miércoles, 3 de septiembre de 2014

El dilema de Pedro Sánchez

   Ya puede hacer los equilibrios retóricos que se le ocurran, como el de situar al PP y Podemos en dos extremos opuestos entre los que se hallaría el PSOE. Ese centro idealizado desde el que, dicen, se ganan elecciones. Da igual. Pedro Sánchez es víctima de la derrota de la socialdemocracia. En España y en Europa. Mientras el Viejo Continente tuvo la receta del crecimiento económico, nunca hubo problema. La socialdemocracia se convirtió en el modelo. Sus políticas de socialismo light se asimilaron con el bienestar colectivo y crearon un consenso que preñó a todos los partidos con vocación de gobierno, incluidos los de derechas o conservadores. 
   La socialdemocracia se desangra ahora sin alternativa al dilema que plantea una crisis devastadora: cómo volver a generar la riqueza que permita financiar el bienestar del que nos sentimos con todo el derecho de disfrutar. Porque el remedio de seguir gastando lo que no se tiene ha dejado de ser sostenible en el tiempo. Así que los partidos especializados en redistribuir la renta sufren como pez fuera del agua cuando lo que toca repartir no son más que malas noticias en forma de ajustes antipáticos y reformas incómodas. Obligados entonces a ceder la batalla ideológica en favor de la austeridad liberal o a abrazar la demagogia populista que promete la luna sin posibilidad real de alcanzarla nunca. No hay más salidas, por mucho que se sonría en público. 
   A los socialdemócratas no les produce urticaria gobernar con la frugal hija del pastor luterano en Alemania. Un grupo de valientes encabezados por Valls pelean por liderar en Francia una izquierda que abandone muchas de sus certezas para sobrevivir. ¿Qué hará Pedro Sánchez?

jueves, 10 de julio de 2014

Así se compra el voto en Andalucía

               

   Lo describe con precisión quirúrgica la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la policía. Tras rastrear el reparto de 360 millones en ayudas a la formación en Andalucía, concluye en un informe que la desviación sistemática de fondos públicos hacia empresas “cazasubvenciones” vinculadas al poder que las concede sin control previo es “un modo de clientelismo, de obtener el beneplácito, los votos, de un número muy extenso de la población andaluza con un costo realmente reducido”, ya que los fondos defraudados proceden de Europa. 
   El fraude perpetrado no solo es el mayor de la historia de España por su cuantía, que lo es, y más si al de los cursos de formación sumamos el de los ERE falsos: más de 1.000 millones entre ambos; lo es, sobre todo, por la inmoralidad de su trasfondo. El negocio particular que ha permitido el enriquecimiento ilícito de muchos, y el negocio político que, según la policía, ha facilitado la compra del voto al gobierno de turno, tiene como “mercado” el más floreciente de Andalucía: el desempleo, siempre en auge. El drama que atrapa a un tercio de los andaluces ha permitido el engolfamiento de quienes debían contribuir a su protección. Pero ocurrió lo contrario. Sindicatos, amigos del partido, aseguradoras, empresas fantasma, familiares y cargos públicos se lanzaron sobre el presupuesto para tejer una red de intereses compartidos que aseguraba la paz social de un régimen bajo la falsedad de un asistencialismo transformado en lucro privado y dividendo político. La policía ha dado con el prototipo: el ex consejero de Hacienda, Ángel Ojeda. Creó decenas de empresas para llevarse las ayudas que repartía su cuñada como responsable del Servicio Andaluz de Empleo.

jueves, 3 de julio de 2014

Jóvenes... ¿y?

   Churchill derrotó al nazismo con 71 años. La guerra le exigió un esfuerzo físico colosal. Nunca perdonó la siesta: la dormía junto a un mapa de la situación militar y una botella de champán. A los 77 volvió a ser elegido primer ministro. Es héroe de la libertad del siglo XX. Lincoln refundó la república norteamericana redimiéndola del pecado original de la esclavitud con 61 años. Su asesinato le privó del segundo mandato. Está en el corazón de todos. Es verdad, también, que Alejandro Magno puso el mundo a sus pies con apenas 20 años y murió con las botas puestas a los 33. Con 34 aspira Madina a liderar el PSOE, si bien la esperanza de vida se ha duplicado desde entonces. 
   En un partido desnortado, la juventud ha devenido en proyecto político. Como si la bisoñez avalara pureza frente al lastre de todo un pasado de promesas incumplidas. Madina pertenece a esas generaciones formadas en la falsificación histórica que convierte a la izquierda en la benefactora que todo nos concede y de la que es único garante. Hay que ampliar el Estado del Bienestar, dice, “la gran bandera del socialismo contra la injusticia”. Quizá desconozca que las primeras políticas sociales las implantó Bismarck, que de socialista no tenía un pelo. Pero, al menos porque él mismo votó sin rechistar, Madina no debería pretender que olvidemos tan pronto que fueron socialistas quienes, por ejemplo, recortaron a 33 días la indemnización por despido (con Franco llegó a ser de 60 días). Le da igual. Madina comparte cantinela con sus rivales. Los derechos los consagra el PSOE; la derecha los cercena. No les pregunten la fórmula para financiarlos. Ningún socialista tiene hoy respuesta para el gran reto de nuestro tiempo: cómo generar la riqueza que permita conservar el bienestar que se nos escapa.

miércoles, 25 de junio de 2014

No es partido para viejos

   La soliviantada alma republicana del PSOE tragó quina con el impecable discurso de Rubalcaba en defensa de la monarquía parlamentaria como garantía de todas las aspiraciones políticas. Así que no más. Asumida a regañadientes la normalidad de la abdicación, que ya no cuenten con ella para el aforamiento de don Juan Carlos. La militancia socialista ha desbordado el sentido común, huye de la moderación y está en carrera por la calle de la izquierda para ver cómo evita que “Podemos” les vacíe las urnas de votos. El PSOE ya no es partido para viejos. Felipe González lamenta que la formación del verdadero Pablo Iglesias haya perdido de vista un razonamiento histórico: desde que fuera fundada hace 130 años en la madrileña Casa Labra, es la primera vez que un Rey ha sido neutral, respetuoso con la democracia y su mayor defensor. A los jóvenes candidatos que aspiran a dirigir el partido les bastaría conocer la turbulenta historia de España los dos últimos siglos para valorar lo que ha supuesto la monarquía parlamentaria para la convivencia en paz, progreso y libertad. Con un Rey constitucional la izquierda ha gobernado España más años que la derecha sin problema alguno, imponiendo incluso sus criterios morales. Pero los cachorros socialistas están infestados de adanismo, esa limitación adolescente que te lleva a creer que el mundo comienza con uno mismo. “Los socialistas deberíamos tener menos dudas que nunca”, advierte Felipe González. Y sus palabras se las lleva el viento. Arrebatado de urgencias, el PSOE que se está gestando llega huérfano de perspectiva. Sólo tiene oídos para la flauta del Hamelín de la nueva izquierda. Les suena original. Aunque la melodía sea tan antigua como su coleta.

LA RAZÓN, 25/06/2014

jueves, 12 de junio de 2014

Un ancla para el PSOE

   Son tiempos de zozobra para la izquierda democrática. La corrupción de ideales que consideraba puros derribó el Muro de Berlín y esta crisis colosal que nos castiga desde hace años ha dejado a la socialdemocracia huérfana de respuestas viables. En el desconcierto, y chapoteando en busca de una identidad perdida, hay fuerzas dentro del PSOE que bracean para llevar el partido hacia esa izquierda antigua que crece en la tierra fértil del descontento mediante el abono demagógico del discurso fácil. 
  La monarquía parlamentaria que devolvió la libertad a los españoles no hubiera sido posible sin el compromiso de los socialistas y comunistas de entonces, republicanos todos ellos. Izquierda Unida ya no está con el orden constitucional: acampa extramuros para su asedio. A Cayo Lara le falta grandeza y le sobra exabrupto para que podamos reconocer en los comunistas de hoy la herencia de Carrillo. El PSOE duda. Está agitado e inquieto. Pierde votos a chorros y se siente tentado de cortar la hemorragia con apósitos viejos aplicados sobre cuerpos jóvenes. La abdicación del Rey ha sido levantada como banderín de enganche por quienes creen que precipitando el partido hacia debates superados podrán ganar el futuro. De ahí la dimensión del discurso de Rubalcaba ayer. Tan republicano como Madina, y pese a su liderazgo ya crepuscular, rindió un último servicio al PSOE anclándole al pacto constitucional que ha garantizado durante 35 años monarquía y democracia, gobiernos de derecha y de izquierda. Convivencia en libertad, en definitiva. La que está en peligro si el gran partido de la izquierda democrática española yerra en el análisis de los males que le aquejan y se deja seducir por aventurismos sin rumbo.

jueves, 5 de junio de 2014

Un debate tramposo

   Cayo Lara no tiene la coleta del telepredicador del nuevo paraíso comunista, pero con su camiseta multicolor (según la “marea” que toque promocionar cada día), compite con Pablo Iglesias en despachar barbaridades liberticidas al amparo de la monarquía parlamentaria que protege su derecho a no ser tratado como cualquier venezolano crítico con la república bolivariana. Ni Lara ni Iglesias podrían ponerse tan estupendos en la agitación subversiva en sus repúblicas idealizadas. Aquí podemos, vaya si podemos, pero en Venezuela, en Cuba o en Corea del Norte, los ciudadanos reducidos a súbditos no pueden: simplemente aguantan, soportan y tragan. Su disidencia tiene un precio: la cárcel, cuando no la muerte. Tampoco hay lugar para la protesta en monarquías como las del Golfo, sátrapas bañados en petróleo que compran el silencio de las democracias occidentales con sus atractivas oportunidades de negocio. Hay monarquías despóticas, cuasi-medievales, y repúblicas irrevocablemente democráticas, como la norteamericana, tan despreciada por los activistas del republicanismo español como un sucedáneo del fascismo cuando son los republicanos estadounidenses quienes gobiernan. Así que los Lara y los Iglesias de turno sólo son republicanos en la medida que se lo permite su sectarismo ideológico, pero pretenden empujarnos a todos a un debate tramposo. ¿Monarquía o república? Pues según lo que envuelvan cada una. De los diez países más desarrollados del planeta, seis son monarquías parlamentarias. Como Lara e Iglesias formarían parte de la casta autoritaria en las repúblicas de Cuba y Venezuela, entiendo que las prefieran a Inglaterra, Holanda, Suecia o España, modélicas democracias coronadas donde nadie ni nada está por encima de la voluntad popular. Solo es necesario conformar la mayoría. El detalle que nuestros republicanos quieren ahorrarse. De ahí sus algaradas.

LA RAZÓN, 5/06/2014

viernes, 30 de mayo de 2014

La tentación

   El populismo es el atajo político de los dirigentes débiles cuando los tiempos se complican. Prende fácil en una opinión pública que detesta las malas noticias, se extiende con su promesa de beneficios inmediatos y sus efectos terminan siendo devastadores. El PSOE está siendo reducido a cenizas por el incendio que él mismo provocó. Engañó con unas políticas suicidas (“Sabíamos que dañaríamos a España y a los españoles”, reconoce Solbes en su libro sobre los años del zapaterismo), las enmendó con la boca pequeña cuando Obama y Merkel dejaron de reírle las gracias a ZP, y ahora no quedan votantes que crean a los socialistas cuando proclaman que para salir de la crisis hay que hacer lo que ellos dicen, que es lo contrario de lo que hicieron, y de lo que hacen otros socialistas en Europa. 
   Recolecta lo sembrado. Al PSOE le faltó patriotismo y le sobró demagogia para contener la radicalización de un electorado que ahora se le escapa para encontrar acomodo entre los cantos de sirena de quienes se ofrecen como la izquierda inmaculada: el chavismo liberticida de Pablo Iglesias. Rubalcaba tira la toalla. Se antoja el desistimiento de ese socialismo valiente que en su día transitó del marxismo a la socialdemocracia convencido de que solo ganando el centro alcanzaría la mayoría. El problema del PSOE se ha convertido en un problema de España: la izquierda que se necesita para gobernar no es la de esa militancia que empuja al PSOE a precipitarse al pozo del pasado para abdicar del sentido común. Peligrosa tentación la del partido que fundó Pablo Iglesias si cree que su futuro pasa por competir con el nuevo Pablo Iglesias. Tan antiguos ambos.

jueves, 8 de mayo de 2014

Embozados

 

   El PSOE está en campaña, pero sin el rostro al descubierto. No quiere que se le reconozca como lo que es: una marca otrora imbatible hoy en fase de desguace. Las siglas han desaparecido. Se nos presentan como los socialistas, sin más. Ni partido, ni obrero, ni, a lo que parece, español. La bandera nacional la ocultan en Cataluña y el logotipo del puño y la rosa fue hace tiempo arrojado al desván de los trastos viejos. Socialistas, se dicen. Como si Hayek no nos hubiera advertido hace tiempo de que socialistas hay en todos los partidos, incluidos aquellos que se consideran conservadores o de derechas. Pero a los socialistas del PSOE se les reconoce a la legua. Aunque hayan salido en busca del voto sin acrónimo, sin puño, sin rosa (un esbozo de amapola intuyo en su nueva marca) y enarbolando las banderas según el lugar. Todos señuelos para la caza del votante despistado. Márketing con un único objetivo: que al PSOE no se le juzgue por lo que hace (o lo que hizo), sino por lo que promete cuando no disfruta del mandato popular que luego le obliga a cumplirlo. No quiere ser examinado por sus actos, sino por un ideal mitificado, el socialismo, que no puede ser cuestionado porque encarna las mejores aspiraciones del hombre. Somos socialistas. Por eso están de campaña ocultando su responsabilidad tras un concepto sugestivo (falsamente) asociado a las buenas intenciones. Así que allá van Valenciano y Pepe Blanco y Jáuregui... Con los rostros embozados. A ver si algún ingenuo no les reconoce en esa candidatura de afortunados que escapan hacia un cómodo exilio hasta que el olvido colectivo devuelva al PSOE tiempos mejores.

LA RAZÓN, 8/05/2014

sábado, 3 de mayo de 2014

El tiempo detenido

   En dos años, España pasará de un PIB del -1,5 al +1,2. Casi tres puntos de crecimiento. No existe un país europeo que pueda exhibir estos resultados desde que comenzó la crisis. ¿Triunfalismo? No. Dato objetivo. Como este otro: mientras 811.300 españoles perdieron el trabajo en el primer trimestre de 2009, los parados descendieron en el mismo trimestre de 2014 por primera vez en nueve años. ¿Deben repicar las campanas? No. El dato es insuficiente (apenas 2.300 personas encontraron empleo), pero objetivo. Y, como tantos otros, marca una tendencia. Donde antes, en la UVI y sin constantes vitales, estaba el inocente pasajero del coche que un conductor imprudente estrelló contra un muro, ahora hay un enfermo trasladado a planta. ¡Aún no está sano!, grita la oposición, con esa falsa impaciencia por su mejoría. Cierto. Ha superado el momento crítico que pudo llevarlo a la otra vida y, aunque aún no anda solo, ya mueve brazos y piernas. Necesita tiempo. El tiempo que termina poniendo a cada uno en su sitio y que a los socialistas les gustaría detener. Quienes se negaron a reconocer la crisis, harán todo por ocultar una recuperación que desnude sus vergüenzas. Alguien debería advertir en el PSOE que tener a Valeriano Gómez como portavoz de la materia dinamita esta estrategia de embuste. Con él como ministro los parados sumaron 585.000 en un año y el desempleo rompió la barrera de los cinco millones. Ruboriza escucharle dando consejos. Como a esos sindicatos que se presentaron en Moncloa con un “plan Marshall” para crear no sé cuántos millones de empleos. Así, de un plumazo. Con más gasto público como fórmula… un día después de que el gobierno socialista francés aprobará un recorte histórico de 50.000 millones.

LA RAZÓN, 2/05/2014

viernes, 18 de abril de 2014

Paro y saqueo

   El paro no es un drama en Andalucía: es una oportunidad para el saqueo de los fondos públicos por parte de sindicatos, gestorías, aseguradoras, holgazanes y pícaros perfectamente organizados. El paro andaluz es el pretexto para un latrocinio consentido por una administración que mira hacia otro lado porque su forma de gobernar se asienta en la prebenda y el subsidio, debidamente engalanadas con el falso velo de la justicia social, faltaría más. Primero fueron los ERE fraudulentos, con los que avispados defensores de los trabajadores amasaron bajo el colchón dinero “pa asar” una vaca; ahora, los cursos de formación para desempleados financiados por la Unión Europea. Millones y millones de euros que nunca fueron a atajar el problema del paro en la región con menos trabajo del Continente, sino que se esfumaron entre cursos que no se daban, alumnos que no existían, profesores que no lo eran y empresas sin trabajadores. Conocemos el triste récord andaluz el mismo día que la Policía nos descubre el nuevo escándalo, aún mayor que el precedente: paradoja de una realidad que supura corrupción a borbotones y no hay quien la oculte ya con discursos victimistas de retraso histórico y urgencia redistributiva. Vayamos a Merkel a exigirle ahora más fondos. Reclamemos a suecos y holandeses ayudas que permitan a los andaluces converger con su bienestar. Expliquémosles a catalanes y madrileños por qué deben seguir aportando parte de su riqueza a la solidaridad interterritorial después de treinta años haciéndolo a fondo perdido en lugares como Andalucía, donde el socialismo omnímodo la ha malversado en la formación de un régimen clientelar que impide toda posibilidad de progreso.

LA RAZÓN, 17/04/2014

jueves, 10 de abril de 2014

Una puerta abierta

   “Somos socialistas, no nacionalistas”. Sonó cristalino Rubalcaba. Revolucionario, diría. Después de tantos años con el PSOE encamado con nacionalistas e independentistas de todo pelaje allí donde fuera necesario para tocar poder a cualquier precio. A la espera de que el comportamiento de sus compañeros catalanes no enmiende a Rubalcaba, bienvenido sea el regreso del socialismo patrio a la sensatez. Y a su cauce natural: la izquierda obrera siempre fue internacionalista, nunca nacionalista. 
   Estando firme en la defensa de la legalidad constitucional junto al PP (y también en la del parlamento como representación del pueblo español, en estos tiempos donde al PSOE le gusta flirtear con la protesta callejera como experiencia de democracia real), Rubalcaba dejó abierta una puerta inquietante con su propuesta federalista. No tanto porque no sea ésta una iniciativa democrática viable, que lo es, sino porque concede a la reivindicación victimista del nacionalismo una legitimidad en el momento más inoportuno. El problema de España no es la Constitución, es el nacionalismo. No lo es una Carta Magna perfectible ni una Cataluña necesitada de encaje, sino esa religión laica que con su fe inquisitorial y su liturgia populista de agravios seculares subyuga al individuo y anula su libertad para devolverlo encadenado a la tribu. Es esa naturaleza opresora que arrebata los derechos a los ciudadanos para otorgárselos a un pueblo idealizado mediante falsificaciones históricas y generaciones educadas en el odio a España. Este es el problema. Como las mareas, sube o baja según las acciones y omisiones de unos y otros. Quizá no haya otra solución que conllevarlo, concluyó Ortega. Pero sin caer en su trampa porque no hay reforma constitucional que sacie su aspiración última: romper España.

LA RAZÓN, 11/04/2014

jueves, 3 de abril de 2014

Un Valls para el PSOE

   

   Solo hay que escuchar cada día a Elena Valenciano para darse cuenta de cuál es el problema del PSOE. Las realidades evolucionan, los asuntos exigen nuevas respuestas y, sin embargo, los socialistas permanecen fieles a sus antiguallas ideológicas, apolilladas por el paso del tiempo que certifica su fracaso. Su empecinamiento por competir con el espacio de la izquierda más rancia es algo propio de este PSOE desconcertado, no del resto de los partidos socialistas en Europa. En Alemania, la socialdemocracia en ningún momento se planteó pactar con los comunistas para arrebatar el poder a una Merkel arrolladora en las urnas, pero sin mayoría absoluta: hoy gobierna con ella. Ahora, en Francia llega a Matignon un socialista que ofrece un perfil insólito en las huestes de Ferraz. Como alcalde de Evry, Manuel Valls propuso poner a una explanada el nombre de Juan Pablo II, dobló el número de policías municipales con el argumento de que “ningún rincón de la ciudad debe quedar en manos de los gamberros”, afirmó que una reforma de la universidad debería superar “los estragos del igualitarismo” y votó a favor de convertir en delito los ultrajes a la bandera y el himno nacional. En 2011 compitió en las primarias socialistas y perdió sin paliativos. Defendía la derogación de la ley de las 35 horas semanales de trabajo porque había que trabajar más y abogó por déficit públicos por debajo del 3 por ciento. ¿Se imaginan a un socialista español haciendo carrera con estas propuestas? En Francia ha llegado a primer ministro. De haber seguido en España, donde nació en 1962, Valls no sería nadie ante Elena Valenciano.

LA RAZÓN, 3/04/2014

jueves, 27 de marzo de 2014

Golpismo autorizado

   ¿Por qué de un tiempo a esta parte sólo las manifestaciones de la izquierda política y social acaban en disturbios cada vez más violentos? Durante los gobiernos socialistas también se protestó en la calle contra la política de Zapatero con ETA, o en defensa de las víctimas del terrorismo, de la familia y de la vida desde su concepción. Ninguna tuvo que lamentar nunca altercados no deseados. No. No son “los de siempre” los que terminan convirtiendo la calle en un experimento de guerrilla revolucionaria. Como si “los de siempre” fueran grupos anónimos e incontrolados necesariamente ajenos a la organización de la protesta. Es el mismo espíritu de la protesta el que en ocasiones convierte el legítimo derecho de manifestación en plataforma “legalizada” para fines golpistas. Lo vimos el sábado en Madrid. Sólo había que escuchar a sus portavoces. Bajo el beatífico reclamo de la dignidad, venían a conquistar en la calle el poder negado en las urnas. Lo proclamaban sin tapujos, con el descaro que caracteriza a los de fe totalitaria. Y lo hacían jaleados por esos altavoces mediáticos que comparten responsabilidad en lo que era una auténtica insurrección contra el orden democrático libremente establecido. Con todo, las marchas se autorizaron. 
   El fallecimiento de Suárez ha permitido a España mecerse durante tres días en la nostalgia del espíritu de concordia. Qué lejos está la izquierda de Cayo Lara, Willy Toledo y el asaltacaminos de Marinaleda de aquella que, con coraje y serenidad, escribió junto a Suárez y el Rey la página más brillante de nuestra historia reciente. La izquierda de hoy deshace el camino andado y vuelve a creer que en democracia hay atajos hacia el poder sin el peaje de las urnas.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Tres días de primavera

  "Cuando la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda"
El hombre que mató a Liberty Valance
John Ford, 1962

 España ha recibido la primavera abrazada a un recuerdo que reverbera lo mejor de nosotros: aquella hazaña protagonizada cuando el miedo a repetir los errores a los que nos había empujado el sectarismo sacó lo mejor de cada uno. España llora al presidente que acabó abandonado por todos, traicionado por los suyos y despellejado por un socialismo depredador al que impacientaba su acceso al poder, pero su muerte en estos momentos de desprestigio de la política ha permitido que su figura de claroscuros emerja como la un héroe. Una sociedad defraudada con su clase dirigente le ha rescatado como referente moral en un páramo sin líderes en el sentido churchilliano del término. Suárez convertido en mito compartido de una época que evoca la unidad nacional y el patriotismo elevado sobre el partidismo excluyente. Es la misma sociedad que nunca le otorgó la mayoría absoluta y le negó los votos cuando más los necesitaba quien proclama a Suárez “santo súbito” de una democracia idealizada que quizá nunca existió, pero que necesita imaginar como vía liberadora del desencanto que nos atrapa. Así son las cosas. Dijo Suárez que el destino no está escrito porque sólo el pueblo puede escribirlo. Ha sido ahora cuando el pueblo ha decidido hacerlo para eternizarle como símbolo de un ideal común. 
   La despedida que España entera, la que viaja en coche oficial y la que pisa la calle, ha tributado a Suárez es una noticia feliz en esta nación a la que le cuesta reconocerse en su identidad colectiva, tan acomplejada en la celebración de sus fechas fundadoras como cicatera en el homenaje a sus prohombres. 
   Ay si el adiós de Suárez no fuera solo el remanso de tres días de primavera…

lunes, 24 de marzo de 2014

Muere un héroe de España


"En España, las cosas entran por el oído, se expulsan por la boca y nunca pasan por el cerebro"

ADOLFO SUÁREZ, 1932-2014

jueves, 20 de marzo de 2014

Demagogia sin fronteras

   Hasta marzo de 2013, apenas 68 inmigrantes habían saltado la valla en Melilla. Más de 1.000 lo han hecho en el mismo período de 2014. Es el resultado de la demagogia vomitada desde que 15 personas fallecieran en una tragedia que sirvió para criminalizar a la Guardia Civil y a un Gobierno desalmado que disfrutaría disparando subsaharianos, como un negrero en los campos de algodón. ¿Eran los primeros ilegales que morían tratando alcanzar España? No. Por desgracia. Más de 1.000 lo han hecho los últimos años. Unos perdieron la vida en el mar. Otros en tierra, donde ya se utilizaba material antidisturbios para disuadirlos y donde una valla les separaba del paraíso. Con sus cuchillas asesinas también, instaladas por un gobierno socialista, sin que nadie se escandalizara entonces. Pero al grito de “las fronteras matan”, de éxito asegurado entre la progresía bienpensante, esa izquierda golpista incapacitada para la oposición democrática, ha logrado el propósito de activar complejos y debilitar nuestras defensas. Las mafias lo saben. España sufre la ausencia de un acuerdo nacional en un asunto de estado y aprovechan la oportunidad para acentuar la presión migratoria no con avalanchas de famélicos, precisamente.
    El problema está ahora planteado con toda su crudeza. ¿Cómo defendemos nuestra frontera? ¿Cómo la defiende Europa, pues suya es también? Porque habrá que defenderla, salvo que aceptemos llenar el Continente de inmigrantes ilegales, con todas las consecuencias que ello acarrea si analizamos la cuestión sin utopismos infantiles. Putin se ha anexionado Crimea porque sabía, entre otras cosas, que la Europa acomodada no movería un dedo para proteger las fronteras de Ucrania mientras renuncia a defender las propias con la determinación que exige el amenazado flanco sur.

LA RAZÓN, 20/03/2014

jueves, 13 de marzo de 2014

La ideóloga


  Pasito a pasito, ninguno en falso, la juez Alaya disecciona un régimen político levantado con la prebenda y el favoritismo. Cientos de millones defraudados durante años para alimentar a quienes fortalecían un poder incuestionado en una realidad insoportable en cualquier lugar distinto a esta Andalucía, convertida en la mayor fábrica de parados de Europa tras 30 años de monocultivo socialista. Tanta paz social, tanta ausencia de protesta, tanto conformismo sin rebeldía ante un horizonte sin futuro en el latifundio del PSOE tenía un precio. Y la Junta lo pagó. Al margen de la ley, afirma Alaya, y contra toda decencia: el dinero destinado a paliar el drama de los desempleados acabó en manos de amiguetes, aseguradoras sin escrúpulos y sindicatos depredadores de quienes decían proteger. 
   El modelo de reparto fue diseñado por Magdalena Álvarez, consejera de Hacienda antes de que Zapatero la aupara a su escaparate de “ministras Vogue”. Explica Alaya por qué prevaricó y malversó: “El uso ilegal de fondos públicos se permitía a sabiendas de que en virtud de dicho procedimiento la concesión de subvenciones socio-laborales necesariamente se realizaría con absoluta discrecionalidad, y de forma totalmente opaca, incumpliendo los más elementales principios de actuación de la Administración”. 
   Por esto estamos ante el mayor caso de corrupción jamás destapado en España. No fueron cuatro golfos metiendo la mano en la caja. Fue un sistema creado por el poder, incrustado en la administración y gestionado de forma piramidal el que canalizó y fomentó el fraude: dinero a chorros que se distribuyó sin imparcialidad, sin transparencia, sin publicidad. Lo dice Alaya, una juez que solo habla en autos que descifran las entrañas del cortijo andaluz y nos permiten entender las razones de su inmutabilidad.

LA RAZÓN, 13/03/2014

jueves, 6 de marzo de 2014

Cambió el viento

   Los socialistas no se reconocen nunca en la oposición. Encarnan las libertades. Cualquier gobierno que no sea suyo es una anomalía democrática que debe ser resuelta cuanto antes. Suárez fue derribado con una oposición descarnada, alejada de la decencia política. Un atentado con 200 muertos, del que la próxima semana se cumplen diez años, y tres días de agit-prop les devolvió el poder cuando España disfrutaba de la mayor prosperidad de su historia. Abrazaban la idea de que los efectos devastadores de esta crisis gigantesca se llevarían por delante a Rajoy, como volatilizaron a Zapatero. Bastaría con soliviantar a una opinión pública reacia a la austeridad con las adecuadas dosis de falsedad. No es la crisis ni la herencia, es lo que siempre quiso hacer la derecha: acabar con los derechos y las libertades. Así que, lastrado por la memoria de su gestión y sin recetas solventes, el PSOE convirtió el sufrimiento colectivo por los zarpazos de la depresión en un proyecto político, con la calle instrumentalizada como irrefutable prueba de cargo contra la derecha desalmada. Lo habitual. 
   Hace un año España superaba la histórica cifra de cinco millones de parados y Rajoy pugnaba para zafarse de la temida intervención. Hoy España crea empleo por primera vez en seis años, se esfumó el fantasma de la intervención y Bruselas nos sacó ayer de esa UVI en la que deja a Italia como el enfermo más preocupante de Europa. Está por ver si la recuperación que viene habrá aliviado el padecimiento de los más perjudicados cuando el Gobierno deba rendir cuentas. De momento, ha logrado virar la nave para que el viento sople a favor. Ahora es la demagogia quien bracea contracorriente.

LA RAZÓN, 6/03/2014

jueves, 27 de febrero de 2014

La España real



  En un lúcido ensayo, Jean-François Revel planteó a finales de los ochenta una tesis que sigue siendo válida. La dificultad para ver las cosas como son y actuar juiciosamente no se debe a la falta de información. La información abunda y ahora más que nunca está al alcance de cualquiera. Hay casos complejos en los que no siempre sabemos todo lo que necesitaríamos para comprender y actuar. Pero son más los ejemplos de situaciones en que juzgamos y decidimos fundándonos en informaciones que sabemos falsas, o sin querer tener en cuenta informaciones totalmente ciertas. El enemigo del hombre, como siempre, está dentro de él. “Pero ya no es el mismo: antaño era la ignorancia, hoy es la mentira”, concluye Revel en “El conocimiento inútil”. 
   Entre los defectos de Rubalcaba no está la ignorancia, pero optó por presentarse ante Rajoy como notario de “la España real” con un inventario de calamidades que parecían más propias de Benín. Rubalcaba encarna una impotencia: ejercer de oráculo de la realidad cuando su empeño en ocultarla otrora agudizó nuestros padecimientos. ¿Ha leído a Solbes? “Sabíamos que dañaríamos a España y a los españoles”. La frase pertenece al libro que relata el engaño de aquellos gobiernos en los que participaron. 
  Rajoy recibió una nación abocada a un rescate dramático. Es pronto para aventurar si, tras doblar el embravecido Cabo de Hornos con sacrificios que dejarán secuelas, disfrutaremos de un Pacífico abierto. Rajoy no lo ha hecho. Su prudencia se llama 6 millones de parados. Pero negar que el horizonte ahora es distinto al de hace un año sólo obedece al interés de quienes pretenden sobrevivir a sus propios fracasos logrando que la mentira sustituya a la verdad.

LA RAZÓN, 27/02/2014

jueves, 20 de febrero de 2014

Buenismo y náusea

   El PSOE se libró de Zapatero, no del mal que le inoculó: el síndrome de Pangloss. Aquel optimismo antropológico del presidente satirizado por Voltaire en “Cándido”, según el cual basta acudir a las palabras adecuadas para que todo vaya bien en el mejor de los mundos posibles. Algunos lo llaman buenismo. Se define como la incapacidad para afrontar la realidad. Tal cual es. Sin disimulos, engaños ni invocaciones a cómodos ideales prêt-à-porter. La realidad en toda su complejidad, la que debería de ser objeto de la acción política responsable, suplantada por las buenas intenciones. Incomprensible en un partido que ha gobernado tanto tiempo. Que, al parecer, aspira a volver hacerlo. Demostración, en cualquier caso, de que el PSOE se ha vuelto permeable a la demagogia más allá de lo tolerable en un partido de oposición. 
    Sin respuestas válidas para problemas complejos, esta carencia retrata al PSOE en cada ocasión, ya sea la crisis económica o la migratoria. Busca réditos en la estrategia sentimentalista de la política reducida a la impostación de emociones; exhibe insolvencia, cuando no hipocresía, a la hora de las soluciones. Si tiran de buenismo, creen que basta proclamar los derechos sociales para que estos puedan ser disfrutados, sin preocuparse de cómo crear la riqueza que debe financiarlos; su hipocresía queda al desnudo al recordar qué hicieron cuando la realidad les despertó con telefonazos de Obama y Merkel. La doblez socialista está siendo expuesta hasta la náusea con la tragedia de Ceuta: cándida para hacernos creer que los buenos deseos tienen efecto mágico para traernos el mejor de los mundos posibles; farisea cuando olvida sus alambradas, sus pelotas de goma y los muertos en la frontera que tampoco ellos pudieron evitar.

LA RAZÓN, 20/02/2014

jueves, 13 de febrero de 2014

Con razones y mayoría

   Fue en el debate, no en la votación secreta que había planteado como trampa, donde el PSOE salió derrotado. Seguramente en el centro-derecha sociológico no exista con la reforma del aborto la unanimidad robusta que expresó la votación, pero no hay que recurrir a la zafiedad de “en mi coño y en mi moño mando yo” de la diputada Embeita para comprobar cómo ante un asunto capital alguna izquierda española es incapaz de ir más allá del mitin faltón y el exabrupto panfletario. Bastaría escuchar al socialista Paco Vázquez para desnudar la falacia izquierdista de que el aborto sólo puede ser combatido desde posiciones religiosas. Gallardón ha planteado una valiente reforma en defensa de la vida. Es un proyecto progresista. Defiende a los más débiles de voluntades absolutas convertidas en falsos derechos (“Nosotras parimos, nosotras decidimos”). En democracia, las leyes son resultado de la voluntad de la mayoría libremente expresada. Pero “una cosa no es justa por el hecho de ser ley; debe ser ley porque es justa”, advirtió Montesquieu. En la reforma del aborto, el PP tiene de su lado la mayoría y la causa. No obliga a ninguna mujer a ser madre, no castiga a nadie y defiende al inocente de circunstancias ajenas que no deben condenarle a ser víctima de un crimen. 
   Los avances de la ciencia y de la medicina aportan cada día más argumentos a la defensa de la vida humana desde su concepción. Acumula el PP razones y capital político para que, si demuestra voluntad, España avance en este camino sin dejarse acomplejar por esa izquierda deshumanizada que utiliza el aborto como arma arrojadiza en un debate que desborda las trincheras ideológicas.

jueves, 6 de febrero de 2014

Equidistancias

   Los principios obstaculizan la política pragmática que hace de la conquista y conservación del poder un fin en sí mismo. Son tiempos de sumisión demoscópica. Y está mejor valorada la apelación al diálogo que la esforzada custodia de la verdad. Toda expresión de tolerancia se antoja más democrática que una posición de firmeza, por anclada que esté en defensa de la libertad. Lo llaman moderación, pero es equidistancia. Vergonzante y acobardada equidistancia. Susana Díaz esta semana en Cataluña, por ejemplo. Entre separatistas (Mas y los suyos) y separadores (Rajoy, of course) están los socialistas, faltaría más. Como si existiera posición intermedia entre quien desafía la soberanía nacional y quien le planta cara desde la legalidad. Nada nuevo bajo el sol. Díaz es el PSOE de siempre. El que subordina la cuestión nacional a la estrategia electoral de cada momento. El que aún en asuntos medulares prefiere ponerse de perfil para situar al PP en la intolerancia. Sea con la secesión catalana o la política antiterrorista. Lo ha escrito Savater: antes la firmeza era de derechas por intransigente; ahora que ETA no mata, la firmeza es de extrema derecha por innecesaria. 
   La habilidad del PSOE para equidistar siempre entre extremos por él imaginados tiende varias trampas al PP. La primera, conceptual: asumir que la moderación es una virtud más allá del temperamento. La segunda, política: aceptar que el centro se halla entre límites establecidos por otros. La tercera, de contagio: advertido ya en Javier Maroto, alcalde de Vitoria, cuando desacredita al nuevo partido de sus excompañeros Ortega Lara y Abascal como cobijo para “herederos de Blas Piñar”. El tópico del pasado franquista que comparten proetarras y PSOE cuando atacan al PP. Vaya coincidencia.

LA RAZÓN, 6/02/2014

viernes, 31 de enero de 2014

La carta de Rajoy

   Los españoles entregaron a Rajoy una mayoría descomunal para que nos sacara de una crisis insólita. Las cuentas públicas estaban quebradas y España, condenada a un dramático rescate si no actuaba con determinación en una situación de emergencia nacional. A Rajoy no le tembló el pulso: incumpliría cuantas veces fuera necesario su palabra si con ello contribuía a devolver la confianza en España y a recuperar una economía en situación de enfermo terminal. “No he cumplido con mis promesas, pero he cumplido con mi deber”. Dos años después, España afronta un futuro distinto. Los riesgos no han desaparecido, el empleo aún no ha vuelto y queda camino por recorrer. Pero donde nadie daba un duro por España, ahora todo son expectativas halagüeñas. Rajoy se está jugando 2015 a una sola carta: la recuperación económica. Confía en que al final los españoles sabrán disculpar la ausencia de lo que Wert, antes de ser ministro, consideraba como una condición indispensable para afrontar el desafío: “Un relato de sacrificios compartidos y de sacrificios con sentido”. A Rajoy le ha faltado aliento churchilliano, es verdad.. Será anécdota si los resultados terminan dándole la razón. 
   Encauzado el reto económico, para disgusto de una izquierda a la que se le pasa el arroz y no consigue convertir a España en Ucrania, Rajoy llega a la Convención de Valladolid con el optimismo enturbiado por las dudas que en parte de su electorado crea la gestión de asuntos medulares para los que no existe la justificación de imperativos presupuestarios. Es un desapego peligroso. Está alimentado a veces por sensaciones y emociones, percepciones subjetivas que no siempre se pueden rebatir con la objetividad del dato contable.

jueves, 23 de enero de 2014

Gregorio Ordóñez, 19 años ya


   ´
   Hubo un tiempo no lejano en el que el País Vasco ofrecía tres alternativas: vivir como un cobarde, largarte o quedarte con todas las consecuencias. Él decidió quedarse. Y ahora que vemos una corriente empeñada en desprestigiar la política reduciéndola a refugio de ladrones e incompetentes, él acudió a ella para cambiar las cosas. Explicó el motivo siempre con las mismas palabras: llegó un momento en que no pudo más. ¡Basta ya!, gritó. Y tras él, toda una mayoría callada hasta entonces por el miedo en tierra sometida por el fanatismo y condenada al charco de sangre. Sabía lo que quería la buena gente: vivir en paz. Sabía también que no habría paz sin la libertad elemental para decidir sobre tu propia vida en una época en la que otros decidían si tenías derecho a ella. Decían de él sus adversarios que era un radical. ¡Y vaya si lo era! Radical en plantar cara a los violentos; radical en denunciar la connivencia de los que apuntaban sin disparar; radical en su inquebrantable honradez. Tenía voluntad para cambiar las cosas, con espíritu indomable y palabra clara, alguna de las cuales he tomado prestadas para redactar estas líneas. Era una fortaleza política desconocida hasta entonces. El hijo al que apenas conoció evoca a su padre como un revolucionario. Tal día como hoy, ETA le asesinó de un tiro en la nunca mientras comía en un restaurante de su ciudad. El PP iba a convertirse en la fuerza más votada en San Sebastián y él, en su alcalde. 19 años después, son los amigos de sus asesinos quienes la gobiernan y la fundación que conserva el legado de Gregorio Ordóñez necesita nuestra ayuda. BBVA: 0182 5709 48 0010513502

LA RAZÓN, 23/01/2014

martes, 21 de enero de 2014

¿El PSOE se corrige?

   Tantos años de complicidad con los adversarios del PP a cualquier precio y en cualquier lugar donde el poder fuera la recompensa de los pactos más vergonzantes para un partido que reconocía así su debilidad, han conducido al socialismo a situaciones tan rocambolescas como la que ahora enfrenta en Cataluña. Obligado a expulsar de sus filas a quienes defienden lo que el PSC defendía en su programa electoral hace poco más de un año: una consulta por el derecho a decidir. “Nunca votaremos contra el derecho a decidir”, desafiaba Pere Navarro el pasado octubre en Madrid. Los socialistas catalanes se habían abstenido en el Congreso para no respaldar una votación sobre el derecho a decidir de todos los españoles en un asunto que, como el de la independencia de aquella región, corresponde al titular de la soberanía nacional: el pueblo español en su conjunto. 
   Bienvenido el giro del socialismo catalán corrigiéndose a sí mismo y su deriva anti-española. Incluso aunque lo haya hecho forzado por un órdago secesionista que dejó su ambigüedad sin más recorrido. Pero resulta fantástico que la número dos del PSOE, Elena Valenciano, alerte ahora al Gobierno y al resto de los partidos de que hay que tomarse “muy en serio” lo que sucede en Cataluña. ¿En serio? En situación distinta estaríamos si ella, y su partido, no se hubieran tomado a broma el abrazo de Zapatero al Estatut de Maragall, el gobierno conjunto con los independentistas, el cordón sanitario del Tinell... Y, sobre todo, si el PSOE dejara de jugar a la confusión con esa propuesta federalista que enmascara su indefinición en defensa de la Constitución y la nación española.

jueves, 16 de enero de 2014

Promesas de humo

               
   No existe una salida socialdemócrata a la crisis. No ha existido nunca porque fueron las políticas de gasto alegre y endeudamiento sin freno las que nos condenaron. Creyó Zapatero que la había hasta que los grandes líderes mundiales le forzaron a abdicar de sus ideas equivocadas, dejando desnuda a una izquierda sin recetas para una realidad inapelable: no se puede vivir a crédito si quien te presta deja de confiar en tu capacidad para devolverlo. Creyó esa misma izquierda decimonónica que Hollande les salvaría de la orfandad. Recuerdo a Rubalcaba celebrando el triunfo del francés como si fuera el suyo: “La voz de los socialistas sonaba débil en Europa. Hoy con Hollande tiene un magnífico altavoz”, decía mientras enarbolaba la bandera del país vecino junto a militantes entusiastas en Ferraz. 
  El periódico de la izquierda española despertó ayer del sueño: “El enemigo jurado de las altas finanzas y defensor a ultranza de la justicia social de la campaña electoral de 2012 ha pasado a mejor vida”. Y expidió su particular certificado de defunción: “Hollande confirmó un giro radical hacia las recetas económicas neoliberales y dejó de hablar a los electores de izquierda”. Cuando un periodista preguntó a Hollande cuáles eran las diferencias entre su nuevo programa y el de la derecha de Sarkozy, el socialista no pudo ser más explícito: “Que él no lo puso en práctica”. 
  Mientras la prensa mundial y los inversores reciben a la España que se esfuerza por salir de la crisis, Francia es vista como el nuevo enfermo de Europa. Con retraso, Hollande ha comenzado a recorrer el difícil camino de Rajoy. Rubalcaba seguirá aventando promesas de humo.

sábado, 11 de enero de 2014

Reeducados

   “ETA amenazó y mató a muchos para atemorizar. Y, sobre todo, para domesticar conciencias. En el PSE este proceso ha culminado. Los socialistas vascos ya no son libres. Son esclavos del miedo. Han sido reeducados”. La descripción es de Maite Pagazartundua, entrevistada en Telemadrid. Exdiputada socialista y víctima de ETA (su hermano, también socialista, fue asesinado en 2003), de expresión serena y fortaleza ética, Maite Pagaza encaja seguramente en el marco de lo que el joven comunista Alberto Garzón considera como un ultra. Esto es, alguien que se felicita de que la Guardia Civil, a las órdenes de un juez, detenga delincuentes en vez de firmar declaraciones junto a los amigos de ETA tildando la operación como obstáculo para la paz. Esta concepción del mundo al revés compartida por terroristas, cómplices, comunistas y socialistas (aún no he escuchado a Rubalcaba desautorizar a sus compañeros de San Sebastián) es uno de los triunfos de ETA. Que ya no mata, sí. Pero que ha logrado imponer en la sociedad vasca, y en gran parte de la del resto de España, lo que el profesor Rogelio Alonso define como una “atmósfera exculpatoria del terrorismo”. ETA no mataba por matar: perseguía objetivos políticos. No los ha conseguido todos, es verdad. Pero desde las instituciones podrá seguir en la lucha por el poder, que es en lo que está desde que emprendiera su camino criminal hace 50 años segando la vida de Begoña, una niña de 22 meses. La estrategia exclusivamente política de los proetarras está siendo aplaudida por muchos. Otro triunfo de ETA: que concedamos a su proyecto liberticida una legitimidad democrática. Nos arrepentiremos en el futuro.

LA RAZÓN, 11/01/2014

jueves, 9 de enero de 2014

Veredictos sin juicio

   La impunidad es incompatible con la democracia, modelo de convivencia que nos convierte a todos en iguales ante la ley. El delito tiene que ser perseguido y nadie puede escapar al castigo. En un régimen de libertades no hay otra forma de acreditarlo que tras un procedimiento judicial transparente y con las garantías constitucionales que amparan a todos, incluido el acusado. Donde las pruebas se impongan a las suposiciones y los hechos a las conjeturas. Todo se enfanga cuando el prejuicio se impone al juicio (“¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, clamó Einstein) y confundimos la necesidad de justicia con la pretensión intransigente de que se nos dé la razón. Erigidos en jueces que descubren la verdad en un estado de opinión. 
    Los estragos de una crisis económica profunda tienen encendida a una sociedad que, acostumbrada a que todo le es debido, interpreta cada merma en su bienestar como la consecuencia de un robo y no como efecto de decisiones colectivas equivocadas, en las que también pudo participar. Han robado los bancos, los empresarios, los políticos, así, sin matices. No hay duda: ellos son los culpables. La Infanta Cristina simboliza ese modelo de personajes que, sometidos a juicios mediáticos como carne de espectáculo, adelantan la condena popular, siempre más propensa al linchamiento que a la confrontación desapasionada de los hechos probados con el Código Penal. Aclamamos al juez aplicado que encuentra encaje penal para entregar una cabeza a la opinión pública deseosa de castigar a quienes considera culpables de sus penurias. Repudiamos al magistrado aplicado cuando no encuentra pruebas suficientes con la ley en la mano. La justicia solo lo es si confirma nuestro veredicto previo. Así nos va.

LA RAZÓN, 9/01/2014