viernes, 25 de noviembre de 2011

Mejor así

   ¿Es simple casualidad que al mayor triunfo electoral del PP le siga un cuestionamiento generalizado del modelo electoral? Sorprende la habilidad o torpeza, según los casos, que algunos tienen para abrir debates oportunistas. Existen en el mundo libre sistemas electorales para todos los gustos, pero las democracias más avanzadas (la norteamericana, la británica, la francesa) son aquellas cuyo modelo propicia mayorías estables. Es lo que buscaron nuestros legisladores hace más de treinta años con la denostada ley D’Hont: fomentar la gobernabilidad dentro de un sistema de representación proporcional ajustado a la diversidad territorial española. Se trata de un régimen electoral perfectible, sí; pero no ha sido obstáculo para la alternancia democrática. Aquí hemos tenido gobiernos de izquierda y derecha, con mayoría absoluta o sin ella en ambos casos, según el criterio de los españoles en cada momento. Incluso ha permitido que mayorías absolutas fueran reducidas a cenizas, como UCD en 1982, cuando pasó de 168 diputados a sólo 11 y ni siquiera su candidato a la presidencia resultó elegido.
   Es cierto que la conjunción de la ley D’Hont con circunscripciones provinciales perjudica a los partidos minoritarios de ámbito nacional, como UPyD e IU. ¿Pero se imaginan, en la situación dramática en la que hoy se encuentra España, que el domingo hubiera salido un Parlamento tan atomizado como el que soportaremos sin una mayoría clara para un gobierno obligado a tomar decisiones urgentes y de calado? El que los proetarras de Amaiur hayan llegado al Congreso con sólo una cuarta parte de los votos de Rosa Díez no es culpa del sistema electoral. Lo es de un Tribunal Constitucional que, sumiso a los dictados del Gobierno socialista, permitió su candidatura con todos los informes policiales en contra.

LA RAZÓN, 25/11/2011

martes, 22 de noviembre de 2011

La defunción del socialismo

   El 20-N ha certificado la defunción del socialismo como modelo capaz de garantizar desarrollo y bienestar para todos. No escarmentamos con González, nos dejamos seducir por la sonrisa fácil y el verbo hueco de Zapatero y hemos acabado tropezando en la misma piedra. Con el paro por encima del 20 por ciento, las arcas vacías y España otra vez en la ruina. Nada nuevo. El socialismo siempre goza de crédito hasta que la realidad descubre lo que esconde: miseria en su ficticio país de las maravillas. Pero esta vez la derrota del PSOE tiene otra dimensión, más allá de la urgencia política que le condena a buscar un nuevo liderazgo para una clientela famélica. Son sus fundamentos ideológicos los que la mayoría de los españoles han impugnado con un resultado histórico. Pronunciamiento claro, rotundo, que ni las campañas del miedo ni la demagogia más burda han evitado esta vez. España ha acabado hasta el gorro de esos vendedores de crecepelo que prometen derechos sin obligaciones, bienestar sin esfuerzo, subsidios sin trabajo, gratuidad sin coste y libertad sin responsabilidad individual. Es la transformación socio-cultural que late junto a la corriente que ha sepultado al PSOE. Una mayoría que con el voto al PP, UPyD o CiU se sacude la superioridad moral de la izquierda, repudia sus camelos y marca el camino para salir de una crisis que no es solo financiera y tiene al cambio político como condición necesaria, aunque no suficiente. El que se haga notar precisamente en una encrucijada histórica para la que el PSOE más extremista de los últimos treinta años sólo ha ofrecido soflamas clasistas, paternalismo estatal y simpatías por la calle vociferante, es síntoma de los nuevos tiempos. Así que ya sabe el camino que tiene que desandar el PSOE si pretende recuperarse como la gran alternativa de la izquierda democrática.

LA RAZÓN, 22/11/2011

lunes, 21 de noviembre de 2011

Un gobierno para tiempos difíciles

   "Estamos ante una hora decisiva de España, ante uno de esos cruces de caminos que van a determinar el futuro de nuestro gran país, no ya en los próximos años, sino en las próximas décadas. Y, en estos momentos decisivos, es cuando se mide el temple de los hombres y de los pueblos. Este texto puede ser modificado parcial o totalmente por el orador. Sé muy bien lo que nos toca. Para nadie es un secreto que vamos a gobernar en la más delicada coyuntura en que se haya encontrado España en los últimos treinta años. Pero desde esta hora quiero decirles a todos los españoles que en el compromiso que asumimos con ellos, no sólo vamos a darlo todo, sino que vamos a darlo con todos. Que sólo habremos salido adelante si salimos todos juntos. Y que, para conseguirlo, todos tendremos que aportar lo mejor de nosotros mismos".