jueves, 31 de octubre de 2013

Franco al rescate

   Huérfano de política, la impostación sentimental es refugio del PSOE. Y ahí está Franco, siempre a mano del socialismo en apuros. Argamasa para un partido cuarteado; espantajo para disuadir a los votantes que huyen hacia IU. Lleva el dictador cuatro décadas bajo una losa de granito y pretenden que siga catalizando un debate visceral que oculte las carencias propias. Demuestran su desorientación. Nuestro régimen de libertades suma casi tantos años como el de Franco. Tuvo el dictador un poder inmenso. No ya el que los socialistas le presuponen para confundir a la opinión pública. Que pregunten en la calle. Media España tendría problemas para ubicarle correctamente en la historia. Otra media no sabría responder dónde está enterrado. Agitan un fantasma porque no pueden explicar el despojo en que les ha convertido su falta de identidad nacional en plena sedición independentista. Apelan a la dignidad de las víctimas de una guerra civil perpetrada 75 años atrás para remover tumbas del pasado cuando los asesinados por ETA acaban de revolverse en las suyas al ver en qué ignominia ha acabado el falso proceso de paz del Gobierno socialista. Prefieren deslizarse por el pretérito porque el presente les retrata. Ahí les tienen, criticando a la vez a Montoro por subir los impuestos incumpliendo su palabra y al presidente madrileño por bajarlos respetando la suya. 
   Su experiencia de gobierno reciente es una rémora para la recuperación del PSOE. Exhibe también penurias de liderazgo. Pero su problema es la carencia de respuestas para los dos grandes retos de hoy: la defensa de la nación española y cómo recuperar el crecimiento económico que garantice el bienestar social. Franco no les ayudará a encontrarlas. Aunque lo exhumen.

LA RAZÓN, 31/10/2013

jueves, 24 de octubre de 2013

Cicerón, hace 2000 años

"El presupuesto tendrá que estar equilibrado, el tesoro tendrá que volver a llenarse, la deuda pública se tendrá que reducir , la arrogancia de la burocracia tendrá que ser atemperada controlada y la ayuda a las tierras extranjeras tendrá que eliminarse para que Roma no entre en la bancarrota. El pueblo debe otra vez aprender a trabajar en vez de vivir de la asistencia pública"

Con las víctimas en Colón

   Begoña tenía 22 meses. Murió abrasada en 1960 por una bomba en la estación de ferrocarril de Amara. Fue la primera. Llegarían después casi 900 más. Vidas rotas a las que durante años despedimos en funerales clandestinos despachados por la puerta de atrás. Tardamos en descubrir que en realidad eran héroes de nuestra libertad, merecedores de memoria, dignidad y justicia. Propósitos que suenan vacíos estos días de ignominia, donde las malas decisiones han terminado pasando factura. Nos escandalizamos con la excarcelación de Irene del Río, pero hasta que llegó Aznar las penas pretendían la reinserción del criminal y la izquierda rechazaba su cumplimiento íntegro. El PSOE y sus atajos a la ley: González prefirió la guerra sucia al endurecimiento del Código Penal heredado del franquismo; Zapatero basculó al otro extremo y optó por la negociación con los terroristas. Por la pasividad del primero y por la acción del segundo, decenas de terroristas van a salir de la cárcel. O, mejor, van a seguir saliendo. Porque hoy son Del Río y Troitiño, pero antes fueron De Juana y Bolinaga. Cada uno con su justificación legal, administrativa, humanitaria. Eufemismos tras los que se esconde la política sin freno que nos ha conducido a este octubre negro en el que el edificio jurídico levantado para la derrota de ETA se ha derrumbado con estrépito. En la sentencia del Faisán está el explosivo que lo dinamitó: el fin justifica los medios. Las buenas intenciones. Por ellas unos están libres y otros en las instituciones. Las víctimas de ETA ahora lo son también de un proceso que las dejó sin justicia. El domingo, en Colón, reivindicaremos su memoria y dignidad. Lo que nos queda.

LA RAZÓN, 24/10/2013

miércoles, 23 de octubre de 2013

¡A las barricadas!

   José Carrillo es rector de la Universidad Complutense. No corrió delante de los grises por el campus cuando los jóvenes estudiantes empezaron a plantar cara a la dictadura. Es hijo de Santiago Carrillo y entonces estudiaba en París. Pero al rector le gustan las barricadas. Si son los suyos los que se parapetan tras ellas, claro. Por eso ayer, día de huelga contra la nueva ley de Educación, montó en cólera cuando la Policía acudió a Somosaguas para retirar las que unos cachorros de la guerrilla urbana habían montado para impedir el acceso a quienes desearan asistir a clase. ¡La Policía ha entrado en el campus sin conocimiento de las autoridades académicas! se escandalizó el rector magnificus en nota pública. ¿Cómo? ¿Los grises otra vez porra en mano por la Ciudad Universitaria? El delirio izquierdista de algunos les hace ver fantasmas. La realidad es que los agentes apenas necesitaron pisar dos metros de suelo complutense para desmontar las barreras liberticidas que Carrillo junior alienta con su gestión sectaria de la primera universidad de España.

LA RAZÓN, 23/10/2013

jueves, 17 de octubre de 2013

Como unos más

   ETA ya no mata. ¿Que suma votos y sumará más? Democrático ¿no? La que nunca alcanzaron en cuarenta años de bombas y tiros en la nuca. Su proyecto totalitario avalado por las urnas. Creciendo en el vacío de la España sin fibra moral para batallas ajenas a las del pan de cada día en estos tiempos de crisis pavorosa. ETA ya no mata. Y al amparo de nuestro conformismo avanza una estrategia letal. Lo expresó Aznar con la claridad que le acompaña: “Si queremos un futuro sin terror no podemos actuar como si el terror no hubiera existido”. Gente extraña esa María San Gil escandalizada porque socialistas y populares lleguen a “potear” con los de Bildu por el casco viejo de San Sebastián en estos tiempos de “normalidad”. Donde los asesinos disfrutan de permisos carcelarios sin arrepentimiento por la sangre derramada. Donde, bastándonos que ya no maten, les dejamos escribir el relato falseado de estas décadas de infamia, para escarnio de quienes murieron con la promesa de que no sería en vano. 
    La sentencia del chivatazo a ETA participa de este engaño colectivo. Reconoce que se hizo “para no entorpecer” la negociación de Zapatero con ETA, pero el tribunal se mancha las togas con el polvo del camino y argumenta que el fin (la paz) justifica los medios (la violación de la ley por quienes debían protegerla). Foto completa de un proceso repugnante: se negoció la paz con los terroristas, se les legalizó, se les permitió alcanzar las instituciones y ahora debemos felicitarnos. Ya no matan. Les hemos concedido pátina democrática. Pueden hacerse la foto a las puertas del Congreso con Rubalcaba y su coalición anti-PP. Como un aliado más.

LA RAZÓN, 17/10/2013

jueves, 10 de octubre de 2013

El bisturí de Alaya

  
 Alaya no investiga un caso de corrupción más, aunque sea el más grave por número de imputados (161) y la cantidad defraudada (1.217 millones). Con voluntad inquebrantable en la función de su magistratura y la precisión de un cirujano, Alaya está diseccionando un régimen de poder articulado durante treinta años de ejercicio ininterrumpido. No es casualidad que Andalucía sea la única región española que desconoce la alternancia política. El monocultivo socialista ha tejido una red clientelar fortalecida a medida que la sensación de impunidad crecía en un poder político que se reconocía invulnerable. Lo que no pudieron destapar los medios de comunicación ni la oposición política lo está logrando esta juez paciente. Ha quedado descrito en sus autos: “Estaríamos ante un sistema perfectamente establecido, en el que la concesión de ayudas se convierte en el verdadero negocio”. El poder diseña el artificio contable opaco, lo envuelve con el celofán de las “ayudas públicas” y el erario se escapa sin control regando un negocio que llega a todos: sindicatos, aseguradoras, amiguetes y a una administración que se garantiza la ”paz social”. A más ayudas, más negocio y mayor estabilidad para el régimen. La Arcadia feliz del socialismo. Abierta ahora en canal por el bisturí de esta juez valiente para mostrarnos sus entrañas putrefactas. “Se están llenando sus bolsillos”, clamaba el capo de UGT en Cádiz, ahora detenido, para agitar la huelga contra Rajoy. Alaya nos permite conocer la realidad que escondía aquella frase. El latrocinio andaluz avergonzaría a Robin Hood. Decían defender a los trabajadores y se han aprovechado del drama del paro para enriquecerse en el mayor latifundio del desempleo en Europa.

LA RAZÓN, 10/10/2013

viernes, 4 de octubre de 2013

De libres y esclavos

   La esclavitud no habría sido abolida si Douglas hubiera derrotado a Lincoln. No porque el senador fuera un esclavista convencido, sino porque, para ganar votos de uno y otro bando, enarboló la doctrina de la soberanía popular. Nada tan democrático, proclamaba, como dejar que los electores de cada territorio decidieran si sus futuros estados debían o no respetar la esclavitud. Nada tan democrático, repite Mas, como que los catalanes puedan decidir su futuro sin cortapisas. Lincoln combatió que el autogobierno pudiera violar el principio de que todos los hombres nacen libres e iguales. Mas pretende que desistamos de nuestra libertad conquistada para alfombrar su secesión. 
    En democracia es el imperio de la ley, no la voluntad mayoritaria, la garantía de las libertades. “Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres” sentenció Cicerón. No porque la soberanía popular tenga límites, sino porque debe expresarse sin atropellar las reglas que nos hemos dado. La Constitución es inviolable, no inmutable. Alberga los mecanismos para su reforma. Lo que (todos) decidimos libremente en 1978 (todos) podemos darle la vuelta como a un calcetín si fuera deseo mayoritario. Incluso podemos decidir que España ha dejado de serlo. Pues nada. Mayorías cualificadas, elecciones, referéndum y carpetazo a la nación más antigua de Europa y una de las más influyentes de la historia. La democracia no garantiza decisiones siempre acertadas. 
    Habla muy mal de nosotros que estemos planteándonos a diario qué es España, pero si el futuro pasa porque volvamos a decidirlo, hagámoslo. Todos. Porque nada tan liberticida como pretender que la expresión de una voluntad acotada y soliviantada por victimismos fantaseados convierta de golpe en extranjeros a españoles en su propia tierra.

LA RAZÓN, 4/10/2013

martes, 1 de octubre de 2013

¡Adiós, Estado del Bienestar!

José María Carrascal, maestro de periodistas, ha publicado hoy un Tercera en ABC que merece ser reproducida en su integridad. El texto debería ser leído en todos los colegios de esta nación sin rumbo que zozobra por culpa de la demagogia instalada en la política y el conjunto de la sociedad española.


   La noticia más importante de los últimos tiempos no apareció en los titulares. Ni en los editoriales. Ni en las tertulias. La dio el nuevo Rey holandés en un acto protocolario, la apertura oficial del año parlamentario, al anunciar en su discurso «la sustitución del clásico Estado del bienestar por una sociedad participativa». O sea, el fin del primero, considerado poco menos que sagrado, por algo aún sin definir. Un seísmo económico y social. Y no lo decía el Rey Guillermo. Lo decía el Gobierno que le había escrito el discurso, formado, no por conservadores a lo Thatcher o Merkel, sino por liberales y socialdemócratas. Un Gobierno de centro-izquierda, en suma. La explicación vendría en el siguiente párrafo del discurso, que merece la pena reseñarse íntegramente por la importancia histórica que tiene: «El paso hacia una sociedad participativa es en particular relevante en la seguridad social y en los que necesitan cuidados de larga duración. Es precisamente en esos sectores donde el clásico Estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX ha producido sistemas que en su forma actual no son sostenibles». ¿Necesita explicación? Bueno, la explicación está en los números. Holanda, que se ha cansado de dar lecciones a los países del sur de Europa por no hacer sus deberes, no va a cumplir este año sus objetivos de déficit, mientras que su economía bajará el 1,25 por ciento y el poder adquisitivo de sus ciudadanos lo hará en un 0,5 por ciento. Lo que ha obligado a su Gobierno a anunciar un recorte de 6.000 millones de euros para ajustar el presupuesto. El Rey Guillermo expresó la confianza de que «un pueblo fuerte y consciente (se supone el suyo) será capaz de adaptar su vida a tales cambios». 
    En lo que está la clave de lo que viene ocurriendo y la médula del discurso: no se trata de un mero ajuste debido a unas circunstancias extraordinarias, para que, pasado el bache, todo vuelva a ser como antes. No. Se trata de una modificación sustancial, de poner las bases de una nueva sociedad, de cambiar el modelo porque el actual ya no sirve, de sustituir, en fin, el Estado del bienestar por otro bastante diferente, bautizado con el nombre de «sociedad participativa». 
    ¿Y qué es la sociedad participativa?, se preguntarán ustedes, como se están preguntando los holandeses. Pues aquella en la que los ciudadanos tendrán que asumir bastantes de las funciones y responsabilidades que hasta ahora venía asumiendo el Estado, sobre todo en lo que se refiere a su futuro y al de sus hijos. El Estado seguirá asumiendo los servicios sociales básicos, pero los individuos tendrán que contribuir más a ellos, ya para sí mismos, ya para las personas afines, como familiares, vecinos o allegados. De ahí el nombre de «participativa». Papá Estado no puede asumir esos cargos por la razón antes apuntada: las cuentas públicas no salen. Y no salen porque el Estado del bienestar se asienta en datos falsos, quiero decir, es una estafa. Todo Estado social se funda en un «contrato social»: un pacto entre todos los ciudadanos de un país, ricos y pobres, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, para repartir lo más equitativamente posible cargas y beneficios. Pero ese pacto no ha sido respetado por las generaciones anteriores que echaron las cuentas en su provecho. Un ejemplo lo ilustra meridianamente: la pensión de jubilación comenzó calculándose en España según lo cotizado ¡en los años que más se ganaba, los dos últimos en activo! En los que más se ganaba. Pasaron luego a ser ocho, y ahí estuvo muchos años. Nada de extraño que la Caja de la Seguridad Social amenazara quiebra, debido a la irresponsabilidad de unos políticos que convirtieron el Estado del bienestar en un gigantesco sistema piramidal, estilo Madoff, por el que los beneficios se pagan, no con lo aportado por los beneficiados, sino con las aportaciones de los nuevos cotizantes, cada vez más escasos. Hasta que la pirámide se ha invertido, y se desploma. Los ejemplos pueden prolongarse hasta el infinito en todos los sectores sociales. O antisociales, pues estamos ante una estafa generacional. 
    Tras haberse desplomado la utopía comunista, se desploma la utopía socialdemócrata, que unía libre mercado y servicios sociales de todo tipo, lo que la hacía parecer mucho más sólida y convirtió Europa en foco de atracción de millones de personas dispuestas a alcanzarla desde África, Asia, Latinoamérica, por todos los medios posibles, incluido el arriesgar la vida. Pero el paraíso europeo ya no da más de sí. Ni siquiera para los propios europeos. De hecho, está en quiebra excepto en aquellos países, como Alemania y los escandinavos, que hicieron a tiempo los ajustes necesarios para que la pirámide no se les viniera encima. Ahora les toca hacerlos a los que no querían verla. 
    Algún lector de buena memoria recordará que, hace ya años, cuando empezó la crisis, advertí que no era una crisis cualquiera, es decir, uno de esos frenazos cíclicos con los que el capitalismo corrige sus excesos, elimina grasas y sale más fuerte que antes. No. Lo que estamos viviendo es un cambio de ciclo, puede incluso que de era, que exige reajustarse a las nuevas circunstancias que reinan en nuestros países y en el mundo entero. No se puede seguir con las mismas pensiones por las que hemos cotizado si las expectativas de vida son más largas, ni con los aumentos automáticos de salarios si la empresa donde trabajamos va mal, ni mantener instituciones estatales sin otra función que dar un sueldo a los familiares y amigos, ni seguir actuando como si no hubiera pasado nada en las últimas décadas. Basta comparar las imágenes de China en 1990 con las de hoy para darse cuenta del cambio brutal experimentado por aquel país, que representa buena parte de la población mundial. Del enjambre de ciclistas con traje de Mao hemos pasado a una jauría de coches y chicas con falda corta y tacones de aguja. La riqueza se está trasladando de Europa a los países emergentes. Se trata de un corrimiento semejante al ocurrido a finales del mundo antiguo desde el área mediterránea a Centroeuropa. O al que produjo la Revolución Francesa, que acabó con el poder de la aristocracia para dárselo a la burguesía. O al de la revolución industrial, que instauró la clase media en Occidente. Hoy, nuestra clase media se ve desafiada por la que intenta ser clase media en Asia e Iberoamérica. ¿Quiere esto decir que vamos a volver a las cartillas de racionamiento y miserias de la posguerra? No. Quiere decir que nuestros jóvenes vivirán peor que sus padres, pero bastante mejor que sus abuelos. O dicho de otro modo: que se ha acabado el gastar más de lo que se tiene, lo que por otra parte es de cajón. Eso sí, rodeados de orondos líderes sindicales pidiendo que todo siga lo mismo y de una izquierda más conservadora que nadie. 
    A todos ellos los va a barrer, no sus rivales políticos, que bastante trabajo tienen con ajustarse a la nueva situación, sino la crisis. Una crisis que no es crisis, sino el viento de la Historia. 

 José María CARRASCAL
ABC 1.10.2013