jueves, 26 de septiembre de 2013

Los que no dejan decidir

   Mira por dónde, en el vertedero de mentiras sobre el que el nacionalismo catalán ha levantado su “derecho a decidir” es posible encontrar una verdad indiscutible: “Mejora la condición de vida de las personas”. Estoy de acuerdo. Poder decidir distingue a los hombres libres. Milton Friedman consagró su obra a demostrar que lo somos en la medida que podemos decidir qué hacemos con nuestra vida sin imposiciones ni coacciones externas. No es ésa la aspiración nacionalista. A la vez que proclama tan seductor derecho colectivo lo tritura cuando personas con nombre y apellidos intentan ejercerlo en su vida cotidiana. Solicitando enseñanza en español para sus hijos en colegios públicos que se la niegan, por ejemplo. O vendiendo manzanas en vez de pomas, creyendo el osado comerciante que así tendrá mayor clientela. El nacionalismo socava su legitimidad democrática cuando impone el rodillo uniformador. Entonces se transforma en agresión liberticida. Fascismo puro. Sin espacio para la disidencia no hay elección posible. La capacidad de decidir queda reducida a optar entre la sumisión o una resistencia que condena a la exclusión. 
  Este carácter excluyente del nacionalismo es el que convierte su “derecho a decidir” en una estafa. Enarbolado como quintaesencia de la democracia si le permite alcanzar un único objetivo: la secesión; negado a los demás si lo pone en peligro. Cuando Mas dice que los catalanes tienen derecho a decidir el futuro de su nación imaginada, nos está impidiendo al resto de los españoles decidir el de la nuestra, de la que Cataluña es parte esencial. ¿Consentiría al menos el “derecho a decidir” de los araneses que reivindican aquella bellísima comarca como nación distinta a la catalana? ¿Tampoco? Menuda farsa.

LA RAZÓN, 26/09/2013

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Del estado del bienestar al bienestar con menos estado... Una respuesta del prof. Huerta de Soto


Lecciones alemanas

   Regeneración democrática. Su necesidad aparece en todos los diagnósticos que se hacen de las calamidades patrias. Convertida la política en víctima del descontento que acompaña a la crisis, no hay programa de futuro que no incluya entre sus propuestas la “regeneración democrática”. Para acercar la política al ciudadano; para liberarla del control de los aparatos; para facilitar la renovación de sus elites. Y nos asaetean con reformas legales, reglamentarias, constitucionales… cuando a veces bastaría con el ejercicio verdaderamente democrático de lo que ya existe. 
    Alemania nos deja esta semana varios ejemplos. Merkel ha arrasado, sí. Pero se ha quedado a cinco escaños de la mayoría absoluta. De hecho, los tres partidos de izquierda suman más diputados que los del único partido del centro-derecha. La izquierda alemana tiene la mayoría absoluta del Bundestag. Y, sin embargo, nadie se plantea la posibilidad de un gobierno de esa ideología. Ahora trasladen la situación a la realidad española. ¿Se imaginan qué pasará aquí si Rajoy no revalida su mayoría absoluta? En Alemania nadie contempla la posibilidad de que el partido más votado no gobierne. En España estamos acostumbrados a que suceda lo contrario. Naturalmente, siempre que sea el PP el que se quede a un puñado de votos para hacerlo en solitario. Alemania deja otra lección más: allí nadie se plantea un gobierno apoyado por los comunistas. Algunas regiones españolas los tienen sentados en los despachos del poder. 
    El debate de la regeneración democrática hay que creérselo. Todos. Y con todas las consecuencias. “Para destruir las malas prácticas, la ley es menos útil que los esfuerzos individuales”, escribió Ganivet, este sí, auténtico regeneracionista.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Enredos socialistas

   “El partido socialista tiene el gran deber en esta hora de hablar a tiempo, con toda altitud y precisión (…) porque gobernar, sólo puede un partido por su dimensión nacional”. La frase podría ser de Bono, Fernández Vara… o Corcuera, el último en irrumpir sin contemplaciones diplomáticas en el agitado debate que desangra al partido. Pero la pronunció Ortega en una sesión de las Cortes Constituyentes de la II República. Demuestra que el PSOE arrastra dificultades para articular una política de carácter nacional desde sus orígenes como partido de clase fiel a la idea marxista de que “los obreros no tienen patria”. Este escollo fue evidente durante la II República, en cuya Constitución trató de insertar la declaración de España como “una República de trabajadores”. El proyecto pragmático, moderado y nacional que construyó Felipe González para ganarse el respaldo mayoritario de la sociedad española quebró cuando un Zapatero débil se echó en brazos de los enemigos de España y abrió la caja de Pandora con aquello de la nación como “concepto discutido y discutible”. Sólo en privado los socialistas sensatos alertaban del desastre que aguardaría al PSOE abrazando la España plurinacional. Pero mientras unos jaleaban, otros consintieron. Y hasta aquí han llegado juntos. 
   El gran partido de la izquierda democrática se descompone por la ausencia de una idea clara y reconocible de España. Sin determinación para encarar lo evidente, y con el órdago secesionista como coartada, pretenden ahora enredarnos a todos en una reforma constitucional innecesaria con el objetivo no declarado de cortarse un traje federal a la medida de su indefinición. Así los socialistas catalanes podrán defender una cosa, los andaluces la contraria, y el resto, la que se les antoje en cada ocasión.

LA RAZÓN, 19/09/2013

jueves, 12 de septiembre de 2013

Del PSOE y la tribu



   Decía Ortega que el problema catalán no se podía resolver, “sólo se puede conllevar”. Pero hasta esto resulta cada vez más difícil. Ni el artículo 2 de la Constitución que consagra su unidad indisoluble parece ya garantía suficiente para la supervivencia de la nación española. El partido mayoritario de la izquierda la ha traicionado cuando más necesitaba de su defensa ante el asalto fascista que pretende conciliar con la democracia el objetivo segregacionista de convertir a compatriotas en extranjeros. Es esa izquierda, otrora igualitaria, la que ha subordinado los derechos individuales a los credos nacionalistas de la tierra, la sangre y una historia falsificada que, ya sin careta, aspiran a la ruptura de España. Que varios dirigentes del socialismo catalán participaran ayer en la performance secesionista y no hayan sido aún expulsados del único partido que luce la E de España en sus siglas demuestra por qué el PSOE se ha convertido en gran obstáculo para la defensa de la nación. Bajo el liderazgo de Felipe González, el pragmatismo adormeció la pulsión del partido por “la libre autodeterminación de los pueblos del Estado”, pero Zapatero desenjauló a la fiera, negó la personalidad histórica de España para concedérsela a sus enemigos, y ahora un PSOE desorientado no sabe cómo detener su deriva nacionalista sin pagar el precio de la fractura. Éste es el problema. Porque será difícil perpetuar la España de ciudadanos libres e iguales si el PSOE no acompaña en la defensa de la nación constitucional como bastión de la libertad frente al regreso a la tribu que, alertaba ayer Vargas Llosa en la presentación de su héroe discreto, el nacionalismo impone con su uniformidad totalitaria y la exclusión del disidente.

LA RAZÓN, 12/09/2013

viernes, 6 de septiembre de 2013

Un año después

   Tal día como hoy hace un año. Buenos días, herr Merkel. La canciller visita en Moncloa a un Rajoy abocado a solicitar el rescate. “La situación económica se complica cada día más y la realidad es tozuda”, se lee en el ejemplar desempolvado del otrora diario independiente de la mañana. “Estamos en un país casi en suspensión de pagos, y cuando una empresa está mal, la alternativa es pedir ayuda”, aconsejaba el vicepresidente de los empresarios, Arturo Fernández. La prima de riesgo había cerrado la tarde anterior en los 495 puntos y el paro había vuelto a crecer dos días antes en 38.179 personas tras cuatro meses a la baja. Aún debían transcurrir tres meses de zozobra para que, en un editorial infame, el diario de referencia de la izquierda española sentenciara: “Aplazar la petición de rescate equivale a condenar a la economía española a una recesión prolongada y dolorosa”. 
   El mismo día, un año después. Rajoy vuelve a verse con Merkel, ahora en la cumbre del G-20. Ya sin la amenaza del rescate. La prima cerró ayer en los 255 puntos. El dato del paro en agosto fue el mejor de los últimos doce años. La recesión quedará atrás en breve, ya veremos si escapando o no del estancamiento. Hasta Rubalcaba ha tenido que dejar un minuto de hablar de Bárcenas para reconocer que lo peor de la crisis ha pasado. Dice que a pesar de las políticas del Gobierno. Gracias a un advenimiento mágico entonces, pues pronosticó el apocalipsis en cada decisión de Rajoy. 
   La euforia es insultante con seis millones de parados y España no se recuperará sola en un mundo globalizado. Pero a veces mirar atrás ayuda a ponderar el juicio. Grecia va camino de su tercer rescate.