viernes, 27 de diciembre de 2013

A contracorriente

   Si una mujer decide abortar, que pueda hacerlo en libertad; es una decisión individual. El argumento me recuerda este otro: si un hombre decide esclavizar a otro, un tercero no puede objetarlo. Era la tesis democrática a favor de la esclavitud en Norteamérica. Los Estados debían decidir libremente si querían o no ser esclavistas. Soberanía popular en estado puro. Hasta que llegó Lincoln y comenzó la demolición ideológica que amparaba la esclavitud: no existe libertad de elección para que un hombre pueda someter a otro, por mayoritaria que fuera la opinión a favor de una práctica que terminó siendo abolida y hoy es repudiada por todos. ¿Si no existe el derecho para negar la libertad a otro, existe el derecho al aborto como algo exclusivo e individual de la mujer que aborta y ajeno a la vida que pretende ser abortada? 
   Mildred Jefferson encarnó durante sus 83 años de existencia cómo el debate que plantean aborto y esclavitud es idéntico y solo puede ser resuelto con el mismo criterio moral. Jefferson creció en la Texas segregada, pero con tenacidad se convirtió en la primera afroamericana graduada en medicina por Harvard y la primera mujer de la Sociedad de Cirugía de Boston. Fundó también la Comisión Nacional por el Derecho a la Vida, principal organización pro-vida norteamericana. Jefferson pasó su vida combatiendo. En su juventud, a quienes la sojuzgaban escudados en la supuesta libertad para decidir la segregación entre los seres humanos; después, a la opinión extendida de que somos libres para decidir sobre la vida de los no nacidos. ¿Su arma? La misma en ambos casos: la certeza de que existen derechos inviolables que preceden a las leyes y cuya vigencia no está al albur de mayorías más o menos ocasionales.

LA RAZÓN, 27/12/2013

jueves, 26 de diciembre de 2013

Palabra de Rey

   El Rey que anoche habló a los españoles fue una persona visiblemente recuperada después de un año de clavario físico y quirófano en exceso. Pero fue sobre todo un Jefe de Estado determinado con su responsabilidad nacional. De renovado coraje para seguir ejerciendo el liderazgo que le reserva la Constitución. Habló un Rey cercano, sereno, lúcido, comprometido. Sin volver la cara a ninguno de los problemas que nos acechan. El económico, el primero. Y no pudo ser más claro: “Para mí, la crisis empezará a resolverse cuando los parados tengan oportunidad de trabajar”. En un país con seis millones de parado, el empleo será el indicador de la recuperación y no ningún otro. Aviso a los vendedores de optimismo al por mayor. Acertó también en el diagnóstico del problema que está erosionando las bases de nuestra convivencia política: “La crisis económica que sufre España ha provocado desaliento en los ciudadanos, y que la dificultad para alcanzar soluciones rápidas, así como los casos de falta de ejemplaridad en la vida pública, han afectado al prestigio de la política y de las instituciones”. Los españoles han soportado los sacrificios de estos malos tiempos con entereza, pero han sido defraudados por los poderes públicos en la reciprocidad que todo esfuerzo colectivo conlleva si quiere ser compartido. Sintonizó con esa sociedad que hastiada de comportamientos fraudulentos demanda compromisos éticos renovados. Y, como primero de los españoles, sin escurrir el bulto, dejó antes de despedirse un mensaje nítido que no necesitó acompañar de nombres y apellidos. Se le entendía todo. “La seguridad de que asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad”, dijo. Palabra de Rey que será puesta a prueba por la realidad implacable.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Ante el mismo error

  
  Rajoy confía en la ley para frenar la sedición de un gobierno que tiene como hábito violarla continuamente, confortado ya en la costumbre de que su insubordinación (ahí están sin acatar las múltiples sentencias del Constitucional y el Supremo sobre el castellano) no tiene más consecuencias que el consentido atropello de las libertades. Veremos. La ley es estéril sin un poder coactivo legitimado democráticamente que obligue a su cumplimiento. El orden constitucional de la II República violado por la declaración unilateral de la independencia de Cataluña en 1934 tuvo que ser restaurado manu militari. Dos años antes se había celebrado el debate sobre su estatuto en las Cortes republicanas. Ortega alertó del gran error de creer que el nacionalismo plantea un problema que puede resolverse mediante lo que Azaña denominó la "extirpación del descontento". Bastaría conceder la autonomía política para zanjar la cuestión catalana. De nada sirvió que Ortega explicara cómo el impulso nacionalista hacia la secesión es innato. Nunca se evapora. Aunque por momentos parezca soterrado cuando el proyecto nacional se impone a ese aliento particularista que permite a unos pocos exaltados arrastrar a la mayoría a posiciones radicales si la tarea colectiva de hacer de España “una Nación mejor” desfallece. 
   Ochenta años después, España asiste a un déjà vu. Un Zapatero necesitado de apoyos despertó el apetito de la secesión, Rajoy creyó después que con dinero podría saciarla y el PSOE aprovecha el embate a la soberanía nacional para disimular su confusa idea de España con una propuesta de reforma constitucional que socorre a quienes creen, como Azaña en 1932, que el nacionalismo sólo formula un ejercicio de “encaje político”. Otra vez, ante el mismo error.

LA RAZÓN, 17/12/2013

jueves, 12 de diciembre de 2013

Escándalo de UGT... y del PSOE

   La cuestión es: ¿hubiera sido posible el fraude monumental que UGT propició con dinero público sin el consentimiento o la vista gorda de la administración que dotaba las partidas presupuestarias saqueadas luego por el sindicato? Hasta en quince ocasiones, por ejemplo, alertó por escrito el interventor de la Junta de Andalucía contra el procedimiento (diseñado y aprobado por Magdalena Álvarez como consejera de Hacienda, Chaves como presidente y luego mantenido por Griñán) que permitía escapar del control público a las transferencias que terminaron enriqueciendo a sindicalistas vividores, políticos desalmados, aseguradoras carroñeras y amiguetes de todos ellos. Como siempre en estos casos, fue una denuncia valiente, pero colateral, la que permitió a una juez tenaz e insobornable tirar de la madeja para descubrirnos algo más grave que el timo de cuatro granujas. 
   Si Alaya va a sentar en el banquillo a dos presidentes de Andalucía (ambos también del PSOE, uno de ellos aún en ejercicio, aunque los dos ya convenientemente aforados en Madrid), a cinco exconsejeros y decenas de altos cargos, junto a sindicalistas, empresarios, intrusos y demás aprovechados, hasta un total de casi 200 encausados, no estamos ante un “caso UGT”, sino ante un entramado delictivo gestado al calor de la impunidad que terminó creyéndose el poder político tras 35 años de desempeño sin fin. Detrás de cada factura falsa, de cada ERE fraudulento, de cada curso de formación convertido en fiesta caribeña y mariscada, está lo que Alaya describió en un auto lúcido: un “sistema perfectamente establecido” en el que las ayudas se convierten en negocio bajo el “grandilocuente principio de la paz social”. Cada uno hacía su papel y todos salían ganando. El régimen socialista en su latifundio andaluz.

LA RAZÓN, 12/12/2013

jueves, 5 de diciembre de 2013

En cueros

   La libertad sindical es un derecho fundamental protegido en nuestra Constitución. Pero durante 35 años, la pasividad de unos y la complicidad de otros han permitido a los sindicatos arrogarse la representación exclusiva de los trabajadores. Se les abrieron puertas que no les correspondía traspasar, se les cedieron sillas que no debían ocupar. La “paz social” tenía precio. Chantaje se llama. Así es cómo los sindicatos se convirtieron en un poder paralelo que les ha permitido rivalizar en legitimidad democrática con la que otorga el ejercicio del sufragio universal, libre y secreto. Desde una supuesta atalaya moral inmaculada, el beneplácito sindical ha sido el salvoconducto que cualquier ley, iniciativa, reforma o gestión debía lograr para no ser tachada de anti-social y, por tanto, de perjudicial para “los trabajadores”, en ese plural totalizador que no admite disidencias. Como si no hubiera trabajadores entre quienes deciden delegar sus intereses en una mayoría democrática que los sindicatos siempre cuestionan si no se somete a sus propósitos. Que por definición son los de los trabajadores, faltaría más, y, sin disimulo, los de la izquierda política. 
   La filantropía del ideal sindical se ha quedado en cueros con un escándalo letal para UGT. Ninguna organización está a salvo de incubar un golfo. Pero aquí estamos ante un modelo de proceder normalizado que termina estafando a los trabajadores a quienes decían representar. Y cuando les han pillado con las manos en la masa, emerge su vulgaridad. Comportándose como aquellos a quienes han zaherido sin piedad desde su fraudulenta posición de honestidad incorruptible y entrega al prójimo: se enteran de todo por la prensa, se aferran al cargo, se les borran los ordenadores… Víctimas de un ataque a la libertad sindical, dicen.

LA RAZÓN, 5/12/2013

jueves, 28 de noviembre de 2013

El dilema

   Zapatero descubrió aquellos 600 días de vértigo narrados en sus memorias que tras la retórica siempre emerge la realidad. Cruda e inapelable. Funcionando al margen de los deseos, por bienintencionados que sean. Por prometer, uno puede prometer la luna, pero generará frustración colectiva cuando se demuestre la imposibilidad de conseguirlo. Lo deseable y lo posible. El eterno dilema de la acción política responsable. A veces, sin camino intermedio, como Zapatero aquél 12 de mayo: “O recortabas, o podías alimentar la espiral de la falta de solvencia”. 
   Quebrado Zapatero por un golpe de realismo, Francia aupó a Hollande. “La gran esperanza de la izquierda europea”, dijo Rubalcaba. Demostraría que una salida socialdemócrata a la crisis era posible. Hoy está hundido en las encuestas y tiene a Francia con todas las alertas en rojo por su resistencia a contradecirse y liberar una economía ocupada por el Estado. El fracaso de Hollande es del PSOE, con o sin la “ola de cambio” de Susana Díaz. El de una socialdemocracia inmadura para encarar la realidad sin el infantilismo que la incapacita para entender lo evidente: que no habrá estado del bienestar alguno si no generamos la riqueza suficiente para financiarlo. Ya podemos proclamar como derechos todas las necesidades que saquemos a subasta en el bazar populista de la democracia pervertida. Serán papel mojado. 
   Ofrecer un bienestar mayor del que podemos pagar es demagogia tóxica. El espejismo que nos trajo hasta aquí. Por eso sorprende que en la compleja tarea de recuperar el crecimiento, mientras unos arriesgan su capital político con reformas tan necesarias como impopulares –hoy Rajoy, ayer el Zapatero de 2010-, otros sólo obstaculicen caminos transitados con normalidad por la socialdemocracia en Alemania, Suecia, Holanda…

LA RAZÓN, 29/11/2013

lunes, 25 de noviembre de 2013

Ciudadanía abdicada

 Por su interés, reproduzco íntegro el artículo que Joseba Arrgi, ex consejero del Gobierno vasco y ensayista, ha publicado hoy en EL MUNDO.  

   No cabe duda de que vivimos momentos confusos. Los momentos eran ya confusos desde el punto de vista político antes de la crisis. Con la crisis, la confusión no ha hecho más que crecer y algunos elementos que conforman la confusión se han agravado. Por mucho que se nos diga que vivimos momentos de retroceso de la religión, de secularización creciente, de laicidad cada vez más completa, la verdad es que el mito del chivo expiatorio sigue plenamente vigente: siempre tiene que haber algún culpable que nos purifique de nuestras responsabilidades y simplifique la complejidad. 
   Parece que aún no hemos aprendido a pensar de forma sistémica: si un sistema entra en crisis, es el sistema en su conjunto el que entra en crisis, todas sus partes y todos sus elementos están afectados por la crisis, la crisis se manifiesta en cada elemento del conjunto, y no sólo en algunas partes del mismo. Hoy es el sistema político-económico-cultural el que está en crisis, en todos sus elementos. Pero jugamos con la idea de que la crisis está sólo en alguna parte del sistema, pero que no afecta al resto, no nos afecta a nosotros. Mejor dicho: que nos afecta, pero sin que seamos responsables de ello, porque nosotros, nuestra forma de pensar, nuestra forma de actuar, nuestra forma de comprar, de votar, de relacionarnos, de entender los derechos no son parte activa de la crisis, sino sólo pasiva. 
   Hace ya algunas décadas que la sociología americana desarrolló la idea de que el capitalismo había cambiado, y con él la cultura que le dota de significado, pasando de un capitalismo de producción a un capitalismo de consumo, y pasando de una cultura capitalista ascética, a una cultura hedonista, de valores subjetivos, post-materialista como se decía, siendo lo material el valor de la producción. Si a este cambio socioeconómico y cultural se le añade la transformación todavía más profunda de la economía con la consecuencia de que el sector manufacturero ha pasado a contribuir de forma muy limitada al PIB -alrededor del 15% en el caso de los EEUU de América-, con un crecimiento enorme del sector de servicios, dividido entre los servicios muy cualificados, de alto valor añadido y con capacidad de generar importantes ingresos por un lado, y los servicios que requieren poca o muy poca cualificación, con poco valor añadido y mal pagados, nos encontramos con que la infraestructura productiva, económica y social que sostenía y explicaba la estructura política de los estados nacionales occidentales ha cambiado radicalmente, con que los partidos de masas de esa estructura política han perdido su base social y material, y con que el conjunto del sistema está desanclado. 
   El sistema político de las sociedades modernas se encuentra, pues, con que ha perdido la base socioeconómica tradicional en la que se sustentaba, los partidos de masas están sin anclaje social, y los ciudadanos han heredado la cultura consumista repleta de valores hedonistas, post-materiales, la cultura subjetivista que sólo sabe articularse transformando los deseos en necesidades, y las necesidades en derechos. En una situación así los culpables, porque son algo más que responsables, siempre son los demás, además los demás entendidos como personas individuales, los políticos, los banqueros, el mercado imaginado como un monstruo personal omnipotente ante el que han abdicado el resto de elementos del sistema.
   Los movimientos que suscita la situación política actual agravada por la crisis son movimientos de personas instaladas en esa cultura del capitalismo post-industrial, del capitalismo de consumo, de una cultura capitalista post-materialista, subjetivista y hedonista. Todo son derechos, el estado tiene la obligación de satisfacerlos, los políticos están para que el estado satisfaga esos derechos, y si es necesario, debe anular las leyes del mercado para que esa satisfacción se produzca. Son movimientos articulados en torno a exigencias, a demandas, a reclamación de respeto de derechos adquiridos. Son movimientos que exigen la satisfacción inmediata de lo que reclaman -democracia YA!- al modo como los infantes exigen la satisfacción inmediata de sus deseos y necesidades. Son movimientos que, a veces, dan a entender que buscan el cambio de modelo. Se puede entender que plantean el cambio de sistema, que son, por lo tanto, revolucionarios. Pero esta palabra, revolución, no se escucha, lo que da a entender que la exigencia de cambio de modelo no se refiere a un radical cambio de sistema, sino a la conquista y ejercicio de poder dentro del sistema existente. 
   Es necesario, dicen, defender el estado de bienestar que tanto ha costado conseguir. Pero el estado de bienestar, como lo dice la palabra misma, bien-estar, requiere un grado suficiente de riqueza. Y el bienestar está relacionado con la riqueza que es capaz de producir una sociedad. Si una sociedad se permite mayor bien-estar que lo que es posible con la riqueza que produce, debe endeudarse. Y quien se endeuda debe pagar, antes o más tarde, sus deudas. Y quien se endeuda, se pone a sí mismo, en parte al menos, en manos del acreedor. Y todos los acreedores saben que el sistema funciona si existe confianza en que las deudas serán pagadas. En caso contrario no se presta, no es posible el endeudamiento. Y tampoco un bienestar por encima de la riqueza producida. 
   Una crisis política y económica, además de cultural, profunda como la actual, requiere que los elementos principales del sistema sean conscientes de los cambios profundos que se han producido en la base socioeconómica del sistema mismo. En su libro Une si longue Nuit, L'apogée des régimes totalitaires en Europe 1935-1953, Stéphane Courtois escribe: «Si Italia antes de 1922, Alemania antes de 1933, Rusia antes de 1917, China antes de 1949 representan efectivamente estadios muy distintos de evolución económica, también ofrecen la característica común de haber practicado formas de movilización de masas que se parecen a la democracia sin haber conocido, salvo episodios breves, el sistema representativo liberal tal y como ha funcionado en períodos largos en Francia, Inglaterra y en los EEUU. En este sentido, el totalitarismo es quizá la democracia menos el sistema representativo liberal; sería en definitiva el producto de lo que Trotski ha llamado la revolución permanente, es decir, el paso brutal de las sociedades antiguas a la política de masas saltando el escalón esencial de la democracia burguesa». 
   La democracia representativa, repito, ya no se asienta en intereses colectivos claramente definidos por la estructura socioeconómica. La base de la representatividad es más débil: el sector conservador-liberal apela a los sectores emprendedores y capaces de producir riqueza, mientras que los sectores de izquierda-progresista apelan a los sectores consumidores del bienestar permitido por la riqueza producida. 
   Pero unos y otros están sometidos a infinidad de exigencias provenientes de grupos de intereses difícilmente generalizables y que convierten la gestión política en un galimatías que cada vez requiere más de la capacidad de los responsables políticos de distinguir los fundamentos del acuerdo constitucional que sustentan la voluntad de creación de una comunidad política, y que deben estar a salvo de juegos y frivolidades, la garantía de los derechos y libertades fundamentales que para ser universales deben ser pocos, como decía Michael Walzer, y el resto de derechos y cuestiones políticas más sometidas al albur de mayorías cambiantes, no pocas veces circunstanciales y fruto de acuerdos más allá de las líneas claras de los principios dogmáticos. 
   Todo ello, sin embargo, requiere de ciudadanos que no abdiquen de sus responsabilidades políticas, que incluyen necesariamente las obligaciones. Una ciudadanía responsable debe ser una que interioriza que un sistema no puede funcionar si unos, los más exigen, y otros, los menos están obligados a rendir. Una ciudadanía responsable debe saber que no existe bien-estar si antes no se produce la riqueza que lo hace posible. Una ciudadanía responsable debe saber que es una trampa mortal para cualquier sistema democrático transformar los deseos en necesidades, las necesidades en derechos, y los derechos, a poder ser, en derechos humanos para que nadie los pueda cuestionar. 
   Mucho me temo, sin embargo, que la crisis que estamos viviendo aún no va a servir para reflexionar sobre estas cuestiones.

Joseba ARREGI

jueves, 21 de noviembre de 2013

Sin máscara

   Cuenta Teo Uriarte que cuando Josu Ternera envió la carta a Zapatero planteándole abrir el proceso de paz, el presidente, entusiasmado, le confesó a un ex político vasco: “¡Quieren hacer política!”. Éste agarró entonces de la manga a Zapatero y le respondió: “Presidente, ¡nunca han dejado de hacer política!”. Eso ha sido ETA siempre: un proyecto político. Liberticida, excluyente y de ruptura de España. Mató mientras creyó que así alcanzaría sus objetivos, dejó de hacerlo cuando entendió que las treguas le favorecerían y aprovechó la ocasión histórica que un presidente infantiloide le brindó para convertir una derrota real propiciada por la determinación policial y la fortaleza de la ley en una oportunidad estratégica para superar su debilidad. Que los pistoleros más sanguinarios salgan ahora de la cárcel acompañados de violadores y psicópatas no es prueba de la derrota de ETA. En todo caso, lo es de una democracia acomplejada durante años en el castigo del crimen. Pero el proyecto totalitario de ETA sigue ahí. Ahora avalado por las urnas. Tan legítimo como cualquier otro, pues. Tanto que el presidente de Sortu ya no necesita máscara: “La decisión que HB tomó hace 35 años fue acertada. No estamos dispuestos a rechazar ni revisar nada de aquello. Reivindicamos lo que fuimos y lo que somos, lo que hicimos y lo que hacemos”. ¿Derrotados? Su proyecto ideológico avanza en una sociedad que, huérfana del liderazgo para combatir las imposiciones proetarras en “la resolución del conflicto”, flojea en sus resortes morales y comienza a asumir la exculpación del terrorismo y la renuncia a la crítica del pasado como condiciones para la convivencia. Que entonces será pacífica, no libre.

LA RAZÓN, 21/11/2013

lunes, 18 de noviembre de 2013

El Mesías Mas

   Todo en Artur Mas es delirio e impostura para atizar la ignorancia populista en la que cimenta su sedición. Marchó a Israel para identificar la historia del pueblo judío con la del catalán. Ambos víctimas por su derecho a la diferencia. Por ser diferentes los judíos han sido secularmente perseguidos y despojados de su condición humana. Hubo quien intentó exterminarlos con un programa de aniquilación industrial. Es obvio que ningún catalán resulta perseguido por serlo. Pero Mas está en la tarea de pregonar su nación imaginada urbi et orbe. En su cita con Peres, una frase del presidente israelí (“La igualdad de derechos incluye el derecho a ser diferente”), esencia de la libertad individual que permite a un judío no ser nunca más carne de horno crematorio, sirvió al presidente catalán para arrimar el ascua a su falsa sardina: “El derecho a ser diferente incluye el derecho de Cataluña a ser ella misma”. Esta es la impostura. Reclama para Cataluña lo que niega a los catalanes: el derecho a no ser atropellados por el rodillo uniformador. A estudiar en español si lo desean. A rotular su negocio como mejor consideren. En definitiva, a no sentirse excluidos en su propia tierra.
   Con razón lamentó Mas en el Museo del Holocausto que su proyecto independentista haya sido comparado con el nazismo. Así se banaliza el mal. Pero la máscara democrática de su alzamiento solo es salvoconducto para ingenuos. “La vida se extingue allí donde existe el empeño de borrar las diferencias y las particularidades”, escribe Grossman en “Vida y destino”. Eso es el totalitarismo. Está incubado en ese nacionalismo que cree haber encontrado en Mas a su Mesías. 

LA RAZÓN, 16/11/2013

viernes, 15 de noviembre de 2013

Troya, otra vez

 
 
   Primero, los hechos. La doctrina Parot está derogada y los asesinos salen de la cárcel en oleadas, con esa sonrisa prepotente que humilla a las víctimas y se burla de esta democracia estúpida, tan tolerante siempre con sus enemigos. La ley de partidos está desactivada y se ha permitido lo que pretendía evitar: que el proyecto totalitario de ETA fuera legitimado por las urnas, convirtiéndose en una opción política más, llámese Batasuna, Sortu o Bildu, siempre los mismos perros con distintos collares. De Juana Chaos fue excarcelado por motivos humanitarios y hoy es prófugo de la justicia. Fungairiño fue sustituido por Cándido Pumpido para que los jueces se mancharan las togas con el polvo del camino… Todas éstas eran condiciones que ETA exigió a Zapatero durante la negociación. Todas se han cumplido. Es verdad: ETA ya no mata. A la vista de los resultados, cuesta creer que dejara de hacerlo sin “ningún tipo de concesión política”, como proclamó Rajoy tras el celebrado comunicado de la banda terrorista. 
   Es un proceso infame el que está culminando. De impunidad escondida tras un velo de pulcra legalidad. De debilidad disimulada con buena voluntad. Ni siquiera el dolor de las víctimas, ahora abandonadas y maltratadas en su dignidad con una falsa compasión, es comparable a la estafa que se está cometiendo con nuestra democracia. Acabaremos lamentándolo. Bildu está sustituyendo ya concejales por proetarras sin careta que no fueron en las listas blancas. Se ampara en la ley que en su día permitió a PP y PSOE cubrir las vacantes de los suyos que renunciaban por miedo. Paradojas de estos nuevos tiempos donde el Caballo de Troya está dentro. Otra vez.

LA RAZÓN, 15/11/2013

jueves, 7 de noviembre de 2013

Pobres de nosotros...

   El PSOE está desconcertado. No entiende tanto desafecto cuando encarna todo lo bueno que nos ha pasado y también lo que nos queda por disfrutar. “Ningún avance social experimentado por la humanidad puede ser explicado sin la participación directa o la influencia decisiva de los socialdemócratas”, leo en su ponencia política. Y, sin rubor alguno, citan, entre otros ejemplos, la abolición de la esclavitud, que como todo el mundo sabe fue obra de un socialista llamado Abraham Lincoln, fundador del Partido Republicano, sí, esa formación ultra y de gatillo fácil que agrupa a la derecha norteamericana.
   Con esta capacidad de autocrítica celebran los socialistas este fin de semana una conferencia para actualizar su ideario y recuperar la confianza de los españoles. Como su gestión de la crisis es reciente, está en la memoria viva de todos y no puede ser manipulada con la reescritura del pasado, la ponencia cede un par de paginitas a reconocer errores limitados a “la falta de convicción y explicaciones de las medidas adoptadas” entonces. Vamos, que congelar las pensiones y bajar el sueldo a los funcionarios por primera vez en la historia fue necesario, aunque mal comunicado, cuando el PSOE gobernaba, pero es intolerable si, con el PSOE en la oposición, otros revalorizan las pensiones un 0,25 en vez de congelarlas y los sueldos públicos no suben en lugar de reducirse.
   Es la celda que atrapa al PSOE: su falta de credibilidad. De ahí no se escapa con 400 páginas de verborrea buenista. Por mucho que desde su engreída atalaya moral nos amenacen con el fuego eterno de “un mundo que sería peor sin el poder transformador de la socialdemocracia”. Pobres de nosotros…

LA RAZÓN, 7/11/2013

jueves, 31 de octubre de 2013

Franco al rescate

   Huérfano de política, la impostación sentimental es refugio del PSOE. Y ahí está Franco, siempre a mano del socialismo en apuros. Argamasa para un partido cuarteado; espantajo para disuadir a los votantes que huyen hacia IU. Lleva el dictador cuatro décadas bajo una losa de granito y pretenden que siga catalizando un debate visceral que oculte las carencias propias. Demuestran su desorientación. Nuestro régimen de libertades suma casi tantos años como el de Franco. Tuvo el dictador un poder inmenso. No ya el que los socialistas le presuponen para confundir a la opinión pública. Que pregunten en la calle. Media España tendría problemas para ubicarle correctamente en la historia. Otra media no sabría responder dónde está enterrado. Agitan un fantasma porque no pueden explicar el despojo en que les ha convertido su falta de identidad nacional en plena sedición independentista. Apelan a la dignidad de las víctimas de una guerra civil perpetrada 75 años atrás para remover tumbas del pasado cuando los asesinados por ETA acaban de revolverse en las suyas al ver en qué ignominia ha acabado el falso proceso de paz del Gobierno socialista. Prefieren deslizarse por el pretérito porque el presente les retrata. Ahí les tienen, criticando a la vez a Montoro por subir los impuestos incumpliendo su palabra y al presidente madrileño por bajarlos respetando la suya. 
   Su experiencia de gobierno reciente es una rémora para la recuperación del PSOE. Exhibe también penurias de liderazgo. Pero su problema es la carencia de respuestas para los dos grandes retos de hoy: la defensa de la nación española y cómo recuperar el crecimiento económico que garantice el bienestar social. Franco no les ayudará a encontrarlas. Aunque lo exhumen.

LA RAZÓN, 31/10/2013

jueves, 24 de octubre de 2013

Cicerón, hace 2000 años

"El presupuesto tendrá que estar equilibrado, el tesoro tendrá que volver a llenarse, la deuda pública se tendrá que reducir , la arrogancia de la burocracia tendrá que ser atemperada controlada y la ayuda a las tierras extranjeras tendrá que eliminarse para que Roma no entre en la bancarrota. El pueblo debe otra vez aprender a trabajar en vez de vivir de la asistencia pública"

Con las víctimas en Colón

   Begoña tenía 22 meses. Murió abrasada en 1960 por una bomba en la estación de ferrocarril de Amara. Fue la primera. Llegarían después casi 900 más. Vidas rotas a las que durante años despedimos en funerales clandestinos despachados por la puerta de atrás. Tardamos en descubrir que en realidad eran héroes de nuestra libertad, merecedores de memoria, dignidad y justicia. Propósitos que suenan vacíos estos días de ignominia, donde las malas decisiones han terminado pasando factura. Nos escandalizamos con la excarcelación de Irene del Río, pero hasta que llegó Aznar las penas pretendían la reinserción del criminal y la izquierda rechazaba su cumplimiento íntegro. El PSOE y sus atajos a la ley: González prefirió la guerra sucia al endurecimiento del Código Penal heredado del franquismo; Zapatero basculó al otro extremo y optó por la negociación con los terroristas. Por la pasividad del primero y por la acción del segundo, decenas de terroristas van a salir de la cárcel. O, mejor, van a seguir saliendo. Porque hoy son Del Río y Troitiño, pero antes fueron De Juana y Bolinaga. Cada uno con su justificación legal, administrativa, humanitaria. Eufemismos tras los que se esconde la política sin freno que nos ha conducido a este octubre negro en el que el edificio jurídico levantado para la derrota de ETA se ha derrumbado con estrépito. En la sentencia del Faisán está el explosivo que lo dinamitó: el fin justifica los medios. Las buenas intenciones. Por ellas unos están libres y otros en las instituciones. Las víctimas de ETA ahora lo son también de un proceso que las dejó sin justicia. El domingo, en Colón, reivindicaremos su memoria y dignidad. Lo que nos queda.

LA RAZÓN, 24/10/2013

miércoles, 23 de octubre de 2013

¡A las barricadas!

   José Carrillo es rector de la Universidad Complutense. No corrió delante de los grises por el campus cuando los jóvenes estudiantes empezaron a plantar cara a la dictadura. Es hijo de Santiago Carrillo y entonces estudiaba en París. Pero al rector le gustan las barricadas. Si son los suyos los que se parapetan tras ellas, claro. Por eso ayer, día de huelga contra la nueva ley de Educación, montó en cólera cuando la Policía acudió a Somosaguas para retirar las que unos cachorros de la guerrilla urbana habían montado para impedir el acceso a quienes desearan asistir a clase. ¡La Policía ha entrado en el campus sin conocimiento de las autoridades académicas! se escandalizó el rector magnificus en nota pública. ¿Cómo? ¿Los grises otra vez porra en mano por la Ciudad Universitaria? El delirio izquierdista de algunos les hace ver fantasmas. La realidad es que los agentes apenas necesitaron pisar dos metros de suelo complutense para desmontar las barreras liberticidas que Carrillo junior alienta con su gestión sectaria de la primera universidad de España.

LA RAZÓN, 23/10/2013

jueves, 17 de octubre de 2013

Como unos más

   ETA ya no mata. ¿Que suma votos y sumará más? Democrático ¿no? La que nunca alcanzaron en cuarenta años de bombas y tiros en la nuca. Su proyecto totalitario avalado por las urnas. Creciendo en el vacío de la España sin fibra moral para batallas ajenas a las del pan de cada día en estos tiempos de crisis pavorosa. ETA ya no mata. Y al amparo de nuestro conformismo avanza una estrategia letal. Lo expresó Aznar con la claridad que le acompaña: “Si queremos un futuro sin terror no podemos actuar como si el terror no hubiera existido”. Gente extraña esa María San Gil escandalizada porque socialistas y populares lleguen a “potear” con los de Bildu por el casco viejo de San Sebastián en estos tiempos de “normalidad”. Donde los asesinos disfrutan de permisos carcelarios sin arrepentimiento por la sangre derramada. Donde, bastándonos que ya no maten, les dejamos escribir el relato falseado de estas décadas de infamia, para escarnio de quienes murieron con la promesa de que no sería en vano. 
    La sentencia del chivatazo a ETA participa de este engaño colectivo. Reconoce que se hizo “para no entorpecer” la negociación de Zapatero con ETA, pero el tribunal se mancha las togas con el polvo del camino y argumenta que el fin (la paz) justifica los medios (la violación de la ley por quienes debían protegerla). Foto completa de un proceso repugnante: se negoció la paz con los terroristas, se les legalizó, se les permitió alcanzar las instituciones y ahora debemos felicitarnos. Ya no matan. Les hemos concedido pátina democrática. Pueden hacerse la foto a las puertas del Congreso con Rubalcaba y su coalición anti-PP. Como un aliado más.

LA RAZÓN, 17/10/2013

jueves, 10 de octubre de 2013

El bisturí de Alaya

  
 Alaya no investiga un caso de corrupción más, aunque sea el más grave por número de imputados (161) y la cantidad defraudada (1.217 millones). Con voluntad inquebrantable en la función de su magistratura y la precisión de un cirujano, Alaya está diseccionando un régimen de poder articulado durante treinta años de ejercicio ininterrumpido. No es casualidad que Andalucía sea la única región española que desconoce la alternancia política. El monocultivo socialista ha tejido una red clientelar fortalecida a medida que la sensación de impunidad crecía en un poder político que se reconocía invulnerable. Lo que no pudieron destapar los medios de comunicación ni la oposición política lo está logrando esta juez paciente. Ha quedado descrito en sus autos: “Estaríamos ante un sistema perfectamente establecido, en el que la concesión de ayudas se convierte en el verdadero negocio”. El poder diseña el artificio contable opaco, lo envuelve con el celofán de las “ayudas públicas” y el erario se escapa sin control regando un negocio que llega a todos: sindicatos, aseguradoras, amiguetes y a una administración que se garantiza la ”paz social”. A más ayudas, más negocio y mayor estabilidad para el régimen. La Arcadia feliz del socialismo. Abierta ahora en canal por el bisturí de esta juez valiente para mostrarnos sus entrañas putrefactas. “Se están llenando sus bolsillos”, clamaba el capo de UGT en Cádiz, ahora detenido, para agitar la huelga contra Rajoy. Alaya nos permite conocer la realidad que escondía aquella frase. El latrocinio andaluz avergonzaría a Robin Hood. Decían defender a los trabajadores y se han aprovechado del drama del paro para enriquecerse en el mayor latifundio del desempleo en Europa.

LA RAZÓN, 10/10/2013

viernes, 4 de octubre de 2013

De libres y esclavos

   La esclavitud no habría sido abolida si Douglas hubiera derrotado a Lincoln. No porque el senador fuera un esclavista convencido, sino porque, para ganar votos de uno y otro bando, enarboló la doctrina de la soberanía popular. Nada tan democrático, proclamaba, como dejar que los electores de cada territorio decidieran si sus futuros estados debían o no respetar la esclavitud. Nada tan democrático, repite Mas, como que los catalanes puedan decidir su futuro sin cortapisas. Lincoln combatió que el autogobierno pudiera violar el principio de que todos los hombres nacen libres e iguales. Mas pretende que desistamos de nuestra libertad conquistada para alfombrar su secesión. 
    En democracia es el imperio de la ley, no la voluntad mayoritaria, la garantía de las libertades. “Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres” sentenció Cicerón. No porque la soberanía popular tenga límites, sino porque debe expresarse sin atropellar las reglas que nos hemos dado. La Constitución es inviolable, no inmutable. Alberga los mecanismos para su reforma. Lo que (todos) decidimos libremente en 1978 (todos) podemos darle la vuelta como a un calcetín si fuera deseo mayoritario. Incluso podemos decidir que España ha dejado de serlo. Pues nada. Mayorías cualificadas, elecciones, referéndum y carpetazo a la nación más antigua de Europa y una de las más influyentes de la historia. La democracia no garantiza decisiones siempre acertadas. 
    Habla muy mal de nosotros que estemos planteándonos a diario qué es España, pero si el futuro pasa porque volvamos a decidirlo, hagámoslo. Todos. Porque nada tan liberticida como pretender que la expresión de una voluntad acotada y soliviantada por victimismos fantaseados convierta de golpe en extranjeros a españoles en su propia tierra.

LA RAZÓN, 4/10/2013

martes, 1 de octubre de 2013

¡Adiós, Estado del Bienestar!

José María Carrascal, maestro de periodistas, ha publicado hoy un Tercera en ABC que merece ser reproducida en su integridad. El texto debería ser leído en todos los colegios de esta nación sin rumbo que zozobra por culpa de la demagogia instalada en la política y el conjunto de la sociedad española.


   La noticia más importante de los últimos tiempos no apareció en los titulares. Ni en los editoriales. Ni en las tertulias. La dio el nuevo Rey holandés en un acto protocolario, la apertura oficial del año parlamentario, al anunciar en su discurso «la sustitución del clásico Estado del bienestar por una sociedad participativa». O sea, el fin del primero, considerado poco menos que sagrado, por algo aún sin definir. Un seísmo económico y social. Y no lo decía el Rey Guillermo. Lo decía el Gobierno que le había escrito el discurso, formado, no por conservadores a lo Thatcher o Merkel, sino por liberales y socialdemócratas. Un Gobierno de centro-izquierda, en suma. La explicación vendría en el siguiente párrafo del discurso, que merece la pena reseñarse íntegramente por la importancia histórica que tiene: «El paso hacia una sociedad participativa es en particular relevante en la seguridad social y en los que necesitan cuidados de larga duración. Es precisamente en esos sectores donde el clásico Estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX ha producido sistemas que en su forma actual no son sostenibles». ¿Necesita explicación? Bueno, la explicación está en los números. Holanda, que se ha cansado de dar lecciones a los países del sur de Europa por no hacer sus deberes, no va a cumplir este año sus objetivos de déficit, mientras que su economía bajará el 1,25 por ciento y el poder adquisitivo de sus ciudadanos lo hará en un 0,5 por ciento. Lo que ha obligado a su Gobierno a anunciar un recorte de 6.000 millones de euros para ajustar el presupuesto. El Rey Guillermo expresó la confianza de que «un pueblo fuerte y consciente (se supone el suyo) será capaz de adaptar su vida a tales cambios». 
    En lo que está la clave de lo que viene ocurriendo y la médula del discurso: no se trata de un mero ajuste debido a unas circunstancias extraordinarias, para que, pasado el bache, todo vuelva a ser como antes. No. Se trata de una modificación sustancial, de poner las bases de una nueva sociedad, de cambiar el modelo porque el actual ya no sirve, de sustituir, en fin, el Estado del bienestar por otro bastante diferente, bautizado con el nombre de «sociedad participativa». 
    ¿Y qué es la sociedad participativa?, se preguntarán ustedes, como se están preguntando los holandeses. Pues aquella en la que los ciudadanos tendrán que asumir bastantes de las funciones y responsabilidades que hasta ahora venía asumiendo el Estado, sobre todo en lo que se refiere a su futuro y al de sus hijos. El Estado seguirá asumiendo los servicios sociales básicos, pero los individuos tendrán que contribuir más a ellos, ya para sí mismos, ya para las personas afines, como familiares, vecinos o allegados. De ahí el nombre de «participativa». Papá Estado no puede asumir esos cargos por la razón antes apuntada: las cuentas públicas no salen. Y no salen porque el Estado del bienestar se asienta en datos falsos, quiero decir, es una estafa. Todo Estado social se funda en un «contrato social»: un pacto entre todos los ciudadanos de un país, ricos y pobres, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, para repartir lo más equitativamente posible cargas y beneficios. Pero ese pacto no ha sido respetado por las generaciones anteriores que echaron las cuentas en su provecho. Un ejemplo lo ilustra meridianamente: la pensión de jubilación comenzó calculándose en España según lo cotizado ¡en los años que más se ganaba, los dos últimos en activo! En los que más se ganaba. Pasaron luego a ser ocho, y ahí estuvo muchos años. Nada de extraño que la Caja de la Seguridad Social amenazara quiebra, debido a la irresponsabilidad de unos políticos que convirtieron el Estado del bienestar en un gigantesco sistema piramidal, estilo Madoff, por el que los beneficios se pagan, no con lo aportado por los beneficiados, sino con las aportaciones de los nuevos cotizantes, cada vez más escasos. Hasta que la pirámide se ha invertido, y se desploma. Los ejemplos pueden prolongarse hasta el infinito en todos los sectores sociales. O antisociales, pues estamos ante una estafa generacional. 
    Tras haberse desplomado la utopía comunista, se desploma la utopía socialdemócrata, que unía libre mercado y servicios sociales de todo tipo, lo que la hacía parecer mucho más sólida y convirtió Europa en foco de atracción de millones de personas dispuestas a alcanzarla desde África, Asia, Latinoamérica, por todos los medios posibles, incluido el arriesgar la vida. Pero el paraíso europeo ya no da más de sí. Ni siquiera para los propios europeos. De hecho, está en quiebra excepto en aquellos países, como Alemania y los escandinavos, que hicieron a tiempo los ajustes necesarios para que la pirámide no se les viniera encima. Ahora les toca hacerlos a los que no querían verla. 
    Algún lector de buena memoria recordará que, hace ya años, cuando empezó la crisis, advertí que no era una crisis cualquiera, es decir, uno de esos frenazos cíclicos con los que el capitalismo corrige sus excesos, elimina grasas y sale más fuerte que antes. No. Lo que estamos viviendo es un cambio de ciclo, puede incluso que de era, que exige reajustarse a las nuevas circunstancias que reinan en nuestros países y en el mundo entero. No se puede seguir con las mismas pensiones por las que hemos cotizado si las expectativas de vida son más largas, ni con los aumentos automáticos de salarios si la empresa donde trabajamos va mal, ni mantener instituciones estatales sin otra función que dar un sueldo a los familiares y amigos, ni seguir actuando como si no hubiera pasado nada en las últimas décadas. Basta comparar las imágenes de China en 1990 con las de hoy para darse cuenta del cambio brutal experimentado por aquel país, que representa buena parte de la población mundial. Del enjambre de ciclistas con traje de Mao hemos pasado a una jauría de coches y chicas con falda corta y tacones de aguja. La riqueza se está trasladando de Europa a los países emergentes. Se trata de un corrimiento semejante al ocurrido a finales del mundo antiguo desde el área mediterránea a Centroeuropa. O al que produjo la Revolución Francesa, que acabó con el poder de la aristocracia para dárselo a la burguesía. O al de la revolución industrial, que instauró la clase media en Occidente. Hoy, nuestra clase media se ve desafiada por la que intenta ser clase media en Asia e Iberoamérica. ¿Quiere esto decir que vamos a volver a las cartillas de racionamiento y miserias de la posguerra? No. Quiere decir que nuestros jóvenes vivirán peor que sus padres, pero bastante mejor que sus abuelos. O dicho de otro modo: que se ha acabado el gastar más de lo que se tiene, lo que por otra parte es de cajón. Eso sí, rodeados de orondos líderes sindicales pidiendo que todo siga lo mismo y de una izquierda más conservadora que nadie. 
    A todos ellos los va a barrer, no sus rivales políticos, que bastante trabajo tienen con ajustarse a la nueva situación, sino la crisis. Una crisis que no es crisis, sino el viento de la Historia. 

 José María CARRASCAL
ABC 1.10.2013

jueves, 26 de septiembre de 2013

Los que no dejan decidir

   Mira por dónde, en el vertedero de mentiras sobre el que el nacionalismo catalán ha levantado su “derecho a decidir” es posible encontrar una verdad indiscutible: “Mejora la condición de vida de las personas”. Estoy de acuerdo. Poder decidir distingue a los hombres libres. Milton Friedman consagró su obra a demostrar que lo somos en la medida que podemos decidir qué hacemos con nuestra vida sin imposiciones ni coacciones externas. No es ésa la aspiración nacionalista. A la vez que proclama tan seductor derecho colectivo lo tritura cuando personas con nombre y apellidos intentan ejercerlo en su vida cotidiana. Solicitando enseñanza en español para sus hijos en colegios públicos que se la niegan, por ejemplo. O vendiendo manzanas en vez de pomas, creyendo el osado comerciante que así tendrá mayor clientela. El nacionalismo socava su legitimidad democrática cuando impone el rodillo uniformador. Entonces se transforma en agresión liberticida. Fascismo puro. Sin espacio para la disidencia no hay elección posible. La capacidad de decidir queda reducida a optar entre la sumisión o una resistencia que condena a la exclusión. 
  Este carácter excluyente del nacionalismo es el que convierte su “derecho a decidir” en una estafa. Enarbolado como quintaesencia de la democracia si le permite alcanzar un único objetivo: la secesión; negado a los demás si lo pone en peligro. Cuando Mas dice que los catalanes tienen derecho a decidir el futuro de su nación imaginada, nos está impidiendo al resto de los españoles decidir el de la nuestra, de la que Cataluña es parte esencial. ¿Consentiría al menos el “derecho a decidir” de los araneses que reivindican aquella bellísima comarca como nación distinta a la catalana? ¿Tampoco? Menuda farsa.

LA RAZÓN, 26/09/2013

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Del estado del bienestar al bienestar con menos estado... Una respuesta del prof. Huerta de Soto


Lecciones alemanas

   Regeneración democrática. Su necesidad aparece en todos los diagnósticos que se hacen de las calamidades patrias. Convertida la política en víctima del descontento que acompaña a la crisis, no hay programa de futuro que no incluya entre sus propuestas la “regeneración democrática”. Para acercar la política al ciudadano; para liberarla del control de los aparatos; para facilitar la renovación de sus elites. Y nos asaetean con reformas legales, reglamentarias, constitucionales… cuando a veces bastaría con el ejercicio verdaderamente democrático de lo que ya existe. 
    Alemania nos deja esta semana varios ejemplos. Merkel ha arrasado, sí. Pero se ha quedado a cinco escaños de la mayoría absoluta. De hecho, los tres partidos de izquierda suman más diputados que los del único partido del centro-derecha. La izquierda alemana tiene la mayoría absoluta del Bundestag. Y, sin embargo, nadie se plantea la posibilidad de un gobierno de esa ideología. Ahora trasladen la situación a la realidad española. ¿Se imaginan qué pasará aquí si Rajoy no revalida su mayoría absoluta? En Alemania nadie contempla la posibilidad de que el partido más votado no gobierne. En España estamos acostumbrados a que suceda lo contrario. Naturalmente, siempre que sea el PP el que se quede a un puñado de votos para hacerlo en solitario. Alemania deja otra lección más: allí nadie se plantea un gobierno apoyado por los comunistas. Algunas regiones españolas los tienen sentados en los despachos del poder. 
    El debate de la regeneración democrática hay que creérselo. Todos. Y con todas las consecuencias. “Para destruir las malas prácticas, la ley es menos útil que los esfuerzos individuales”, escribió Ganivet, este sí, auténtico regeneracionista.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Enredos socialistas

   “El partido socialista tiene el gran deber en esta hora de hablar a tiempo, con toda altitud y precisión (…) porque gobernar, sólo puede un partido por su dimensión nacional”. La frase podría ser de Bono, Fernández Vara… o Corcuera, el último en irrumpir sin contemplaciones diplomáticas en el agitado debate que desangra al partido. Pero la pronunció Ortega en una sesión de las Cortes Constituyentes de la II República. Demuestra que el PSOE arrastra dificultades para articular una política de carácter nacional desde sus orígenes como partido de clase fiel a la idea marxista de que “los obreros no tienen patria”. Este escollo fue evidente durante la II República, en cuya Constitución trató de insertar la declaración de España como “una República de trabajadores”. El proyecto pragmático, moderado y nacional que construyó Felipe González para ganarse el respaldo mayoritario de la sociedad española quebró cuando un Zapatero débil se echó en brazos de los enemigos de España y abrió la caja de Pandora con aquello de la nación como “concepto discutido y discutible”. Sólo en privado los socialistas sensatos alertaban del desastre que aguardaría al PSOE abrazando la España plurinacional. Pero mientras unos jaleaban, otros consintieron. Y hasta aquí han llegado juntos. 
   El gran partido de la izquierda democrática se descompone por la ausencia de una idea clara y reconocible de España. Sin determinación para encarar lo evidente, y con el órdago secesionista como coartada, pretenden ahora enredarnos a todos en una reforma constitucional innecesaria con el objetivo no declarado de cortarse un traje federal a la medida de su indefinición. Así los socialistas catalanes podrán defender una cosa, los andaluces la contraria, y el resto, la que se les antoje en cada ocasión.

LA RAZÓN, 19/09/2013

jueves, 12 de septiembre de 2013

Del PSOE y la tribu



   Decía Ortega que el problema catalán no se podía resolver, “sólo se puede conllevar”. Pero hasta esto resulta cada vez más difícil. Ni el artículo 2 de la Constitución que consagra su unidad indisoluble parece ya garantía suficiente para la supervivencia de la nación española. El partido mayoritario de la izquierda la ha traicionado cuando más necesitaba de su defensa ante el asalto fascista que pretende conciliar con la democracia el objetivo segregacionista de convertir a compatriotas en extranjeros. Es esa izquierda, otrora igualitaria, la que ha subordinado los derechos individuales a los credos nacionalistas de la tierra, la sangre y una historia falsificada que, ya sin careta, aspiran a la ruptura de España. Que varios dirigentes del socialismo catalán participaran ayer en la performance secesionista y no hayan sido aún expulsados del único partido que luce la E de España en sus siglas demuestra por qué el PSOE se ha convertido en gran obstáculo para la defensa de la nación. Bajo el liderazgo de Felipe González, el pragmatismo adormeció la pulsión del partido por “la libre autodeterminación de los pueblos del Estado”, pero Zapatero desenjauló a la fiera, negó la personalidad histórica de España para concedérsela a sus enemigos, y ahora un PSOE desorientado no sabe cómo detener su deriva nacionalista sin pagar el precio de la fractura. Éste es el problema. Porque será difícil perpetuar la España de ciudadanos libres e iguales si el PSOE no acompaña en la defensa de la nación constitucional como bastión de la libertad frente al regreso a la tribu que, alertaba ayer Vargas Llosa en la presentación de su héroe discreto, el nacionalismo impone con su uniformidad totalitaria y la exclusión del disidente.

LA RAZÓN, 12/09/2013

viernes, 6 de septiembre de 2013

Un año después

   Tal día como hoy hace un año. Buenos días, herr Merkel. La canciller visita en Moncloa a un Rajoy abocado a solicitar el rescate. “La situación económica se complica cada día más y la realidad es tozuda”, se lee en el ejemplar desempolvado del otrora diario independiente de la mañana. “Estamos en un país casi en suspensión de pagos, y cuando una empresa está mal, la alternativa es pedir ayuda”, aconsejaba el vicepresidente de los empresarios, Arturo Fernández. La prima de riesgo había cerrado la tarde anterior en los 495 puntos y el paro había vuelto a crecer dos días antes en 38.179 personas tras cuatro meses a la baja. Aún debían transcurrir tres meses de zozobra para que, en un editorial infame, el diario de referencia de la izquierda española sentenciara: “Aplazar la petición de rescate equivale a condenar a la economía española a una recesión prolongada y dolorosa”. 
   El mismo día, un año después. Rajoy vuelve a verse con Merkel, ahora en la cumbre del G-20. Ya sin la amenaza del rescate. La prima cerró ayer en los 255 puntos. El dato del paro en agosto fue el mejor de los últimos doce años. La recesión quedará atrás en breve, ya veremos si escapando o no del estancamiento. Hasta Rubalcaba ha tenido que dejar un minuto de hablar de Bárcenas para reconocer que lo peor de la crisis ha pasado. Dice que a pesar de las políticas del Gobierno. Gracias a un advenimiento mágico entonces, pues pronosticó el apocalipsis en cada decisión de Rajoy. 
   La euforia es insultante con seis millones de parados y España no se recuperará sola en un mundo globalizado. Pero a veces mirar atrás ayuda a ponderar el juicio. Grecia va camino de su tercer rescate.

lunes, 29 de julio de 2013

El PSOE ya tiene su Nixon

   Buscaba Rubalcaba su Nixon en Rajoy y lo ha encontrado en Griñán. Quería una dimisión. Ya la tiene. En su propia casa. Porque además de ser el presidente de Andalucía acusado por el interventor de estar incurriendo en el mayor caso de corrupción de la historia de España, Griñán es presidente del PSOE. Qué inoportunidad, ahora que habían salido de caza… Tanta excitación y desmemoria les pierde. Sólo un ministro ha dado con sus huesos en la cárcel en cuarenta años de democracia. Fue Barrionuevo, a quien el Tribunal Supremo, en sentencia ratificada por el Constitucional, condenó por un delito de secuestro y otro de malversación de caudales públicos. Barrionuevo ingresó en la prisión de Guadalajara arropado por Felipe González y 7.000 militantes socialistas, muchos de ellos llegados en autobuses fletados por el partido en Andalucía. Allí estaba Rubalcaba también. Abrazando al reo convicto con quien había formado gabinete y por el que tenía un afecto que entonces no se expresaba por SMS, aunque hacerlo hoy sea para algunos la prueba de cargo contra Rajoy. ¡Connivencia!, acusa Rubalcaba. Recuerden de nuevo la foto: el ministro condenado, el presidente que lo amparó, el portavoz que todo lo justificaba. Los tres a la puerta de la cárcel despidiendo al delincuente. Mal asunto tener la espalda descubierta cuando conviertes la política en cacería furtiva. Nixon cayó al demostrarse que había urdido un plan para encubrir el asalto al Watergate. Griñán lo hace cuando su obstruccionismo no ha podido quebrar la tenacidad de la juez Alaya. Nadie puede acusar a Rajoy de estar entorpeciendo la investigación de policías, fiscales y jueces. Bárcenas se lo exigió y está en la cárcel.

LA RAZÓN, 27/07/2013

viernes, 19 de julio de 2013

Metástasis

   La corrupción es el cáncer de una sociedad abierta. Su metástasis se extiende a medida que la parcela pública y el poder político penetran nuestras vidas. “Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”, escribió Horacio. De ahí la importancia de que las democracias estén organizadas para atajar, y someter sin tibiezas, el abuso de lo público en beneficio privado. Porque la corrupción no es solo cosa de políticos sinvergüenzas. O desalmados sindicalistas. Hay un caldo de cultivo que la propicia. Por ejemplo, que partidos y sindicatos no estén obligados por ley a financiarse sólo con la cuota de sus afiliados y mediante un sistema de donaciones de trasparencia cristalina. Como ahora están ocupados en arrojarse la basura unos a otros, no esperemos avances en este sentido. Pero la sociedad debiera revisar también su facilidad para dejarse seducir por los abundantes señuelos de justicia social y bienestar colectivo que las administraciones públicas lanzan para justificar su expansión. Esta falsa filantropía favorece el aprovechamiento en interés propio de los que poseen el poder o se benefician de su proximidad. Reclamando permanentemente a las administraciones que nos asistan, estamos otorgándoles la coartada para su engorde y cebamos la corrupción potencial que acompaña al poder. Así que cuanto menos dinero permitamos en manos públicas, menos oportunidades para ser malversado después en ayudas, subvenciones, subsidios, becas y contribuciones variopintas de difícil control. El dinero, mejor en el bolsillo de cada uno. Porque desde la ministra Carmen Calvo, ya sabemos cómo algunos entienden el dinero público: aquél que no es de nadie. Y si no es de nadie, nadie puede reclamarlo. Así nos roban.

LA RAZÓN, 19/07/2013

viernes, 12 de julio de 2013

Si...

   La causa contra Rajoy se sostiene de momento en la elástica condicionalidad. El si…, sin tilde. Esa escueta conjunción que permitió a Kipling construir un memorable poema al hombre íntegro vertebra el asedio al presidente. “Si es que lo que apuntó en esta contabilidad Bárcenas es cierto”, escribe El Mundo para dejar caer la comisión de varios delitos en el PP. “Si se demuestra que ha cobrado siendo ministro”, argumenta el PSOE para reclamar un Gobierno que no nos mienta (¿Les suena, verdad?). Las elecciones fueron una estafa “si Rajoy ha mentido…”, proclama Cayo Lara. ¿Y si no ha sucedido nada de eso? “Lo peor para el PP es que todo lo que dice Bárcenas resulta verosímil”, responde una periodista y escritora de éxito. Esta es la cuestión. Vivimos tiempos donde lo verosímil se identifica con veraz, aunque lo veraz implica certeza, autenticidad irrefutable, y a lo verosímil le basta con apariencia creíble. Es la distancia que separa los dos ámbitos en que se disputa el caso Bárcenas: el de la justicia, necesitada de pruebas, y el de la opinión pública, alimentada también con sospechas. 
   Hay un juez intentando descubrir el origen de la fortuna amasada por el ex tesorero del PP. A la espera de lo que depare la investigación, sus manuscritos no prueban nada aún. Pero se han convertido en prueba de cargo para el Rajoy imperturbable al que un presunto delincuente enjaulado y una oposición gamberra le han invertido la carga de la prueba en el juicio abierto de una calle hastiada y descreída. 
   “Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti / pero también tienes en cuenta sus dudas…”. Kipling.

jueves, 4 de julio de 2013

Monipodio socialista

  
   Imputados una ex ministra, dos ex consejeros autonómicos (uno de ellos en libertad bajo fianza), cinco viceconsejeros, diez directores generales, varios secretarios generales. También sindicalistas y directivos de aseguradoras. Hasta el interventor general que alertó del fraude perpetrado durante más de diez años. A la espera de conocer si el propio presidente Griñán desfilará ante el juez, no existe en nuestra historia democrática mayor caso de corrupción institucionalizada. Es lo que convierte a este fraude en excepcional. Porque no estamos ante un ladronzuelo aprovechado de su cargo o influencia. Esta no es la historia del Cortadillo con despacho que fue Juan Guerra. Lo que está desenredando la juez Alaya es una trama de corrupción montada en la mismísima administración al amparo de un régimen al que 30 años de ejercicio ininterrumpido del poder le convencieron de su impunidad para hacer y deshacer a su antojo. Responde al modelo de corrupción descrito por Cervantes, localizado precisamente en Sevilla: “Vine a entender con toda certeza que el dueño de la casa, a quien llamaban Monipodio, era encubridor de ladrones y pala de rufianes”. Con precisión quirúrgica, Alaya nos descubre cómo el gobierno andaluz diseñó un “procedimiento específico” para evitar la fiscalización de unos fondos que, presupuestados para ayudar a los trabajadores de empresas en dificultades económicas, se repartieron al arbitrio y terminaron engordando las cuentas de sindicalistas, cargos públicos, amiguetes e impostores. Todos sin escrúpulos para enriquecerse con el drama del desempleo en ese reino del paro que es la Andalucía convertida en patio de Monipodio socialista. “Pasméme, quedé suspenso cuando vi que los pastores eran los lobos y que despedazaban el ganado los mismos que lo habían de guardar…”

LA RAZÓN, 04/07/2013

miércoles, 26 de junio de 2013

En la hoguera populista

   El populismo sepulta cualquier intento de debate serio en España. Por algo somos el país con el concepto más asistencial del Estado. Ocho de cada diez compatriotas creen que el Estado debe garantizar su bienestar. Porcentaje superior al de las grandes socialdemocracias europeas. La pasión por el asistencialismo público no ha dejado de crecer en las últimas décadas y no discrimina por ideologías. Se observa tanto en el votante de izquierdas como en el de derechas. Wert lo está sufriendo en sus carnes. Según una reciente investigación demoscópica de la Fundación BBVA, somos los europeos más opuestos al principio de que los que se esfuerzan sean recompensados. Así que no sorprende la que se ha montado contra la pretensión de elevar el listón de las becas universitarias del aprobado raspado a una nota del 6,5. Un exceso que asusta incluso a quienes dentro del PP ceden a esa demagogia ambiental que se impone con su amplio catálogo de derechos sin obligaciones. Acusa la izquierda a Wert de fomentar la exclusión social. Y hasta los suyos le dejan solo. Sin coraje para defender que los estudios universitarios ya están «becados» (esto es, subvencionados) en España, donde sólo pagamos el 20 por ciento del coste de la carrera. Menos de lo que se paga en otros países desarrollados, como ayer demostró la OCDE. Pero ahora es la beca misma la que se ha convertido en derecho. Así que a la hoguera con este ministro osado que pretendía exigir un heroico 6,5 a quienes, financiados con el esfuerzo de nuestros impuestos, se sienten liberados del compromiso que toda beca implica: la esforzada forja de un valor cuyo beneficio revierta en la sociedad del mañana.
 
LA RAZÓN, 26/06/2013

viernes, 21 de junio de 2013

Ahora, a retratarse

   Los padres fundadores de nuestra democracia diseñaron el modelo autonómico como marco de convivencia nacional respetuoso con las singularidades regionales. Su éxito dependería de un desarrollo sensato. Desde hace 35 años, la deslealtad manifiesta de unos, el interés electoral de otros y la debilidad de quienes debían defender el compromiso nacional han empujado a España por la senda del particularismo. Nos percatamos ahora: es el camino opuesto al que debemos recorrer para escapar de la crisis. Y no es fácil la marcha atrás.
   Las Comunidades han mutado en 17 Estados miniatura. 120 de las 218 medidas del Gobierno para la reforma de la administración pública tratan de corregir esa duplicidad de servicios prestados a la vez por el Estado y la autonomía correspondiente. El ciudadano paga por ambos, cuando bastaría con que lo hiciera una sola vez. La crisis, que no todo lo que trae es negativo, nos impulsa a poner coto a este despropósito. Buena oportunidad para reconducir un modelo desbordado.
   Rajoy acierta al colocar sus reformas bajo el único criterio de la eficiencia. Es la calidad del servicio lo que importa, no la titularidad de quien lo ofrece. Este debate, aún no superado por la izquierda ideológica, como demuestra su permanente agit-prop sobre lo público y lo privado en la gestión de los servicios esenciales, se abre ahora a gobiernos autonómicos de todo color. Costará verles, nacionalistas o no, cediendo estructuras de poder, por mucho ahorro que suponga para el contribuyente al que luego castigan con sus impuestos. Pero quedarán retratados ante su electorado. Porque no vale ir de víctimas ante la exigencia de estabilidad presupuestaria cuando después gastan sin necesidad.

LA RAZÓN, 21/06/2013 

viernes, 14 de junio de 2013

Lo que el pacto esconde

   El PSOE es hoy un barco hundido. No es una opinión. Es la conclusión del informe sobre la democracia en España elaborado por la Fundación Alternativas, nada sospechosa de veleidades liberales o conservadoras. La intención de voto declarada al PSOE es inferior al 15%. Hay que remontarse a la AP de Hernández Mancha para encontrar una cifra tan baja en una de las dos grandes formaciones nacionales. El desgaste del PP en la gestión de la crisis no está siendo capitalizado por el todavía principal partido de la oposición, que sigue desplomándose en las encuestas con su estrategia del no a todo. Sobre esta realidad dramática para los intereses del socialismo hay que interpretar la disposición de Rubalcaba al pacto con Rajoy en la ofensiva del Gobierno para arrancar de Europa un giro en las políticas de austeridad. Rubalcaba hace de la necesidad virtud, Rajoy fortalece su liderazgo y ambos creen reconciliarse con una opinión pública nostálgica de tiempos más propicios a los grandes acuerdos nacionales. Márketing. Poco más. Porque el pacto tiene una eficacia irrelevante más allá del efecto alucinógeno que provoque en una sociedad hastiada de que nunca haya espacio para el entendimiento. Ante Merkel, la alianza que cuenta es la que Rajoy ha trenzado con Hollande y Letta. Ahí Rubalcaba es irrelevante. Y nada indica que el PSOE esté dispuesto a transitar por la senda del compromiso (reformas de las pensiones y la educación, por ejemplo) cuando la recompensa no sea una foto sacando pecho ante el ogro de Merkel, ahora que Rajoy también asume que el crecimiento económico pasa por el impulso de nuevas políticas de gasto público.

LA RAZÓN, 14/06/2013

domingo, 9 de junio de 2013

Con o sin pacto

Si los españoles hubieran deseado un acuerdo de socialistas y populares para salir de la crisis no hubieran concedido respaldo tan mayúsculo a Rajoy. Tampoco hubieran castigado al PSOE con el peor resultado de su historia. Eligieron a Rajoy para sacar a España del abismo al que fue conducida por ocho años de ilusionismo. Este capital de confianza ha garantizado una estabilidad política que ya hubieran deseado para sí otras naciones vecinas en apuros extremos. La gobernabilidad ha permitido al Gobierno adoptar decisiones difíciles y urgentes, algunas erradas, otras mal explicadas, pero muchas inevitables, sin necesidad de tener que sumar apoyos. Ha puesto en marcha reformas incómodas sufriendo el desgaste en soledad. No podía ser de otra manera. En esta política de bajo vuelo que nos atrapa, a nadie le apetece irritar con malas noticias a quienes luego tendrá que pedir el voto. Tampoco promover los cambios necesarios, siempre engorrosos, para adaptarnos a los nuevos tiempos. Los procesos de modernización liquidan privilegios y combaten ineficiencias. Nos obligan a vivir de otra manera. No son gratos. Pero cuidado con el señuelo que un Rubalcaba en apuros ha puesto en circulación. El consenso no es un valor en sí mismo. Implica renuncia y, parafraseando a Thatcher, puede acabar en algo en lo que nadie cree y a lo cual nadie se opone. Lo contrario de lo que necesita España. Más importante que el pacto es el acierto en las políticas indispensables. Rajoy y Rubalcaba pueden coincidir en exigir más liquidez a Alemania, pero la emisión de dinero no sustituye a las reformas. Si al PSOE le ha sobrevenido un arrebato de patriotismo, ahí tiene las pensiones, convertidas en bomba de relojería por una evolución demográfica inapelable. Su reforma viene obligada, con crisis o sin ella, lo aconseje Merkel o no. Y la inacción no es opción.
 
LA RAZÓN, 9/06/2013

viernes, 31 de mayo de 2013

Garzón en negro

   Como el PSOE ha muerto, aunque los socialistas aún no lo sepan, anda la izquierda buscando su redención entre la algarada del descontento y el populismo suicida. La defensa del edificio constitucional, de la Corona como piedra angular y de la representación política como médula de la convivencia democrática es cosa de viejos. De Alfonso Guerra, por ejemplo, que a sus 73 años habla de las cosas importantes con un sentido de la responsabilidad que termina ahogado en esta época de ruido y furia. Nadie como la propia izquierda ha contribuido al destrozo de la política desde la política con ese querer estar dentro y fuera a la vez: en el hemiciclo por la mañana, en la protesta anti-sistema al caer la tarde. Arruinado el prestigio de la política, la izquierda busca rostros lejos de ella, cuando no en la misma anti-política de la que brotan las Ada Colau y compañía. A los cargos públicos deberían volver los mejores. Son tiempos de reto colectivo. De servicio común y patriotismo. No otra cosa es la política. Pero resulta que quien regresa es Garzón. Él, que siempre estuvo en política. Con toga o sin ella. Él, que saltaba de la sala de la justicia ciega al mitin partidista y de la arenga militante al veredicto imparcial en desvergonzado ejercicio de travestismo impropio de una democracia sana. Alfonso Guerra ha vuelto a dejar en cueros su integridad: Garzón quiso cobrar en negro del PSOE, algo que consiguió tras llamar a otra puerta. ¿La de los fondos reservados, como afirma Rafael Vera? El delito, aunque prescrito, sería mayúsculo: un gobierno socialista habría utilizado los fondos reservados del Estado para mantener al candidato que había fichado como símbolo de tolerancia cero contra la corrupción. Menudo ojo el del frentepopulismo en ciernes para reclutar a los suyos…

LA RAZÓN, 30/05/2013

viernes, 24 de mayo de 2013

Voz de alerta

   Los españoles no conceden mayorías absolutas fácilmente. Suárez y Zapatero nunca la obtuvieron. La alcanzó aquél González joven y seductor que ofreció un socialismo renovado a una España preparada para el cambio. Tuvo que ganársela Aznar con cuatro años de gestión de indudable éxito económico. En mayor medida que a Aznar se le entregó a Rajoy como capital suficiente para afrontar una herencia descomunal: una nación quebrada. En año y medio, ese crédito electoral se volatiliza de forma preocupante. La gestión en tiempos de crisis no es popular. Exige medidas dolorosas que luego repercuten en las encuestas. Rajoy acertó en el diagnóstico: sin equilibrio en las cuentas públicas no habrá estado del bienestar que conservar; no se puede gastar lo que no se tiene. Y el Gobierno se entregó a un pragmatismo responsable que ha estabilizado a un enfermo en situación crítica. La determinación para que ni la promesa de contención fiscal fuera obstáculo al objetivo fundamental no se ha aplicado a la hora de ejecutar recortes de gasto político ejemplarizantes. Aquellos que sin excesivo coste de empleo, al menos llevan al ánimo de la sociedad que estamos ante un esfuerzo compartido. Si además de infringir el principio de la austeridad fiscal que corre por las venas del PP, el Gobierno desconcierta a sus votantes con soluciones a la carta para intentar desactivar los desafíos a la idea de la España unida de ciudadanos libres e iguales que vertebra al centro-derecha, las alertas se disparan. Es la voz que dio Aznar con su entrevista en Antena 3. Un aldabonazo contra la pérdida de identidad. Meciéndose en “la lánguida resignación” de que nunca hay alternativa posible, ni siquiera en el programa con el que ganó las elecciones, el PP corre un riesgo cierto: seguir el camino del PSOE y convertirse en un partido abandonado incluso por su electorado natural.

LA RAZÓN, 24/05/2013

viernes, 17 de mayo de 2013

Mensajes opuestos

  

   Lo peor es la incoherencia. A la vez que el Gobierno promueve una reforma educativa para abandonar la cultura del acomodo, que busca recuperar en las aulas los valores del mérito y el esfuerzo, la recompensa del trabajo bien hecho y el respeto a la autoridad, este bienvenido catálogo de sentido común se vuelve papel mojado cuando el mismo Gobierno se ve en la obligación de aplicarlo en el reino de taifas insubordinadas en que ha desembocado el estado de las autonomías. En busca de argumentos para justificar el trato desigual, Hacienda apela a “tener en cuenta las diferencias de quien es diferente”. La frase podría haberla pronunciado el mismísimo Artur Mas. Pero aquí la única diferencia que ha existido es que unos gobiernos regionales se han aplicado en el objetivo nacional de reducir el déficit y otros no. Unos se han jugado el tipo ante su electorado imponiendo sacrificios inevitables y otros no. Lo demás son zarandajas. Rajoy reclama ahora a quienes se esforzaron y cumplieron “altura de miras” con quienes hicieron lo contrario. Mensaje opuesto al que pretende reinstaurar en las escuelas: no habrá premio sin trabajo. Está el presidente ante difícil encrucijada. No puede dejar caer a Cataluña porque Cataluña es España y su insolvencia repercutiría en la credibilidad exterior de España entera. Pero a los ojos de todos está que no nos encontramos ante el hijo pródigo que regresa arrepentido a la casa del padre misericordioso, después de años de libertinaje y derroche. Estamos ante el chantaje descarnado de quienes sólo pretenden canjear su tempo reivindicativo por un dinero de todos que les permita seguir con su delirio independentista sin el incordio de esa austeridad que les lleva a cerrar quirófanos en vez de embajadas.

LA RAZÓN, 17/05/2013

viernes, 10 de mayo de 2013

Problema de España

   No está el socialismo ante un colapso de liderazgo. Se desangra por ausencia de identidad. El problema del PSOE se llama España. Y es así como el PSOE se ha convertido en un problema para España. Porque traslada su confusión a todos los españoles con propuestas ambiguas que le ayudan a sobrellevar la división, pero erosionan gravemente el régimen constitucional. El temor a ser tildados de “españolismo” que rebela la bronca entre Chacón y Navarro lo dice todo. El único partido que luce la E en sus siglas siempre ha gestionado la cuestión nacional en función de intereses electorales. Felipe González, en 1978: “Es evidente que existe la nación española. Nadie con una mínima sensatez lo pone en duda”. El joven líder socialista descafeinó el obrerismo, se sumó a la ola reformista de la Transición y se ofreció como un proyecto de regeneración nacional: catorce años en el poder. Un Zapatero convertido en presidente por accidente se blindó con nacionalistas e independentistas. La nación pasó a ser un “concepto discutido y discutible” y España una “nación de naciones”. Los socialistas aplaudían la nueva España plurinacional. El mismo González, ya en 2010: “Cataluña es hoy uno de los sujetos políticos no estatales, llamados naciones sin Estado”. Con el desafío separatista planteado ya en Cataluña y el País Vasco, la huida llega a su fin y deja al PSOE ante un dilema: más España le rompe; menos España, posiblemente también. Lejos de formar parte de la solución, este PSOE se ha convertido en parte del problema. Otra vez en momentos difíciles. Cómo no recordar a Salvador de Madariaga y las consecuencias que para todos tiene siempre la división del PSOE: “La circunstancia que hizo inevitable la guerra civil en España fue la guerra civil dentro del partido socialista”.

LA RAZÓN, 10/05/2013

jueves, 9 de mayo de 2013

Salvavidas para un náufrago


 
El pacto. Salvavidas al que trata de asirse un Rubalcaba que se ahoga en el océano agitado de una opinión pública que abandonó al Partido Socialista como alternativa de gobierno. Hace solo tres meses Rubalcaba exigía la dimisión de Rajoy; ayer le suplicaba un pacto que le permita mantenerse a flote. Porque escasean ya las fuerzas para seguir braceando hacia ninguna parte en el mar abierto de la coherencia que impide a Rubalcaba presentarse como parte de la solución cuando forma parte del problema que España trata ahora de superar. “Ni la de Zapatero ni la de Rajoy, yo le propongo la política de Rubalcaba”, espetó al presidente. Humilde manera de demostrar la voluntad de alcanzar acuerdos la de este náufrago que confunde su emergencia con la de un país al que no salvarán políticas del pasado. Si el PSOE quiere ayudar al Gobierno, estupendo. Ocasiones y motivos no faltan para ejercer su patriotismo. Pero que deje de utilizar el señuelo del pacto nacional para forzar al PP a que renuncie a su proyecto de gobierno cimentado en una sólida mayoría parlamentaria.

LA RAZÓN, 9/05/2013

sábado, 4 de mayo de 2013

Hay alternativa

   Sufre la sociedad española convertida en rehén de dos falacias alentadas por el paternalismo público al que se acomodó como dependiente agradecido en época de bonanza y que ahora le pasa factura. Falacia 1, defendida por la izquierda socialdemócrata y comunista: hay que utilizar el presupuesto para activar políticas de crecimiento. Traducción: solo gastando más saldremos de ésta. Falacia 2, clavo ardiendo al que se agarran desesperadamente los socialdemócratas sobrevenidos después de ganar las elecciones prometiendo hacer lo contrario que los socialdemócratas de toda la vida: estamos saliendo de la crisis porque ya nos financiamos más cómodamente. Traducción: podemos seguir endeudándonos sin problema. España cerrará este año con una deuda equivalente al del 90 por ciento del PIB. Será del 100 por ciento en 2014. Cualquier padre de familia prudente sabe adónde conduce el espejismo de vivir a crédito. ¿Entonces? Otras políticas son posibles. Pasan por una confianza decidida en la capacidad de la sociedad, entendida como la suma de voluntades y talentos individuales, para generar su propio bienestar en el ejercicio de su libre albedrío. Los gobiernos no crean trabajo, por mucho que se lo exijamos. Bastante harían no entorpeciéndolo con sus impuestos depredadores, las trabas burocráticas y tanta regulación desalentadora. La pasada semana estuvieron en Mérida varios expertos explicando las razones del éxito de Israel. Un país diminuto, en territorio hostil, sin recursos naturales. Ahora tiene más empresas en el Nasdaq que ningún otro, gracias al empuje emprendedor de los jóvenes en conocimiento e innovación. El encuentro dejó un mensaje a los responsables políticos: la subvención no puede ser la base de la economía. Y otro a la sociedad española que condena los minijobs, pero sacraliza los subsidios: no hay nada que diluya más el instinto y la ambición que la sensación de tener un derecho adquirido.
 
LA RAZÓN, 4/05/2013

viernes, 26 de abril de 2013

Golpismo

   Los jóvenes violentos que pretendían derribar el régimen democrático con su asedio al templo de la soberanía popular son un puñado de idiotas. Sin más. Se les combate con el Código Penal en mano firme. Sin complejos ni debilidades apaciguadoras como la de suspender la actividad parlamentaria. Más difícil de atajar es la subversión que una izquierda necesitada de votos cultiva con la crisis como excusa y justificación. Me da más miedo el mensaje que traslada el energúmeno de Beiras golpeando el escaño de un presidente elegido por el pueblo que esos cuatro encapuchados nihilistas seducidos por un manual de guerrilla urbana. Más indefenso me siento escuchando al presidente del Tribunal Supremo identificar el asedio al domicilio particular con la libertad de expresión y manifestación que oyendo los gritos de odio y sedición de una escuálida cuadrilla de ignorantes en la Carrera de San Jerónimo. Existe más peligro para la libertad en el discurso de socialistas y comunistas endosando al Gobierno la responsabilidad de la violencia por sus medidas económicas, que en el cóctel molotov del anarquismo iluminado. Me inquieta esa izquierda que no razona, se indigna, creyendo que así reviste de dignidad su ausencia de razones. Hábil maniobra que le permite arrogarse de autoridad moral para buscar en el alboroto de la calle el respaldo que no encuentra en las urnas. En plena marea ciudadana de desafección a la política, una convocatoria golpista no ha sido motivo suficiente para la condena explícita e inequívoca de los diputados del PSOE e IU que forman del Congreso que se quería derribar. ¿Miopía suicida? No. Resabio de su pasado, donde la democracia les servía en la medida en que no obstaculizara otras aspiraciones.

LA RAZÓN, 26/04/2013

jueves, 25 de abril de 2013

Defensa de la palabra

   Oportuna reivindicación de Caballero Bonald en la entrega del Cervantes: “Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes quieren quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón”. Más que nunca en tiempos de confusión como estos, donde las palabras son combinadas a capricho para que cambien de significado y contribuyan a la distorsión de la realidad. Cuando la perversión del lenguaje se concentra en un titular ya tenemos una verdad instalada para el abuso cotidiano. Vamos con algunos casos. Deseando, como estamos todos, que la economía se recupere, nos venden crecimiento como antónimo de austeridad, cuando lo opuesto a la austeridad es el despilfarro, el dispendio, la ostentación. La austeridad está más cerca del ahorro, que siempre fue considerado una virtud. Austeridad es ahora palabra maldita, pero no habrá recuperación económica sin equilibrio presupuestario. Otra expresión feliz: estímulos al crecimiento. Fórmula mágica de acción-reacción que justifica el gasto. Público, por supuesto. Hay que gastar para crecer. Y sólo gastando más, creceremos. Mantra socialdemócrata con cara oculta: todo gasto sale de los impuestos. Experiencia acreditada: reducir los impuestos y dejar mayor margen a cada uno de cómo quiere gastar o invertir las rentas de su trabajo es un excelente estímulo para el crecimiento. Acabemos con la prima de riesgo. Celebramos estos días que haya dejado de ahogar a España. Podemos financiarnos mejor, nos dicen. Traducción: podemos endeudarnos con más facilidad. A final de año, nuestra deuda alcanzará el 90 por ciento del PIB. Vivir de prestado no parece una opción sostenible en el tiempo en esta España que algunos se empeñan en desahuciar de la responsabilidad y el sentido común. A Rajoy se le pueden reprochar muchas cosas. Tranquiliza que no ceda a los cantos de sirena que invitan a gastar lo que no tenemos.

LA RAZÓN, 25/04/2013

viernes, 19 de abril de 2013

Qué modernos tan antiguos

   Ofrece soluciones fáciles para todos los problemas, incluso los generados durante sus 22 años de gobierno en 33 años de democracia. Muestra, en cambio, una incapacidad irritante para resolver los propios. Aquellos que le están condenando a la irrelevancia. Y lo que es peor, convirtiéndole en un problema para esta España necesitada de estabilidad y prudencia. Éste es el PSOE. Aboga por una monarquía moderna, del siglo XXI dice, quien ha metido la marcha atrás para abrazar políticas decimonónicas a las que había renunciado cuando rompió con el marxismo. Tiene gracia que los consejos de modernidad provengan del partido liderado por un político con mucho pasado y ningún futuro. En este arrebato por la modernidad de los demás, el PSOE pudo aconsejar al sindicato hermano que aprovechara su congreso para finiquitar a un Cándido Méndez aferrado a un mandato insólito en nuestra historia democrática. Así se desangra el PSOE. Por la ausencia de credibilidad. Aplaude a los engañados por las preferentes cuando éstas se comercializaron bajo el gobierno de Zapatero y en los consejos de las Cajas se lucraban socialistas y sindicalistas. Agita la turba contra los desahucios cuando su gobierno aprobó la ley para agilizarlos y las víctimas eran entonces tildadas por Chacón de “morosos profesionales”. Al PSOE le han reventado las costuras del compromiso nacional. Desparrama ahora los excesos izquierdistas que tenía contenidos, no extinguidos: la aversión por la propiedad (ajena, claro), la pulsión chavista por el “¡exprópiese!”, la tentación totalitaria que aprecia el megáfono en la calle más que el voto en la urna… No engañó Rubalcaba: “Vamos a hacer un proyecto político en el que si un socialista de hace 100 años levantara la cabeza se reconociera inmediatamente y exclamara: ¡Estos son los míos!”. Grotesco verles rivalizar con IU por quién levanta el puño más alto y luce mejor la camiseta del Ché. ¡Qué modernos!

LA RAZÓN, 19/04/2013

viernes, 12 de abril de 2013

Falsos samaritanos

   Descubrir a los enemigos de la libertad emboscados en la buena voluntad de la gente para desarrollar sus proyectos liberticidas no es nuevo. Ya en el año 341 antes de nuestra era, Demóstenes intentaba abrir los ojos de los atenienses sobre las pacíficas intenciones de Filipo de Macedonia. "Se cubre con la palabra de paz mientras se entrega a actos de guerra", les decía. Que una familia cercada por la crisis pueda perder su casa y quedarse en la calle sin más, es motivo justificado para la solidaridad colectiva. Y para buscar soluciones desde la política. Pero vamos descubriendo estos días cómo la espontánea movilización ciudadana ante un drama humano está siendo secuestrada por intereses subversivos que se extienden como reguero de pólvora en la yesca del descontento aventado por la crisis. Amparados en la coartada samaritana, pretenden dinamitar los pilares de la democracia liberal: el respeto a la propiedad, la seguridad jurídica y la representación política. Junto a tanto corazón generoso, Doris Benegas, abogada de Stop Desahucios, candidata en las marcas blancas de Batasuna y amiga de Otegi, no esconde sus intenciones: “Esperamos dar el golpe final a este Estado opresor”. El diario “El País” cedió una contraportada al actor Alberto San Juan para explicar cómo: “Tirar las vallas del Congreso y liberarlo, porque está secuestrado”. Si no fueran frases de una abogada “solidaria” y de un actor progre censuraríamos el golpismo intolerable que representan. Sin medias tintas. Sus carreras estarían arruinadas. Nos conformamos con catalogarlas como esas cosas de los anti-sistema. Genial la viñeta de Borja Montoro hace unos días en La Razón: “Antisistema no soy, tengo uno…” ¡Vaya si lo tienen! Y da miedo. Los fascistas del futuro se llamarán a sí mismos antifascistas, advirtió Churchill. Aquí están ya. Aporreando las puertas de quienes democráticamente nos representan.

LA RAZÓN, 12/04/2013