

Se acabó

  

   El sindicalismo vertical que se mantenía vivo en CC.OO y UGT ha muerto. Su certificado de defunción: el famélico seguimiento de la huelga general, el menor de la historia de cuantas se ha convocado en España, según los datos de consumo eléctrico. Se acabó. Los españoles estamos siendo sometidos a sacrificios incómodos, la mayoría inevitables. El malestar es palpable y la crítica al Gobierno, muchas veces justificada. Pero la sociedad española demostró el 14-N que no es permeable a la demagogia impúdica y no permitirá a los oportunistas pescar en el río revuelto de la crisis, los recortes y la comprensible preocupación por un futuro incierto. Se acabó ese sindicalismo con más poder que representación y más influencia (consentida por complejos, temor o afinidad política) que respaldo social acreditado. Creían que la calle era suya y en la calle encontraron el miércoles el vacío de la soledad no deseada. Cura de humildad para el sindicalismo arrogante y pendenciero. Es posible que la soberbia que ciega a Toxo y Méndez les impida reconocer su derrota definitiva. Es su problema. Y el de unas huestes desconcertadas en las que ya ni el matonismo piquetero asusta. Agotada su credibilidad, los españoles han dicho basta. Basta a la doble moral de unos sindicatos instrumentalizados en favor de intereses siempre partidistas. Basta de engaños burdos, como ese vídeo del PSOE que animaba a ir a la huelga por Sara, una joven que se fue el paro hace dos años… cuando entonces gobernaba Zapatero y los sindicatos engordaban con el presupuesto de todos mientras se mecían acomodados en los consejos de administración. Podrán no avergonzarse de sus propias mentiras, pero ¿de verdad se creen los socialistas y el sindicato hermano que los españoles olvidan esto en solo doce meses?

LA RAZÓN, 12/12/2012

domingo, 11 de noviembre de 2012

Mascarada sindical


   La escena es memorable. Madrid, febrero de 2011. Michael Sommer, líder de los sindicatos alemanes, frente al micrófono. Con Cándido Méndez a la derecha y Toxo a su izquierda. «Estoy orgulloso de poder decir –afirma– que nuestra financiación proviene exclusivamente, subrayo exclusivamente, de las contribuciones de nuestros afiliados. Somos independientes de cualquier partido político o institución». Los nuestros no saben cómo ocultar su sonrojo. Llevan siete años de compadreo con Zapatero. El presidente, éste sin sonrojo alguno, les había reclamado en público: «Necesito vuestro cariño». ¡Y vaya si se lo ofrecieron! Por afinidad ideológica… y porque un Zapatero generoso les llenó el estómago de sabrosas subvenciones para adormecer cualquier tentación de protesta.
   El sindicalismo es una actividad imprescindible en una sociedad democrática. Su ejercicio responsable permitió a CC OO y UGT jugar un papel importante en la transición de España a la democracia. Hoy, los dos grandes sindicatos han pervertido su función social. Y así, no sirven. La prosperidad económica los dejó sin clase por la que luchar y se han quedado defendiendo los intereses de una casta privilegiada que siempre actúa como mamporrera de la misma opción política. Por eso han arruinado su credibilidad. Es el resultado de años de incoherencia obscena. Critican hoy a los gestores financieros cuando se lo han llevado crudo participando en sus consejos de administración. Protestan por la reforma laboral y se acogen a ella para despedir con 20 días de indemnización a sus empleados. Exigen un referéndum sobre los recortes, pero nunca lo aceptarían sobre su modelo de financiación. Y lo que nadie olvida, por muchas huelgas generales que ahora convoquen: callaron cuando quien gobernaba no era Rajoy y abrevaban al calor de una administración que colmaba su pesebre con el dinero de todos mientras conducía a España a la ruina.

LA RAZÓN, 10/11/2012

viernes, 2 de noviembre de 2012

El PSOE en su laberinto

   «Lo que tiene que hacer el PSOE es servir a los ciudadanos». «Debemos sintonizar más con la sociedad»... bla, bla bla. Semana de retórica inane en el PSOE. Desde la Tercera Vía de Blair, todos los intentos por actualizar el proyecto socialista han terminado en fracaso. Hollande, última estrella fugaz. En apenas tres meses, ha acabado como Zapatero: arruinando su crédito con políticas liberales que juró rechazar. No es Rubalcaba el problema, aunque también, pues fue pilar de un Gobierno que los españoles tardarán tiempo en olvidar. Es el socialismo mismo quien agoniza sin respuestas propias para la gran cuestión de nuestro tiempo: cómo propiciar el crecimiento económico que garantice la sociedad del bienestar. Ya ni siquiera le alcanza la fortaleza de una marca que otrora monopolizaba las ideas virtuosas (progreso, igualdad, justicia social) y ahora las traiciona cada vez que pasa de las palabras a los hechos. Las arcas vacías obligan a gobernar sobre realidades y, sin dinero, esa política tan socialista de creer que las buenas intenciones tienen el efecto mágico de que todo vaya mejor no alcanza para resolver los problemas. Apartado del poder, el PSOE creyó que el populismo le permitiría acampar a cubierto hasta que la tormenta de esta crisis descomunal escampara. Error. No hay refugio que esconda sus debilidades. El desgaste de Rajoy no revitaliza al PSOE. El populismo es discurso para que IU sume algún voto del izquierdismo trasnochado y propulsor de vías de escape antisistema como el 25-S, pero no ofrece recorrido a quien aspira recuperarse como alternativa de gobierno. Angustiado por el desconcierto de quien ha perdido el momento y la causa, el PSOE prefiere la pancarta al reconocimiento del error y la renovación de un ideario estéril; y la calle, al compromiso nacional. Cree que así saldrá de su laberinto.

LA RAZÓN, 2/11/2012

viernes, 26 de octubre de 2012

Sin rumbo, 30 años después

  
   Treinta años se cumplen el domingo. El PSOE alcanzaba en las urnas una mayoría abrumadora. Quizá irrepetible. Apenas habían transcurrido siete años de la muerte del dictador. Los españoles entregaban su confianza a un líder joven catapultado sobre un lema falso (“Socialismo es libertad”), pero entonces creíble. Felipe González había soltado el lastre del marxismo en una jugada valiente que le liberaba del pasado para ganar el futuro. Treinta años después de aquél histórico 28-O, el socialismo español se hunde camino de la irrelevancia. Ha dejado de ser creíble. Es la herida por la que se desangra tras ocho años de culto norcoreano al delirio de Zapatero. Donde todos los desmanes que nos han traído hasta aquí eran jaleados por una corte de mediocres aupados a un cargo que nunca imaginaron por currículum, mientras los solventes consentían en cómplice silencio. Enternecedor escucharles denunciar ahora, a Leguina, Bono y compañía, lo que avalaron con su voto cobarde. Ya da igual. La superioridad moral que permitía al PSOE desenvolverse con impunidad en nuestra democracia ha caducado. Los españoles han dejado de creerles. Ni los del PP son los nietos de Franco, ni el PSOE garantía alguna de las pensiones. Esta crisis pavorosa ha descolocado a un socialismo al que incomoda gobernar sobre realidades, cuando antes le bastaba con una hábil y demagógica gestión de los sentimientos buenistas. Resulta patético verles en la algarada pancartera nada más ser apartados del poder por la voluntad mayoritaria. Ya no cuela. Tampoco la progresiva pérdida de identidad nacional del único partido que en sus siglas lleva la palabra “español”. Así que ya pueden enredarse ahora en el falso debate del liderazgo. Política de avestruz. Nunca hay viento favorable para el navegante que no sabe dónde va.

LA RAZÓN, 26/10/2012

viernes, 19 de octubre de 2012

Escocia no, Lincoln

   Están eufóricos. David Cameron, un conservador británico de quien no esperaban nada, les ha facilitado el espejo en el que mirarse: Escocia. Leo en Gara: “La UE no puede aceptar que Escocia vaya a votar y Cataluña y Euskal Herria no”. Y en La Vanguardia: “El Reino Unido ha encontrado encaje jurídico entre la legitimidad democrática expresada en las urnas y la legalidad vigente”. El País Vasco alumbrará el domingo una gran mayoría antiespañola. Las elecciones catalanas vendrán después. Entonces, el problema estará en la mesa con toda su crudeza. En la del Gobierno, que deberá darle respuesta. También en la de todos los españoles, pues es la integridad de la soberanía nacional la que están pretendiendo romper de forma unilateral cuando fuimos todos quienes hace 35 años decidimos en libertad fundamentar en ella nuestro régimen constitucional. Esta es la razón de que no sea Escocia, sino el proceso fallido de la Secesión norteamericana, el que ayuda a entender la amenaza de ruptura que sufre España. En 1860 los estados norteamericanos ya no conservaban su soberanía originaria; los ciudadanos de todos ellos (“Nosotros, el pueblo”) la habían cedido en 1789 para “formar una Unión más perfecta” que asegurase “para nosotros mismos y nuestros descendientes los beneficios de la libertad”. La secesión no era un derecho. Quebraba el principio del gobierno democrático. No se puede consentir a la minoría romper la baraja cada vez que la mayoría no se deja persuadir de su pretensión. Menos aun cuando trata de imponerla bajo amenaza de subversión. Defendiendo la Unión, Lincoln aseguró la supervivencia del que entonces era el único gobierno representativo sobre la Tierra. Son momentos para releer al gran presidente norteamericano y, con él, responder a los secesionistas: «Ustedes no tienen derecho a romper la Unión, pero yo sí tengo la misión de proteger, defender y preservar la Constitución y la nación».

LA RAZÓN, 19/10/2012

viernes, 12 de octubre de 2012

España, nación, libertad

   Cuarenta años de silencio acomplejado ante un relato nacionalista basado en la falsificación histórica y el adoctrinamiento desde las aulas han acabado por corromper los conceptos de patriotismo y nación. Pero como sucede con otros tantos valores (el esfuerzo, el mérito, la excelencia), aparcados para el disfrute de una equivocada promoción del Estado del Bienestar y que ahora estamos obligados a recuperar, España no superará los dos grandes desafíos que enfrenta (crisis económica y órdago secesionista) sin una idea clara del patriotismo y la nación. 
    No es una raza. Tampoco una lengua o cultura. Ni siquiera un territorio, como quieren hacernos creer. La nación es una suma de ciudadanos que uniéndose para garantizar su libertad individual y el proyecto de vida que pueden forjarse con ella, la constituyen. Es la lección de 1812 que una España sin fe y sobrada de prejuicios ha perdido la oportunidad de actualizar en su Bicentenario mientras otros aprovechaban para llenar de esteladas el Nou Camp. La nación de individuos integra y protege a todos. Por eso la nación es lo opuesto al nacionalismo: un baluarte de la libertad frente a la uniformidad totalitaria y la exclusión del que disiente. 
    El nervio de la nación española también está siendo puesto a prueba por una crisis económica que no admite salidas particulares. «Juntos somos más fuertes», repite estos días Rajoy, apelando a la idea de la nación como una empresa colectiva. Ojalá no sea tarde ya para recuperar el impulso patriótico del que hemos carecido. Porque si, según la clásica definición de Renan, la nación es un plebiscito cotidiano, llevamos décadas alimentando un modelo político que potencia lo que nos separa y erosiona la voluntad individual de cooperar en el esfuerzo común. Y nada comparte quien no se siente parte.

LA RAZÓN, 12/10/2012

viernes, 5 de octubre de 2012

La pancarta de Pedraz

   “Ocupa el Congreso”, “La Constitución ha muerto”, “Que se vayan todos”… ¿Se imaginan cómo hubiera reaccionado la izquierda política, social y mediática si estas pancartas las hubieran portado jóvenes con camisas pardas y el pelo rapado? ¿O azules y con gomina en la cabeza? El fiscal general del Estado dio en el clavo: no se puede consentir la explotación de un justificado malestar social para deslegitimar las instituciones que garantizan la convivencia democrática. Así llegó el fascismo al poder en los años 30 del siglo pasado, con el incendio del Reichstag como icono. El juez Pedraz ha extralimitado su función al hacer suyo el principal argumento de la protesta (“la decadencia de la clase política”) y creer en la bondad de la convocatoria. Es evidente que si la Policía no lo hubiera protegido, el Congreso habría sido asaltado por los violentos. Era lo que pretendían. Los políticos huérfanos de respaldo en las urnas que tratan de pescar en el río revuelto de la demagogia deberían recordar a esos jóvenes que sin políticos, sólo hay caudillos. Y cuando éstos llegan, añoramos entonces el valor de la democracia. Ese tipo de gobierno que, como definió Popper, “permite librarnos de nuestros gobernantes sin derramamiento de sangre”. Es verdad que el vigor de una democracia depende de que los ciudadanos crean en la virtud de sus dirigentes y hoy existen motivos abundantes para sentirnos defraudados. Pero la libertad no es una fiesta ácrata. Tiene sus límites. Los que rechazan los sindicatos para seguir campando a sus anchas sin una ley de huelga que regule este derecho fundamental. Los que estas almas cándidas (o no) de la “democracia real” enfundadas en camisetas del Ché violentan mientras, con su desconocimiento de la historia y el amparo de un activista con toga, intentan inocular los gérmenes del totalitarismo en una sociedad predispuesta a buscar en el otro la culpa de los males propios.

LA RAZÓN, 5/10/2012

viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Quo vadis, Alfredo?

   Todos los problemas que España tiene abiertos en canal, desde un modelo educativo que fabrica ignorantes a la tormenta perfecta de una crisis económica de dimensiones desconocidas confluyendo con el proceso secesionista abierto en Cataluña, son retos que necesitan de posiciones comunes, firmes y leales, entre el Gobierno y el primer partido de la oposición. Es nuestro drama. Porque el PSOE campa extramuros de la moderación y el compromiso nacional adonde se dejó arrastrar por Zapatero. Y allí sigue. En la creencia (equivocada, según todas las encuestas) de que oponiéndose a todo encontrará el atajo que le devuelva el respaldo perdido mientras el PP sufre el desgaste de la complicada gestión de un trance difícil. Todo lo que Rajoy y los suyos deban hacer para sacar a España de la endiablada encrucijada que enfrenta tendrán que hacerlo solos. Que no esperen nada de Rubalcaba. Pasa por ser un hombre de Estado y no desaprovecha la ocasión de demostrar lo contrario. Fue Rubalcaba quien devolvió el apoyo del PP a la reforma constitucional que Europa nos exigía para limitar el déficit, con el rechazo a la ley de estabilidad presupuestaria que le tocó promover después a Rajoy. Ha sido Rubalcaba el que se ha subido a lomos del federalismo para evitar la ruptura del PSOE en Cataluña, aunque así ponga en riesgo la de España. Y él ha alentado en sus filas un discurso comprensivo (“Hay muchas razones que mueven a los ciudadanos en su protesta”) con quienes promovían la ocupación del Congreso en un ejercicio de golpismo sin precedentes desde 1981. Estamos huérfanos de un PSOE convencido de que la indisoluble unidad de la nación española es el fundamento de nuestras libertades. Nos sobra su coqueteo con la subversión cada vez que la voluntad popular le aparta del ejercicio del poder.

LA RAZÓN, 28/09/2012

viernes, 21 de septiembre de 2012

Mas se va sin más

   Durante casi cuarenta años el nacionalismo ha trabajado con empeño en la construcción de una realidad falsificada. Son cada vez más los que creen que Cataluña ya existía como sujeto político hace mil años, cuando ni siquiera España era tal, con unos derechos que han sido pisoteados desde entonces y les habilitan para la formación de una nación independiente. El problema no es el secesionismo, una opción política que puede defenderse en democracia, sino la debilidad con la que enfrentamos sus bravatas y desafíos quienes creemos en la España constitucional como garantía de nuestra convivencia en libertad. El milenario de una Cataluña inventada se celebró en 1989 con fanfarria y gasto tras una propuesta de Esquerra Republicana respaldada por todas las formaciones políticas, incluidas aquellas que, como el PP y el PSOE, deberían representar y proteger los intereses de la nación española. Pero hemos dejado hacer y preferido callar, cediendo en busca del apaciguamiento imposible y aceptado su apoyo chantajista en momentos de dificultad partidista… A su manipulación no hemos contrapuesto la verdad y su envalentonamiento se ha alimentado de nuestros complejos. Sin convicción en la defensa y promoción de un propósito nacional como aval de progreso y libertad, ése que ahora echamos de menos en un momento de extrema dificultad económica que no distingue regiones e identidades. Así que no sorprende el que estos días hayamos asistido a una escalada en la ofensiva secesionista sin precedentes que ayer Rajoy, Constitución en mano, frenó en seco: la solidaridad entre las regiones españolas no es negociable. Mas tiene ahora un problema para salir del lío en que se ha metido, sí. Pero el proceso de erosión de la más antigua nación de Europa seguirá mientras PP y PSOE no levanten juntos un proyecto colectivo que galvanice la fortaleza de los españoles en la confianza de un destino compartido.

LA RAZÓN, 21/09/2012

viernes, 14 de septiembre de 2012

La gran reforma

   Si la verdad es la primera víctima de la guerra, la propiedad lo es de toda crisis económica. Las penurias excitan el resentimiento social y los Gobiernos en apuros esconden sus vergüenzas disfrazados de justicieros enarbolando esa falsa solidaridad impuesta por la coacción legal que permite quitar a los que más tienen en beneficio –dicen- de los que menos tienen. Son tiempos abonados para el populismo donde el espíritu de Robin Hood, que es el de Sánchez Gordillo, permea de forma natural en todas las opciones políticas. En Francia tributarán el 45% quienes ganen más de 150.000 euros; en España lo hacemos a partir de 60.000 y Patxi López quiere llegar al 60% con los que ganen 120.000. “Lo que hago no es muy diferente de lo de Hollande”, reconoce Rajoy. Y Cameron, Obama, Griñán o Mas. Todos con programas de ajuste donde el ahorro por el recorte del gasto siempre es menor al ingreso previsto con el asalto al bolsillo de los ciudadanos y sus negocios. Cuán lejos del Gobierno frugal que Jefferson definió como aquél que no debe tomar de la boca del trabajo el pan que éste se ha ganado. Justificándose todos con un mantra común: no hay alternativa. Y, sin embargo, la hay. Exige una reforma radical del Estado como carísimo productor de servicios de consumo obligatorio a otro transformado en proveedor de oportunidades y carácter subsidiario que llegue adonde la sociedad civil no pueda hacerlo. No es verdad que un político, por bienintencionado que sea, sepa mejor que un padre de familia responsable cómo gestionar los rendimientos de su trabajo diligente y esforzado. Quien así piensa busca un votante cautivo, no un ciudadano adulto e independiente. El fomento de la elección hace a los ciudadanos más libres, pero además aparece en el horizonte como la única garantía de esta sociedad del bienestar en peligro (como alerta De Guindos) por un Estado omnipresente que demuestra su impotencia para satisfacer todas nuestras necesidades.

LA RAZÓN, 14/09/2012

jueves, 13 de septiembre de 2012

Cuando Mahoma es el ofendido...



   Esta sátira de Mahoma ("Inocencia de los musulmanes"), realizada en un país democrático al amparo de la libertad de expresión y la libre expresión artística (aunque sea un burda creación), desata la furia del mundo musulmán y el embajador de Estados Unidos en Libia termina linchado por una turba islamista...



   Esta otra sátira sobre el cristianismo ("La vida de Brian")y otras muchas que se producen a diario en los países occidentales, amparadas también en la libertad de expresión y la libre expresión artística (aunque sean burdas creaciones), nunca provocan las reacciones violentas de sus fieles...

   Más preocupante que el comportamiento de los musulmanes empeñados en vivir anclados su particular Edad Media es el de aquellos que, en el mundo libre, utilizan el doble rasero de juzgar las obras como ofensa gratuita o saludable ejercicio de libertad de expresión según quién sea el protagonista.

martes, 11 de septiembre de 2012

Lo que nos pasa se veía venir desde el Siglo XVIII

   “Una democracia no puede existir como forma permanente de gobierno. Sólo puede existir hasta que los votantes descubren que pueden decidir sobre los dineros del Tesoro Público. A partir de ese momento, la mayoría siempre votará por el candidato que prometa más beneficios a cargo del Tesoro Público, con el resultado de que una democracia siempre colapsa bajo una irresponsable política fiscal, y siempre es segunda por una dictadura. La edad promedio de las más grandes civilizaciones de la tierra ha sido de doscientos años. Estas naciones han seguido esta secuencia: de la esclavitud a la fe espiritual, de la fe espiritual a una gran valentía, de esta gran valentía a la abundancia, de la abundancia a la complacencia, de la complacencia a la apatía, de la apatía a la dependencia, y de la dependencia de nuevo a la esclavitud.”


ALEXANDER FRASER TYLER
Historiador escocés
1747-1813

viernes, 7 de septiembre de 2012

Respiración asistida

   Vivimos inmersos en una gran mascarada: cómo utilizar el dinero de los demás para ayudarme a mí mismo. Mas y Griñán intentan arrancar de Rajoy lo mismo que éste de Merkel. Una dosis de respiración asistida en forma de crédito fácil que nos permita a todos seguir tirando hasta final de mes. Con la diferencia de que es Merkel, no Rajoy, la única con el poder de inyectar más billetes en el sistema para mantenerlo a flote. Más madera mientras la burbuja de la deuda se hincha. Política de luces cortas para tiempos de urgencias. No resuelve ninguno de los problemas de fondo que tiene planteados España, pero permite pagar las facturas y tomar aire ante la amenaza de insolvencia. No le falta razón al denostado presidente del Bundesbank cuando afirma que “si los políticos tienen la impresión de que pueden pasarle su responsabilidad a otras instancias, optarán por la salida fácil”. Ni Merkel puede resolver los auténticos problemas de España convirtiendo el BCE en una fábrica de billetes, ni la bancarrota catalana y andaluza son culpa del centralismo voraz. El victimismo puede recaudar votos, pero no ofrece soluciones. Un informe del Foro Económico Mundial sitúa a España a la cola mundial en control de déficit y deuda pública. No somos de fiar, aunque en EE.UU. y Alemania el peso de la deuda sea superior. Esta es la cuestión. Recuperar la credibilidad es trabajo nuestro. Merkel avala las reformas de Rajoy. Nunca se ha hecho tanto en tan poco tiempo para revertir una herencia sin par. Antes de que sea tarde, tendremos que encarar las inevitables: una organización estatal que dispara el gasto, una partitocracia corrosiva y un modelo de bienestar social inviable. Si mostramos determinación, Merkel y Draghi no nos desconectarán la respiración asistida. En nuestras manos está.

LA RAZÓN, 7/09/2012

viernes, 31 de agosto de 2012

Podemos

   En su primera visita a Washington con Kennedy como presidente le preguntaron a McMillan, primer ministro británico, cómo era la capital bajo el mandato de JFK. Respondió: “Es como ver a los Borgia apoderarse de una respetable ciudad italiana del norte”. Kennedy no fue el mito beatífico construido por los medios (le debía mucho al dinero amasado por su familia y a las malas compañías), pero en su discurso inaugural dejó una frase para la historia: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”. Contiene la esencia del patriotismo. Virtud en desuso en esta España donde la nación es concepto discutido y discutible, y el orgullo de pertenecer a ella, arcaísmo facha. Pero la frase propone además un modelo de comportamiento válido para estos tiempos de duda donde la crisis y el pesimismo nos han instalado en la cultura de la queja. No existía conversación este verano en que políticos, banqueros, ricos, los mercados y la Merkel no pasaran por nuestra particular guillotina populista, esa que siempre tiene soluciones simples para problemas complejos. Todos culpables de nuestros males. ¿Nosotros? De nada. Ni siquiera del precio que pusimos a nuestro voto para aupar a políticos mediocres y lisonjeros que nos colmaran gratis total de supuestos derechos y servicios dudosamente esenciales que alguna vez habría que pagar. Ahora no queda otra que hacer de la necesidad virtud y recuperar aquella ética de la responsabilidad abandonada para disfrutar de un paraíso que creímos eterno mientras dormíamos con la seguridad de que el Estado cuidaría de nosotros desde la cuna a la tumba. Cambiemos el chip: exijámosle oportunidades, no subsidios. Somos dueños de nuestro destino. Y el esfuerzo de cada uno se multiplica con el de todos. Podemos.

LA RAZÓN, 31/08/2012

viernes, 27 de julio de 2012

Adictos a la deuda

   Éramos felices. La expansión crediticia artificial basada en la creación de dinero nos instaló en una burbuja de bienestar que creíamos eterna gracias a la manipulación que los bancos centrales y los gobiernos hacían de los tipos de interés y de su capacidad para fabricar billetitos. Todos nos apuntamos al manantial del préstamo fácil para elevar el nivel de vida, alentados por políticos solo preocupados por la reelección que nos seducían con más y mejores “servicios públicos esenciales”. En Washington, en Roma, en Londres, en Madrid… Nadie escuchó a los aguafiestas que alertaban de que alguna vez habría que pagarlo todo. Cuando la burbuja estalló, algunos gobiernos creyeron que se podría seguir estimulando la economía con dinero prestado. Error sobre error. Su solución ya era el problema. Pero insistieron y ahora estamos atrapados en otra burbuja distinta: la de la deuda soberana. Necesitamos endeudarnos para seguir disfrutando de lo ya que podemos pagar. Por eso nos irritamos cuando Alemania responde que “la ayuda económica es un calmante que solo puede comprar tiempo, pero no afronta las causas fundamentales de la crisis”. Somos yonkies de una droga llamada deuda, sin la que no podemos vivir. Y tenemos culpables: Merkel y Draghi. En esas estamos. Todos. Despejando responsabilidades. Suplicando un chute financiero para calmar nuestro síndrome de abstinencia, en vez de encarar de forma decidida la desintoxicación. Dejándonos seducir por los flautistas de Hamelín que prometen bienestar sin sacrificio, crecimiento sin austeridad y convierten en línea roja cualquier ajuste. Caminamos juntos hacia el abismo. Todos. Sin humildad para reconocer que nuestra prosperidad era hipotecada. Sin coraje para asumir que no habrá salida hasta que purguemos la sobredosis cuyos efectos alucinógenos nos llevó a confundir con la realidad lo que sólo era una ilusión.

LA RAZÓN, 27/07/2012

viernes, 20 de julio de 2012

Egoísmo y subversión

   La democracia es un régimen de opinión pública. No se agota votando una vez y callando los próximos cuatro años. Los Gobiernos cometen errores, pierden por el camino la confianza ganada en las urnas y, cuando llega, la protesta callejera puede estar justificada. Pero cuidado con trasladar la representación de la voluntad general a la calle, como pretende la izquierda cada vez que no gobierna. Una cosa es la protesta democrática. Otra muy distinta, la subversión a la que están convocando estos sindicatos transformados en mamporreros siempre de la misma opción política. ¿Les recuerdan erosionando la legitimidad del Gobierno socialista cuando Zapatero se convirtió en el primer presidente de la democracia que redujo el sueldo a los funcionarios? El recorte fue del 5 por ciento; la extra de Navidad supone el 7,1 por ciento. Dos puntos y la algarada que no se desató entonces ya está en marcha con la “espontaneidad” habitual de cuando la izquierda tira de manual para la agitación callejera. Los sindicatos abrevaban en suculentas subvenciones mientras el Gobierno socialista sembraba de paro y miseria la geografía española. Sublevan ahora a los afortunados de tener un trabajo fijo que pagan todos los españoles por pedirles un ajuste que se está haciendo también en las empresas privadas (o en el mismo PSOE, que ha bajado un 25 por ciento el sueldo de sus empleados para evitar los despidos). Las manifestaciones de ayer fueron una ilustrativa demostración de solidaridad. Y, por qué no decirlo, de patriotismo. Seis millones de compatriotas sufriendo en silencio la condena del paro, dos de ellos ya sin ningún tipo de subsidio, y quienes gozan de la estabilidad de un empleo público incendian la calle con su ira egoísta frente a un Gobierno que, errores aparte, en este caso sólo pretende esquivar los despidos con una reducción de sueldos. Es España. Y así nos va.

LA RAZÓN, 20/07/2012

viernes, 13 de julio de 2012

¿Inevitable?

 Franklin estaba en lo cierto. En la vida sólo hay una cosa tan segura como la muerte: los impuestos. Siempre están a mano para los Gobiernos en dificultades. Zapatero llegó presumiendo de que bajarlos era de izquierdas. Se marchó habiéndose comportado como todo buen socialista: dejándolos más altos de como los encontró. Rajoy no esconde su transmutación: “Dije que bajaría los impuestos y los estoy subiendo”. Más difícil de entender es por qué un presidente al que no le gusta subir los impuestos eligió en diciembre aumentar el IRPF en vez del IVA para no perjudicar el consumo, motor de la actividad económica, y ahora eleva éste sin reducir aquél, que exprime el esfuerzo del trabajo.
   Que los impuestos formen parte de nuestra vida no significa que aumentarlos sea inevitable cada vez que el Estado necesita ingresos. Un socialdemócrata como Schröder sentó las bases de la recuperación alemana en 2003: liberalizó el mercado laboral (como Rajoy), recortó los subsidios del paro (como Rajoy), amplió la edad de jubilación (como Zapatero) y, ¡sorpresa!, redujo los impuestos: el tipo máximo del IRPF descendió del 48,5 al 42. Con el PP hemos pasado del 45 al 52, eso sí, bajo el eufemismo de “recargo solidario”, porque ya saben que no hay impuesto que no tenga un fin solidario, faltaría más. Aunque seamos tan poco libres para decidirlo como ahora Rajoy para marcar otra política distinta a la impuesta por Bruselas.
   Alemania emprendió también reformas de carácter constitucional. Por ejemplo, la de su Estado federal para adaptarlo a los nuevos tiempos, suprimiendo duplicidades y propiciando la agilidad en la toma de decisiones frente a bloqueos inmovilistas. Una reforma, la del modelo de Estado, tan necesaria, y ésta sí inevitable, de la que aún no hay noticias en España.

LA RAZÓN, 13/07/2012

viernes, 6 de julio de 2012

De estímulos y libertad

   Tocqueville vislumbró hace dos siglos adónde caminábamos: “El gobierno trabaja de buena voluntad por la felicidad de sus ciudadanos, pero decide ser el árbitro exclusivo de esa felicidad; les garantiza su seguridad, prevé y compensa sus necesidades, facilita sus placeres, gestiona sus principales preocupaciones, dirige su actividad, regula la dejación de propiedades y subdivide sus herencias: ¿qué queda sino librarlos de todo el trabajo de pensar y de todas las dificultades de la vida?”. Libertad por seguridad. Cedimos a la tentación y no nos quejamos hasta que el modelo ha alcanzado su inviabilidad. Ahora no existe Gobierno -ni alternativa- que pueda darnos lo que veníamos recibiendo a cambio del voto. Pero conservamos la fe en el gasto público: el Gobierno debe “estimular” la economía, aún a costa de seguir engordando la deuda, porque hay que salvar las “conquistas sociales”. Como apenas hay excepciones a esta idea enraizada en nuestra clase dirigente y en la opinión pública, resulta reconfortante escuchar voces como las de Arthur Laffer, que estos días ha pasado por Madrid invitado por FAES con una repercusión mediática muy inferior a la de ése apóstol del gasto que es Krugman. ¿Qué defiende Laffer? Dos cosas. La primera: el gasto de un Gobierno se traduce siempre en impuestos. La segunda: el Gobierno no crea recursos, los redistribuye, y para dárselos a alguien se los tiene que quitar a otros. Impuestos y redistribución desestimulan. “A la persona a la que das el dinero encuentra un filón para obtener recursos sin esforzarse. En cambio, a quien quitas su renta le desincentivas porque obtiene menos de lo que merece por su esfuerzo”, afirma. Por eso su receta frente al gasto no es la austeridad. Él prefiere llamarlo libertad. Porque los Gobiernos no son filántropos: gastan más de lo que deben para mantener a sus votantes en la dependencia.

LA RAZÓN, 6/07/2012

sábado, 30 de junio de 2012

¿Qué Europa?

  

Artículo publicado en La Razón sobre el debate que Monseñor Cañizares y José Luis Rodríguez Zapatero que mantuvieron sobre "El Humanismo del Siglo XXI" en la Universidad Católica de Ávila

   Más Europa. El cliché de moda. La pócima de nuestros males. Más Europa para salir de esta crisis tremenda que nos tiene metido el miedo en el cuerpo. Más Europa es la receta del Gobierno. También la de la oposición. Pero nadie nos explica qué debemos entender por Europa ¿Cómo saber así si necesitamos más o no? El cardenal y el ex presidente comparten el sueño de la Europa unida. Pero no sueñan con la misma Europa. Como no podía ser de otra manera, destacan el éxito de una fórmula que, tras la Segunda Guerra Mundial, abrió el mayor período de paz y prosperidad conocido nunca en el Viejo Continente. Pero ahora la mayor crisis económica desde 1929 se ha enseñoreado de nuestras vidas y cubre de nubes el horizonte del proyecto europeo. Mientras al político le interesan las herramientas que se deben utilizar para proseguir en la construcción del edificio común, al hombre de fe le preocupa la naturaleza de los materiales con los que éste se levante y su capacidad de resistencia a los avatares de la historia. Zapatero, como buen socialdemócrata, quiere mayor control público de las finanzas y una economía más intervenida por el poder político. Por encima de ésta, reducida al desafortunado tópico de «la Europa de los mercaderes», a monseñor Cañizares le desasosiega que los valores cristianos sobre los que se construyó Europa sean erradicados por el relativismo. El cardenal se quedó ahí. Diagnosticó la enfermedad, pero confieso que me quedé con ganas de escuchar la descripción de sus efectos corrosivos sobre la cultura occidental, de un tiempo a esta parte tan seducida por lo foráneo como descreída de las razones de su éxito, tan benevolente con los defectos ajenos como intransigente con los suyos. Y de hacerlo precisamente ante el político que lleva a gala la defensa de que no hay verdades absolutas. Fue una pena. El debate nos hubiera llevado a las raíces de esta crisis y de cómo hemos sido arrastrados al abismo seducidos por flautistas de Hamelín que nos prometieron algo tan antieuropeo como el bienestar sin esfuerzo.

LA RAZÓN, 29/06/2012

viernes, 22 de junio de 2012

Una bomba que detonará

   ETA nunca fue una mafia, aunque se comportara como tal. ETA fue y sigue siendo un proyecto político. De ambición totalitaria, espíritu marxista y la ruptura de España como objetivo. Durante 40 años creyó que con bombas y tiros en la nuca doblegaría la fortaleza de la nación para resistir a sus propósitos. Pero la determinación de los españoles para no ceder, para combatirla con toda la fuerza de la ley y la decidida acción policial terminó arrinconándola. Agonizaba la banda, sin apoyo social ni financiero, con todos sus comandos cayendo como conejos, cuando un presidente rendido al pacifismo infantiloide concedió a los terroristas una oportunidad inesperada. ETA interpretó los nuevos tiempos de contemporización y no le fue difícil pactar con un Gobierno predispuesto a creer en la sobrevenida buena voluntad de quienes nunca la tuvieron y débil ante el chantaje. Ahora la bestia está a punto de alcanzar el poder político sin necesidad de más zarpazos asesinos. Se entiende la alegría del mundo proetarra expresada por Barrena: “Lo imposible parece imposible hasta que se consigue”. ETA gana y España pierde. La democracia acoge en su seno a quienes buscan destruirla, y los españoles, con las víctimas al frente, arrastran su dignidad por los suelos con el triunfo de quienes ni se arrepienten de su historia salvaje, ni condenan el terror, ni disuelven su brazo armado. La legalización del partido de ETA y el desafío que abre al futuro de la nación española es la bomba de efecto retardado que un presidente visionario e irresponsable dejó en la mesa a su sucesor. Rajoy, volcado en la gestión de la crisis económica, no ha sabido o querido desactivarla. Pero la bomba detonará. Y lamentaremos las consecuencias.

LA RAZÓN, 23/06/2012

jueves, 21 de junio de 2012

Las dos caras de Rubalcaba


"La decisión del Tribunal Constitucional de legalizar Sortu favorece la desaparición de ETA"
21 de junio de 2012


"Sortu no es un nuevo partido caído del cielo. Es la ilegalizada Batasuna que quiere ser legal"
12 de febrero de 2011

viernes, 15 de junio de 2012

Ay Rublacaba

   Si Rubalcaba pasa por ser un hombre de estado, ayer tuvo un mal día. Con España asomándose al abismo, ofreció apoyo al Gobierno en su llamamiento para que el BCE intervenga en favor de la estabilización del euro y reconoció: “No es momento de críticas”. Pero no pudo morderse la lengua y después tildó varias veces de “desastrosa” la gestión de Rajoy. Los españoles asisten con justificada preocupación a una emergencia nacional. Y en situaciones así, no hay medias tintas: arrimas el hombro o mejor no estorbes. Sorber y soplar a la vez es imposible. Incluso para Rubalcaba. Empujado seguramente por su debilidad interna frente al avance del “chaconismo” y la desesperación que produce no subir en las encuestas, el líder socialista cede fácilmente a la deslealtad. Si cree que es el atajo para recuperar respaldo electoral en tiempos tan difíciles, desprecia la fuerza de la memoria colectiva. Esa que recuerda que fue su Gobierno quien pronosticó en agosto de 2007 que la crisis financiera desatada en EEUU tendría un impacto pequeño en la economía española, que no ha olvidado la defensa que se hizo del sistema financiero español como el mejor del mundo, y que aún escucha los ecos del último vaticinio, unas semanas antes de que los socialistas abandonaran el poder: la banca española no necesitará un rescate público. Un amplio serial de falsedades, ocultaciones y despropósitos que Angela Merkel sintetizó ayer al justificar el préstamo solicitado por Rajoy: ayudará a superar diez años de irresponsabilidades. ¿Dónde estuvo Rubalcaba esos años? ¿Qué Gobierno vicepresidía en junio de 2011 cuando, mientras los demás países habían saneado ya sus bancos, aseguraba que “en España estos problemas son menores porque tenemos una banca bien supervisada”? Pues eso.

LA RAZÓN, 15/06/2012

viernes, 8 de junio de 2012

Más barato, más libres

   Lamenta la prensa progresista en un titular: “Rajoy planea lograr el Estado más barato de Europa occidental esta legislatura”. El consenso socialdemócrata no entiende que los servicios esenciales se puedan prestar gastando menos o que se puedan facilitar, con igual o mejor calidad, por la iniciativa privada. Pero Cáritas consigue trabajo para el 16 por ciento de las solicitudes laborales que tramita, mientras que el INEM apenas coloca al 3 por ciento de los parados que hacen cola en sus oficinas. La fuerza de los hechos es imparable. Y mejor será que nos vayamos adaptando al mundo que viene. Nos guste o no. El paternalismo público se expandió en nuestra democracia bajo la fórmula del yo te doy si tú me das y floreció en un mercadeo del voto en el que los políticos de todos los colores han ido cedido gustosamente en la medida que la distribución de beneficios les permitía comprar partidarios. El invento funciona con bonanza económica y se demuestra insostenible cuando no hay nada que repartir, salvo miseria. Por eso es importante ir haciéndonos a la idea: vamos a depender más los unos de los otros y menos del Estado. De ahí la importancia de reformas como las que el Gobierno de Rajoy prepara para favorecer a los emprendedores. Ya que, endeudado hasta las cejas, el Estado no va a poder mantener el señuelo del bienestar gratis total con el que cortejaba nuestro voto, al menos que no estorbe a las personas valientes para generar proyectos que terminarán enriqueciendo al conjunto de la sociedad. Como facilitador de oportunidades, el Estado será más barato. Y los ciudadanos, más libres.

LA RAZÓN, 8/06/2012

jueves, 7 de junio de 2012

Sin España

   España atraviesa una crisis económica que no es ajena a un modelo de organización que ha alumbrado 17 mini-estados, todos carísimos, y diluido la nación española en un embrollo de intereses excluyentes. Y con nuestras debilidades reiteradas frente a los chantajes, nos hemos colocado ante una situación extrema: una nación en cueros, sin nervio para el esfuerzo común ahora que necesitamos del compromiso colectivo para salir de la crisis. Porque España se salvará entera o caerá sin excepciones. Pero resulta enternecedor ver cómo quienes durante treinta años han crecido en la deslealtad constitucional, han impuesto su identidad excluyente y se han ciscado en los símbolos nacionales, vienen ahora a suplicar el auxilio de los hispabonos, al parecer lo único con sabor español que no les apesta, una vez que sus bonos patrióticos se revelaron bonos basura. Sin credibilidad para acudir a los mercados, buscan el manto protector de España, que lo tiene hecho jirones precisamente por el desconcierto sembrado en el exterior con nuestro galimatías territorial y esa imagen lamentable de barullo de naciones egoístas y manirrotas a las que sólo une el deporte. Y a veces ni eso.
   Rajoy y Rubalcaba deberían leer el último libro de Martín Alonso, «Ahora, y para siempre, libres», relato apasionado del legado político y moral de Lincoln, el presidente que se negó a contemporizar con los que querían enterrar la nación y entregó su vida a la causa de la unión para así terminar salvando la democracia y la libertad. O el PP y el PSOE hacen de la necesidad virtud y asumen la crisis como oportunidad para una reforma decidida y profunda del modelo de Estado que permita recuperar el vigor de esta nación cuarteada o el hundimiento colectivo no será solo económico.

LA RAZÓN, 1/06/2012

viernes, 25 de mayo de 2012

Pancartas embusteras

   Esta cultura del tuit no deja espacio para el argumento. Y la demanda de espectáculo empuja a los medios de comunicación a atrapar la realidad compleja en un titular. Terreno sembrado para la propaganda: no hay razonamiento que quepa en una pancarta. “La educación no es gasto, es inversión” leí en la que encabezaba la manifestación contra la racionalización del gasto educativo. A ver cómo les explicas en un tuit que la inversión es también gasto y que todo gasto o inversión necesita de financiación. La realidad es que el gasto (inversión, si prefieren) en educación se ha multiplicado por dos en diez años (de 29.000 a 54.000 millones) y el fracaso escolar no sólo no se ha reducido, sino que duplica al de la media europea. Ejemplo de que la inversión (o el gasto, si prefieren) no siempre conlleva buenos resultados, ni siquiera en educación. Como falso es el nuevo mantra socialdemócrata que ofrece crecimiento frente a la austeridad bajo el señuelo de las llamadas políticas de estímulo. Esto es, seguir gastando lo que no tenemos, razón de que ya nadie nos quiera prestar. Contra las trampas sentimentales y las ilusiones ficticias, nada mejor que un baño de realidad. Cándido Méndez va a despedir a 36 empleados de UGT porque “no queda más remedio”, dice. ¿Y por qué, en vez de comportarse como uno de esos empresarios desalmados a los que critica, no pide un crédito al banco y se sigue endeudando para mantener el empleo de sus compañeros? De donde no hay, no se puede sacar. Aunque duela. Así que a la cola del paro el mismo día que UGT vuelve a manifestarse contra la reforma laboral escondiendo su hipocresía tras pancartas embusteras.

LA RAZÓN, 25/05/2012

viernes, 18 de mayo de 2012

Se puede

   Explicó la certera Soraya a la Soraya equivocada: “Austeridad no es el antónimo de crecimiento, sino de despilfarro. Y el gasto no tiene por qué ser sinónimo de estímulo ni de crecimiento”. El consenso socialdemócrata ha impuesto el sofisma de que el gasto público obra milagros y mejora la economía. Y la educación. Y la sanidad. Y… Si fuera verdad, las comunidades autónomas con mayor déficit y endeudamiento se habrían presentado ayer al Consejo de Política Fiscal presumiendo de los mejores datos económicos. Fue todo lo contrario: Andalucía, Extremadura, Baleares, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana, gobernadas por socialistas y populares, lideran a la vez el paro y la mala costumbre de gastar más de lo que se ingresa. En cambio, Madrid llegó con la tasa de desempleo seis puntos por debajo de la media nacional y los niveles de deuda y déficit más reducidos, tras haber recortado voluntariamente 2.200 millones en los últimos cuatro años y sin subir impuestos para poder seguir gastando más. Menos deuda y menos déficit no multiplica el paro, ni cercena el crecimiento: Madrid suma dos años consecutivos de creación de riqueza y es la única comunidad que aún no ha entrado en recesión.
   La confianza en nuestra solvencia se deteriora día a día por el temor al descontrol de las comunidades autónomas, responsables del 40 por ciento del gasto público en España. Todas tienen muchas partidas presupuestarias por recortar o suprimir antes de poner en peligro servicios públicos esenciales. Algunas lo hacen a regañadientes porque la obligación de austeridad, ahora impuesta por ley, debilita su régimen clientelar o su proyecto independentista. Se entiende su victimismo.

LA RAZÓN, 18/05/2012

viernes, 11 de mayo de 2012

Desenmascarados

   Si algo irrita a la izquierda es que alguien se atreva a cuestionar el consenso social construido con los criterios de su supuesta superioridad moral. Y puede medirse cuándo una denuncia le hace verdaderamente daño por la irritada reacción que genera. Desata entonces sus pulsiones totalitarias, esas que laten escondidas bajo la piel de cordero mientras nadie ose desafiar su hegemonía cultural. Cuando su mentira queda al descubierto, no tiene otros argumentos para apuntalarla que el acoso violento y el libelo impune. De todo ha sido víctima LA RAZÓN por informar a sus lectores del perfil académico y político de los cabecillas de la revuelta estudiantil que se está gestando bajo el pretexto de los ajustes económicos. Exigir una nota del 5,5 para acceder a una beca universitaria no vulnera el derecho básico a la educación. Establecer un incremento de las tasas proporcional a los cursos que se vayan repitiendo no cercena ningún servicio público. Que se tengan que aprobar todas las asignaturas para obtener el título de la ESO es de sentido común. No peligran derechos: se atajan privilegios. Así que bendita sea la necesidad de ajustar los recursos públicos en esta época de escasez si sirve para sanear un campo que la izquierda considera coto privado. Hace treinta años el socialismo inoculó el veneno del igualitarismo en el sistema con el objetivo no ya de enseñar, sino de “diluir las diferencias en una ignorancia compartida” (Javier Orrico, “La enseñanza destruida”). Se extirpó cualquier brote de sentido de la responsabilidad entre los jóvenes para convertirlos en analfabetos funcionales de un rebaño infantilizado y acrítico, listo para engordar ese consenso buenista que la izquierda maneja con tanta habilidad.

LA RAZÓN, 11/09/2012

viernes, 4 de mayo de 2012

El mensaje

   Paradoja de esta crisis descomunal. Sólo saldremos de ella con más esfuerzo, trabajo duro y austeridad. Precisamente, aquellos valores que arrinconamos durante tantos años de prosperidad que creímos sin límite; los que dejamos de lado para disfrutar sin reparos de un bienestar que ahora se nos escapa como el agua de las manos. Y tarea colosal la del Gobierno: aplicar como remedio políticas de sacrificio a una sociedad afectada por lo que Wert ha denominado "el síndrome estatal asistencialista". Casi ocho de cada diez españoles están convencidos de que el Estado es responsable del bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos. Y lo creen tanto los votantes del PSOE como los del PP. Mal asunto. Ni en los paraísos de la socialdemocracia, como Suecia o Noruega, el porcentaje de confianza estatista alcanza estos niveles. Así es la España que hemos construido, donde todo nos es debido y nada obligado. Ya puede el Gobierno aplicar los ajustes precisos. Su mayoría política no le bastará si además no persuade a los españoles del beneficio futuro. La crisis nos empuja a una transformación cultural, nos resistamos o no. Volveremos a descubrir cosas que nunca debimos olvidar: nada es gratis y la austeridad es un valor aún en tiempos de bonanza porque el despilfarro siempre termina pagándose. A Rajoy no sólo le toca gestionar un problema económico. Debe liderar una sociedad obligada al cambio. Por eso se equivoca cuando acompaña cada reforma con un lamento ("No nos gusta hacerlo, pero no queda otro remedio"). El mensaje es justo el contrario. Más difícil y menos popular, por supuesto; pero el único que nos permitirá ser dueños de nuestro destino.

LA RAZÓN, 04/05/2012

viernes, 27 de abril de 2012

Confabulación

   Un esbozo de nuestro modelo sanitario: los españoles somos los europeos que más vamos al médico (8,1 visitas anuales frente a las 5,8 de media en la UE) y sólo EE.UU. consume más medicamentos que España. Unos apuntes de nuestro modelo universitario: tenemos el doble de alumnos que Alemania, con la mitad de su población, distribuidos en 79 universidades (siete sólo en California), pero ninguna entre las 150 mejores del mundo. Esto tiene un nombre: despilfarro. Con todas la letras. Aunque antes pudiéramos permitírnoslo y ahora no. Ninguna de las reformas del Gobierno para corregir disparates así vulnera derecho básico alguno. Ninguna cercena servicios esenciales. Pero está por ver si la mayoría democrática será suficiente frente a las fuerzas confabuladas.
   La primera, el populismo. Esa excitación primaria que niega la realidad para no encarar lo evidente: sólo podremos disfrutar de lo que podamos pagar. No es difícil de entender, aunque después de tantos años de prosperidad sin fin, nos acostumbramos a que el bienestar nos es dado de forma natural, como el sol o la lluvia, y olvidamos qué recetas lo hacen posible.
   Un PSOE entregado a la subversión y el sabotaje es la segunda. Al partido que nos ha gobernado 22 de los últimos 30 años le han bastado dos días en la oposición para abrazar el alma pendenciera de Tomás Gómez (“Las respuestas no pueden ser débiles”) frente al consejo responsable de Felipe González (“Hay que ayudar a este Gobierno, aunque no se deje”).
   La tercera fuerza ha eclosionado en el peor trance: un modelo territorial que bloquea cualquier proyecto nacional, ahora que el futuro de todos está en manos de que las comunidades cumplan. Dice Montoro: “Es el momento de dejar de mirarse el ombligo. Así hacemos más España”. Después de 35 años ininterrumpidos de gobiernos consintiendo o colaborando en su disolución, se antoja tarde.

LA RAZÓN, 27/04/2012

viernes, 20 de abril de 2012

Ecos de Churchill

   “Todos sabemos qué hacer, pero no sabemos si después de hacerlo seremos reelegidos”. La frase de Jean-Claude Juncker, avezado político luxemburgués y hoy presidente del Eurogrupo, sintetiza el dilema al que se enfrentan los gobiernos en estos tiempos de fin de fiesta con tintes dramáticos. Obligados a ejercicios de equilibrio en el abismo con políticas que no pueden ser lo radicales que la urgencia exige si pretenden llegar vivos a la próxima cita electoral. Compiten, además, con oposiciones que prefieren recorrer el atajo de la irresponsabilidad. En España. O en Francia, donde Europa se juega el domingo su futuro y la izquierda avanza a lomos de un populismo que sigue prometiendo un paraíso perdido. Así que, unos porque no quieren perder el poder y otros porque aspiran a recuperarlo cuanto antes, nadie se atreve a erigirse en estadista y jugarse el pellejo galvanizando a la nación con un mensaje de confianza en el futuro, sí; pero sin paños calientes.
   Resulta descorazonador seguir escuchando a nuestros dirigentes proclamar la garantía de la sanidad gratuita cuando, entendida como un bien de consumo del que no se percibe su coste, es una de las grandes razones que han convertido al sistema en inviable. Así lo constata cualquier informe serio e independiente. Lean el de McKinsey-Fedea. El repago farmacéutico es un paso positivo, pero insuficiente. El gasto sanitario seguirá disparándose por múltiples razones, mientras los políticos muestran un temor insalvable a racionalizar su demanda con medidas que la demagogia convierte en recortes de derechos.
   El miedo a espantar el voto. Siempre bloqueando las políticas de horizontes amplios y las reformas imprescindibles, hoy necesariamente dolorosas. “Confiad en el pueblo. Le diré lo peor y no consentirá verse batido”. Ecos de Churchill para estos tiempos difíciles, huérfanos de liderazgo.

LA RAZÓN, 20/04/2012

jueves, 19 de abril de 2012

¡Viva el Rey!

   Don Juan Carlos cometió un error grave. No mayor de los que protagonizan a diario dirigentes en quienes depositamos la confianza para regir nuestros destinos. Sólo al Rey hemos escuchado de forma tan diáfana, sin medias tintas, reparar su yerro: “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir” ha confesado a los españoles mirándoles a la cara. Reconocimiento, perdón y propósito de enmienda. Si algunos lo dudaban, éste es el monarca que hace 37 años recibió un poder absoluto y lo cedió al pueblo para que se dotara de un régimen de libertades modélico.
   Su cacería africana fue antiestética e inoportuna, pero el Rey ha sido víctima de esa civilización del espectáculo que Vargas Llosa disecciona en su nuevo libro. En el imperio de la banalización, el populacho demanda entretenimiento y ahí están los medios de comunicación, esclavos de la cuenta de resultados, para ofrecérselo. Carnaza para alimentar audiencias y oportunidad para ventajistas sin votos. Porque es más divertido la cháchara sobre un Rey cazando elefantes en tiempos de crisis que informar de su trabajo callado cuando se trata de conseguir que empresas españolas logren el mayor contrato de la historia para la construcción del AVE a La Meca; o de su viaje a Kuwait para sortear, gracias a su amistad con las monarquías del Golfo, el embargo petrolero al que nos someterá Irán, socio en aquella Alianza de Civilizaciones por la que nadie pedirá perdón. No lo esperen nunca de quienes nos han conducido a esta dramática situación de quiebra económica y fractura nacional.
   La monarquía parlamentaria es un símbolo de unidad nacional y continuidad histórica, se justifica por su utilidad y está obligada a la ejemplaridad. El Rey ha zanjado el espectáculo en torno a una cacería en la que el elefante no era la presa mayor con un gesto de humildad que le reconcilia con los españoles y descubre las vergüenzas de tanta mediocridad. No era el rey quien marchaba desnudo.

viernes, 13 de abril de 2012

La que podamos pagar

   Como los partidos se nutren de golosas subvenciones públicas, y no de las cuotas de sus militantes, las sucesivas derrotas electorales han dejado al PSOE sin fondos para mantener su aparato. Obligada al ajuste, Elena Valenciano dice: “Tendremos la plantilla que podamos pagar”. De sentido común. De donde no hay, no se puede sacar. En el PSOE como en cualquier empresa o familia. Y no hay líneas rojas que valgan. ¿Por qué entonces esa demagogia socialista cuando lo que está en juego es España misma? Ofrece consenso, pero rechaza la ley que ataja la raíz de nuestros males: gastar lo que no se tiene. Ya se nos puede llenar la boca con el sacrosanto derecho a la sanidad y la educación. Son como el del trabajo, también consagrado en la Constitución. La realidad: más de cinco millones de parados. Así que, en vez de pie en pared, como escucho en la izquierda anacrónica, pongamos los pies en la tierra de una vez, abandonemos partidismos estériles y dejemos de alimentar un debate virtual que no conduce más que al enfrentamiento, la inacción y la ruina asegurada.
   Nadie está recortando el derecho a la sanidad por excluir de la cobertura pública la prestación que ahora permite corregir unas orejas de soplillo. O por hacer lo mismo con las vasectomías. Tampoco lo sería por dejar de financiar los abortos a que se someten personas adultas, y por tanto responsables, que no pusieron los medios para evitar un posible embarazo no deseado. Mucho menos cuando sí se han recortado las partidas de asociaciones que ayudan a madres con dificultades ante un embarazo inesperado.
   Como el PSOE con su plantilla, los españoles tendremos la sanidad y la educación que podamos pagar. Y quien juegue al populismo de ofrecer lo inviable sólo nos estará empujando al suicidio colectivo.

LA RAZÓN, 13/04/2012

jueves, 12 de abril de 2012

El alimento de la caridad



"Me encontré con un viejo conocido de la profesión que salía de un comedor social en la zona de Martínez Campos, en el centro de Madrid. Me impresionó mucho su historia. Pensé que cualquier de nosotros podría estar en su lugar. Y ese 'cualquiera' incluía a mi hija, que cuando grabamos tenía cuatro años, Me afectó mucho como padre. Fue una sensación tan íntima que no podía hacerlo con nadie más".

Alejandro Toledo
Publicista que ha realizado el nuevo anuncio de Cáritas

viernes, 6 de abril de 2012

Vivir de prestado

   España gastará en los intereses de la deuda 28.848 millones, más que los 27.300 que logrará con los recortes. Nos apretamos el cinturón como nunca para pagar apenas los intereses de lo que nos han prestado, cantidad que los socialistas duplicaron en cuatro años con su fallido estímulo de la economía mediante el gasto público. Esta es la magnitud de nuestro problema. El que trae de cabeza al Gobierno y del que toda persona responsable debe ser consciente: el riesgo de insolvencia. Puesto que no estamos dispuestos a dejar de vivir de prestado (España seguirá gastando este año 60.000 millones más de los que ingrese), al menos debemos convencer a quienes nos prestan de que seremos capaces de pagar lo que nos dejan. No es fácil. El Estado, todos, va a seguir gastando 15.000 millones más que en 2007, cuando la crisis aún no había comenzado y creíamos disfrutar del paraíso eterno.
   El Gobierno está determinado a atajar el déficit. Por convencimiento y consciente de que no tendrá segundas oportunidades. Pero se ha impuesto demasiadas líneas rojas en los recortes y está rectificándose con más frecuencia de la deseada para combatir esa idea instalada de que la palabra de los políticos no vale nada. Más pronto que tarde será ineludible recortar prestaciones de un Estado del Bienestar que hoy no podemos pagar. Y no parece sensato malgastar por un plato de lentejas la credibilidad que Rajoy va a necesitar estos años. Pretender aflorar 2.500 millones perdonando a los defraudadores a la vez que se castiga con más impuestos a los de siempre no es pragmatismo. Es un error inmenso. Moral y contable. Los depósitos bancarios suman 52.000 millones menos que hace un año. ¿Estarán huyendo los ahorradores de España?

LA RAZÓN, 06/04/2012

viernes, 30 de marzo de 2012

Reaccionarios

   «El actual presente será luego pasado», cantaba Bob Dylan en los 60. Como entonces, los tiempos están cambiando. Para todos. El modelo de bienestar asentado en el crédito sin fin, los derechos expansivos y las obligaciones menguantes, toca a su fin. Se agota esa ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todos los demás. Nos va a costar aceptarlo. Somos el país de Europa que más confía en el Estado para resolver nuestros problemas y 7 de cada 10 jóvenes confiesan que aspiran a un empleo de por vida en la Administración pública.
   Reaccionarios al cambio siempre hay. Hoy, paradojas de la vida, son precisamente los autodenominados progresistas: esa izquierda residual anclada en el comunismo, esta socialdemocracia sin respuestas a la crisis que se refugia en aquella y unos sindicatos volcados en la acción política y la defensa de sus intereses de casta. Todos salieron ayer a la calle para apuntalar con el piquete un orden que desaparece y levantar la barricada frente a un futuro que les condena a la irrelevancia. «Vuestro camino envejece rápidamente. Por favor, salir del nuevo si no podéis echar una mano», cantaba Dylan. Porque no hay derechos que valgan sin trabajo y terminaremos repartiendo miseria si somos incapaces de recuperar la senda de la prosperidad.
   La inmensa mayoría de los españoles rechazó ayer la huelga general. Acudieron a trabajar todos los que pudieron, y lo hubieran hecho los que razones ajenas a su voluntad se lo impidieron. El Gobierno sigue teniendo su confianza para avanzar en las reformas. No hay otro camino, por doloroso que sea para una sociedad acomodada en el paternalismo público. Pero haría bien en fortalecer sus flancos más débiles: la pedagogía y, sobre todo, la ejemplaridad.

LA RAZÓN, 30/03/2012

viernes, 23 de marzo de 2012

La hora de Andalucía

   Un desempleado de ese casi millón y medio que está sin trabajo en Andalucía se explicó al reportero de The New York Times en un reportaje sobre la simbiosis entre paro y fiesta en los carnavales de Cádiz: “El paro es un hecho de la vida, como el amor o la muerte”. Es decir, el paro no es algo ocasional o corregible: es consustancial a la realidad andaluza, como el amor o la muerte. ¿Qué perversión política lleva a una persona –se preguntan los autores de “La tela de araña andaluza”, detallada radiografía de 30 años de gobierno socialista ininterrumpido en Andalucía- a considerar el desempleo como una condición natural, a confundir la ineficacia de un gobierno con un destino inevitable? La propaganda absoluta de ese poder inmenso y tutelar descrito por Tocqueville: “Quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar”. Es la anestesia asistencial promovida por una administración supuestamente benefactora que, en Andalucía, ha permitido el saqueo de lo público al amparo de un poder omnímodo e impune.
   Dicen las encuestas que el domingo los andaluces están más cerca que nunca de liquidar este fraude consentido que ha alimentado sus placeres sin ocuparse de sus necesidades, condenándoles a una realidad que ya no hay propaganda que pueda ocultar: la mayor tasa de paro de Europa (31,2%), una sanidad deficiente (uno de cada cuatro enfermos en lista de espera reside en Andalucía), una enseñanza famélica (con la tasa más alta de España en repetidores de la ESO) y una esperanza de vida sólo superior a la de Ceuta. Veremos.

LA RAZÓN, 23/03/2012

viernes, 16 de marzo de 2012

A pagar otra vez

   Volverán a meternos la mano en el bolsillo. La mueca de Montoro al citar a Franklin despeja dudas: «En la vida sólo hay dos cosas seguras: la muerte y los impuestos». Prepárense, pues, a pagar más, una vez demostrado que bajar los impuestos nunca fue de izquierdas y subirlos ha dejado de ser anatema para la derecha. Poco les importa que, tras el incremento que empezamos a pagar el mes pasado bajo el eufemismo de «recargo solidario», España esté ya al nivel de la voracidad tributaria de las democracias nórdicas, con un tipo marginal máximo del IRPF (52%) sólo superado por el que grava a suecos y belgas.
   España está obligada a reducir su déficit en 35.000 millones en 2012. Sólo existen estos caminos: reducir gastos y/o incrementar ingresos. A la espera del «Gran Ajuste», que llegará dos días después de las andaluzas, irrita que se nos esté preparando para otra vuelta de tuerca en la presión fiscal («equilibrada y justa», nos dicen, como si hubiera algún Gobierno en el mundo que no considerara su propia política fiscal equilibrada y justa) mientras no hay voluntad de lubricar el sacrificio que viene con demostraciones de ejemplaridad por parte de una clase política tan necesitada de prestigio. ¿Se imaginan el mensaje que enviaría a España un Rajoy rodeado de todos los presidentes autonómicos del PP comprometiéndose a reducir sus parlamentos regionales un 50%? ¿Es razonable que Cataluña, Madrid y Andalucía sumen más señorías que el Congreso de los Diputados? Claro que ajustes como éstos afectarían sólo a la política. Y los políticos de todos los partidos prefieren meter la mano en nuestra cartera a que los demás podamos hurgar en la suya.

LA RAZÓN, 16/03/2012

viernes, 9 de marzo de 2012

Socialismo destilado

   Nos deben considerar imbéciles (alelados, escasos de razón). De lo contrario, no se entiende la respuesta de Griñán  a la obligación de reducir el déficit andaluz del 3,2 al 1,5 en 2012: «Nos obligará a hacer recortes en sanidad y educación», dice sin ruborizarse. Intentando meter miedo a la gente decente el mismo día que España se entera por una grabación de cómo se ha malversado el dinero de todos en el feudo socialista. Sin control administrativo alguno («aquí no hay procedimientos…») y con la más absoluta arbitrariedad («todos los que están por encima de mí saben qué es lo que hay»), se repartieron millones en subvenciones a empresas amigas sin plan de negocio («yo tengo más capacidad de inventar que nadie») y en números rojos, algunas de las cuales cerraron tras hacerse con la aportación, como era de esperar. Nada que no intuyéramos desde que se destaparan las prejubilaciones fraudulentas (con empleados que nunca lo fueron y otros jubilados desde la misma cuna), repugnante negocio con el drama del paro que enriqueció a socialistas y sindicalistas desvergonzados, comisionistas del desfalco y sociedades fantasma que ya alcanza los 1.000 millones. Es la mitad de lo que Andalucía está obligada a recortar en 2012 y breve anticipo de lo que terminaremos conociendo si el PSOE pierde el poder el 25-M. Habrán sido 30 años de impunidad y despilfarro al amparo de la supuesta solidaridad en la construcción de un paraíso asistencial que ahora descubre su verdadero rostro: un paro del 31,2%, con uno de cada dos jóvenes sin trabajo, en lo que fue un territorio regado de millones que se escaparon por el desagüe de la corrupción. Miseria y latrocinio. Ejemplo de socialismo destilado. Es Andalucía. Y tiene responsables.

LA RÁZÓN, 9/03/2012

viernes, 2 de marzo de 2012

Predicar con el ejemplo

   La crisis nos ha colocado sin matices ante una lección olvidada: nadie puede gastar más de lo que tiene de forma permanente. Ni una familia ni una nación. Así que ahí estamos, suplicando todos a Bruselas que sea benevolente para no tener que afrontar un recorte de 44.000 millones en apenas nueve meses. Ceda Bruselas o no, aquí viene la segunda lección olvidada: toda deuda terminará pagándose, antes o después. No estaríamos lamentándolo ahora si hubiéramos impedido que el endeudamiento del entramado empresarial público se triplicara en tres años, hasta alcanzar los 60.000 millones. Sin esta expansión del gasto, hoy no estaríamos ante el recorte de 44.000 millones que nos exige Bruselas. La realidad es que en 2009, 2010 y 2011 el Estado gastó cada año 100.000 millones más de los que ingresó y el crecimiento sigue sin llegar, lo que ofrece otra lección: la austeridad no es culpable de la recesión, ni un mayor gasto público garantiza la recuperación. El distinto comportamiento de lo público y lo privado en estos tres años (mientras la Administración se endeudaba en 300.000 millones, familias y empresas ahorraban 90.000) nos deja la última lección: la sociedad española está predispuesta al esfuerzo que se avecina, pero necesita creer que será compartido. Todos los políticos, los que gobiernan y los que aspiran a hacerlo, deben empezar ya a dar ejemplo acordando la profunda reducción del modelo administrativo que obliga al mantenimiento de 68.000 concejales, más de 8.000 alcaldes, 1.220 diputados autonómicos, otros tantos provinciales, y todo el engorde que conllevan. Si partidos políticos y sindicatos se sometieran además a la autofinanciación que se exige a la Iglesia católica, los españoles reconocerán que el cinturón se aprieta para todos.

LA RAZÓN, 2/03/2012

jueves, 1 de marzo de 2012

El liberalismo no es pecado

Aquí os dejo a Carlos Rodríguez Braun, autor de "El liberalismo no es pecado", explicando el por qué de un libro que recomiendo.

martes, 28 de febrero de 2012

Los mismos fascistas...

   Espero la reacción de quienes les insultaban al grito de «fascistas y criminales». ¿Saldrán a la calle a exhibir de nuevo su intolerancia? Seguro. Si algo no les falta es desfachatez para torcer la realidad. Pero quiero escuchar a todos. A la cineasta Coixet («La historia absolverá a Garzón, no así al tribunal que lo ha juzgado») y al magistrado Villarejo («Los magistrados son cómplices de las torturas») también, ahora que el mismo Tribunal Supremo que condenó a Garzón por las escuchas ilegales del Gürtel le ha absuelto en la causa del franquismo porque sus decisiones, aunque erróneas, son jurídicamente defendibles. A ver cómo explican que dos magistrados a los que Garzón recusó por parcialidad en la causa de las escuchas hayan bendecido su absolución. Y cómo justifican que Miguel Colmenero, un «fascista cómplice de las torturas franquistas» mientras redactaba la sentencia que inhabilitó a Garzón, haya desaprovechado esta oportunidad para volver a condenarlo. ¿Qué dirían de ellos si hubieran estimado, como el magistrado José Manuel Maza en el único voto particular contra la absolución, que no pueden existir «interpretaciones alternativas» a la legislación vigente?
   La Justicia funciona en España. Con muchos problemas, pero funciona. Con el yerno del Rey y con Garzón. Diferencias: mientras el Jefe del Estado no se muerde la lengua para reconocer que «la Justicia es igual para todos», la izquierda reaccionaria pretende situarse por encima de la Ley con la permanente agitación de días de ruido y furia. Bien para proteger la impunidad de los suyos, bien para intentar subvertir la legalidad democrática escenificando en la calle el respaldo que no alcanza en las urnas. Es esa izquierda a lo Llamazares, que para no rectificar su célebre «ni acato ni respeto», lo extendió ayer a toda decisión democrática no compartida. ¿No es eso fascismo?

LA RAZÓN, 28/02/2012