martes, 28 de febrero de 2012

Los mismos fascistas...

   Espero la reacción de quienes les insultaban al grito de «fascistas y criminales». ¿Saldrán a la calle a exhibir de nuevo su intolerancia? Seguro. Si algo no les falta es desfachatez para torcer la realidad. Pero quiero escuchar a todos. A la cineasta Coixet («La historia absolverá a Garzón, no así al tribunal que lo ha juzgado») y al magistrado Villarejo («Los magistrados son cómplices de las torturas») también, ahora que el mismo Tribunal Supremo que condenó a Garzón por las escuchas ilegales del Gürtel le ha absuelto en la causa del franquismo porque sus decisiones, aunque erróneas, son jurídicamente defendibles. A ver cómo explican que dos magistrados a los que Garzón recusó por parcialidad en la causa de las escuchas hayan bendecido su absolución. Y cómo justifican que Miguel Colmenero, un «fascista cómplice de las torturas franquistas» mientras redactaba la sentencia que inhabilitó a Garzón, haya desaprovechado esta oportunidad para volver a condenarlo. ¿Qué dirían de ellos si hubieran estimado, como el magistrado José Manuel Maza en el único voto particular contra la absolución, que no pueden existir «interpretaciones alternativas» a la legislación vigente?
   La Justicia funciona en España. Con muchos problemas, pero funciona. Con el yerno del Rey y con Garzón. Diferencias: mientras el Jefe del Estado no se muerde la lengua para reconocer que «la Justicia es igual para todos», la izquierda reaccionaria pretende situarse por encima de la Ley con la permanente agitación de días de ruido y furia. Bien para proteger la impunidad de los suyos, bien para intentar subvertir la legalidad democrática escenificando en la calle el respaldo que no alcanza en las urnas. Es esa izquierda a lo Llamazares, que para no rectificar su célebre «ni acato ni respeto», lo extendió ayer a toda decisión democrática no compartida. ¿No es eso fascismo?

LA RAZÓN, 28/02/2012

viernes, 24 de febrero de 2012

La izquierda totalitaria

   Una parte de la izquierda española aún porta el gen totalitario de sus orígenes revolucionarios, aquel pasado donde todo estaba justificado en la conquista del poder («La transformación total del país –decía Pablo Iglesias– no se puede hacer echando simplemente papeletas en las urnas... estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia»). La II República dejó varias experiencias traumáticas de la dificultad de la izquierda para aceptar su derrota. Y no parece que algunos se hayan recuperado de esta intolerancia. Cuarenta años de franquismo contribuyeron a que la izquierda se apropiara de la identificación del gobierno del pueblo con sus ideas.
   Que la gestión del PP sería acompañada por la agitación callejera estaba cantado. Ni siquiera sorprende que todo se haya organizado tan rápido. La izquierda marxista y antisistema aguardaba con excitación la oportunidad de escenificar su patochada de primavera revolucionaria. Sí llama la atención que los socialistas no hayan tenido paciencia para al menos intentar camuflar ante una opinión pública esquiva la desfachatez de volver a la pancarta apenas dos meses después de haber sido condenados al peor resultado desde la II República. Indicativo del desconcierto que atrapa al PSOE: sabe que ha perdido el centro y la moderación, pero cede a la tentación del populismo izquierdista, donde intuye un atajo en su travesía de oposición. Recomponer un discurso creíble y formular un catálogo de propuestas realistas exige análisis desideologizado de la realidad, tiempo y sentido de la responsabilidad. Mucha tarea para un PSOE todavía hechizado por la fórmula bolchevique que Rubalcaba demostró exitosa aquellos tres días de marzo de 2004.

LA RAZÓN, 24/02/2012

jueves, 23 de febrero de 2012

Springsteen está vivo




   Con un pedestal en la historia del rock and roll que ya nadie podrá arrebatarle, 63 años a las espaldas y una cuenta corriente de la que podrán nutrirse varias generaciones, no deja de sorprender la fortaleza de Springsteen para mantener viva su capacidad creativa. Podría disfrutar del rédito y recrearse en la fórmula del éxito. Le bastaría para seguir llenando recintos, noche tras noche, con su legendaria exhibición de derroche físico e interpretación apasionada. Pero no sería Springsteen. Sería un remedo. Una farsa grotesca. Y él es todo lo contrario: una voz honesta. Con la que puedes o no estar de acuerdo en el camino que elige en cada momento, pero a la que reconoces hacerlo sin atender a otros intereses (mercado, listas de éxito, fans…) que no sean los de las convicciones íntimas del propio artista. A la monumental trilogía del rock que fue “Born to Run, “Darkness On the Edge Of Town” y “The River” le sucedió el desnudo “Nebraska” y cuando Springsteen alcanzó la cima del éxito mundial con “Born in the USA”, huyó de ella con el intimista “Tunnel of Love”. Luego llegaron discos sin la E Street Band, experiencias folk, contoneos con el pop...
   Nos entrega ahora “Wrecking Ball”. Otra excelente demostración de su capacidad para reinventarse sin ceder a la nostalgia. Porque quizá ésta sea la clave de su dilatada carrera sin una merma de credibilidad. No lo tenía fácil: primer disco sin Clarence Clemons, icono de la comunidad creada por Springsteen y parte esencial de su sonido. El resultado es espléndido. Y original. Once temas repletos de vigor y energía en los que funde todos los estilos de la música popular americana en algo novedoso y excitante. “Wrecking Ball” es heredero del Springsteen seducido por el folk en “We Shall Overcome” de la Seeger Sesions, pero no se trata de una entrega continuista. Springsteen ha creado algo nuevo con ingredientes de la máxima calidad. De acuerdo: le sobran samples, loops y tanta ingeniería de Ron Anniello, pero que nadie desprecie “Rocky Ground” por su guiño al hip hop ¿Por qué no puede ser la música de la calle otra fuente de inspiración (como lo fue el rock de los 50 y el soul en los principios de su carrera, y ahora lo son el góspel, el country y el folk que incluso se remonta a la época del Mayflower) para un artista que lo absorbe todo, lo pasa por la termomix de su instinto creador, y lo ofrece luego como algo renovado?.
   Los que añoren el sonido musculoso de la E Street Band se sentirán reconfortados precisamente en los dos himnos patrióticos de un álbum cargado de reproches y lamentos, cuando no ira, por las promesas rotas. Son “We Take Care of Our Own” (“Cuidamos de los nuestros allá donde ondee esta bandera”), en la que Springsteen, vale, no debería haber consentido a Aniello meter tanta mano en la mesa de producción, y “Land of Hope and Dreams” (“Sube a este tren donde los sueños no se verán frustrados, sube a este tren donde la fe será recompensada, sube a este tren con sus ruedas de acero cantando como campanas de libertad”), la mejor canción que ha compuesto Springsteen desde que reunió a la banda en 1999. Conserva el poderoso saxo de Clarence Clemons en una versión que conocemos desde que la estrenara aquel año en Barcelona, pero ahora contextualizada mejor en su espíritu cuasi religioso gracias a un profundo arranque góspel y un tributo final al “People Get Ready” de Curtis Mayfield similar al que ofrecía en directo. El tren de “Land of Hope and Dreams” es la metáfora de la América abierta e integradora que Springsteen ha reivindicado desde sus inicios. Y por extensión, de la E Street Band, que se ofrece a transportarnos, sin exclusiones, con su mensaje universal.
   En este viaje en busca de un nuevo sonido, Springsteen ha vuelto a escarbar con devoción en las raíces de la tierra americana para actualizar el legado de Woody Guthrie y completar un puñado de historias para tiempos difíciles. Canciones de lucha en la vida cotidiana, como siempre. De fe y esperanza en los valores compartidos, como siempre también. Pero salvo “This Depression” (rock estandarizado que se convierte en lo peor del disco), todas musicalmente animosas, cuando no bailables, con frecuentes palmas acompañando sus estribillos, coros siempre inflamados por sangre negra y unos vientos con protagonismo deslumbrante. Se escucha a una E Street Band renovada en la fabulosa “Wrecking Ball” (“Cuando tus mejores esperanzas y anhelos son esparcidos al viento y los momentos duros vienen…”), anuncio de lo que será la banda sin The Big Man, donde la épica del saxo, e incluso de las guitarras, puede ser sustituida por el ardor interpretativo de Springsteen y una trompeta valiente. “Easy Money” se cantaría a coro en cualquier taberna irlandesa mientras las pintas corren de mesa en mesa (“Ponte el vestido rojo para mí esta noche, cariño. Nos vamos a la ciudad ahora, en busca de dinero fácil”). “Death To My Hometown” suena a marcha de ejército popular irlandés orgulloso y desafiante aún en la derrota (“Los malvados atacaron a oscuras. Y trajeron la muerte a nuestra ciudad, chicos”). “Shackled and Drawn” es enérgico y sudoroso góspel rural cantado como letanía por la garganta enojada de un desheredado (“Encadenado y cautivo, encadenado y cautivo. Recoge la roca hijo y sigue adelante”). El emotivo vals de “Jack Of All Trades” (“Resistimos la sequía y resistiremos el diluvio. Un nuevo mundo está llegando. Puedo divisar su luz. Soy aprendiz de todo. Cariño, estaremos bien”) nos devuelve ecos de la Guerra Civil americana y sorprende en su final con un intenso solo de guitarra, el mejor en un disco de Bruce en años, muchos años (¡gracias Tom Morello!). “You’ve Got It” nos muestra al Springsteen rocker en un corte sensual y de espléndidas guitarras que podría haber ocupado el lugar de “I’m On Fire” en “Born in the USA” o de “You Can Look” en “The River”. Y cierra el disco “We Are Alive”, un country que galopa sereno y esperanzado (“Aunque los cuerpos yacen abandonados aquí en la oscuridad, nuestras almas y espíritus renacen para portar el fuego y encender la chispa. Para luchar hombro con hombro y corazón con corazón. Estamos vivos”) con aires de frontera en trompetas que evocan al “Ring of Fire” de Johnny Cash.
   Sí, Springsteen está vivo. Hace ya más de tres décadas que creó sus obras monumentales. Pero la vida avanza, algunos de los suyos han quedado en el camino, y el cantautor de New Jersey no está dispuesto a detenerse en la complacencia. Estaría traicionando lo que es, un compositor de canciones: “De eso trata mi trabajo… gente que tropieza con sus ilusiones, las deja de lado e intenta avanzar un poco más y encontrar algo real. Y después chocas con tus ilusiones más profundas, intentas evadirlas y mientras pasas por todo esto intentas no perderte en la distorsión de la fama, el éxito y todo lo que conlleva tu trabajo. Es un largo viaje”. Que dure mucho tiempo.

Publicado en The Stone Pony

viernes, 17 de febrero de 2012

Cháchara sin clientela


   Hace tiempo que a nuestros sindicatos no les preocupan los trabajadores. Menos aún los parados. De lo contrario, no hubieran mantenido estos años de compadreo con el Gobierno que disparó el desempleo a cifras insólitas. Que no abanderen promesas rotas. CC.OO. y UGT han sido cómplices de un cáncer económico y social que ahora exige cirugía de riesgo y radioterapia agresiva. Los españoles son conscientes de que un partido irresponsable y unos sindicatos apesebrados nos han conducido a esta situación. Por eso han puesto a cada uno en su sitio. Al PSOE, en una situación de descrédito que si no resuelve bien le condenará a un futuro de irrelevancia política. De los sindicatos, sencillamente pasan. Se han revelado como una carga innecesaria de intereses corporativos con la defensa de los trabajadores como coartada. A unos y otros se les llena la boca de derechos con una retórica falaz que ya no engaña a nadie. No hay derecho alguno que conservar sin un empleo. Y, lo que es peor, sin la esperanza de conseguirlo a la que condenan a cinco millones de parados estos sindicatos mutados en negociados de caciquismo y corrupción que el viento de la nueva realidad se llevará para siempre.
   El domingo saldrán a esa calle que ya no es suya. A vociferar juntos tras la misma pancarta. Movilizarán a sus muchos liberados unos, y a su menguante militancia otros, para encontrar su minuto en las televisiones. El resto de los españoles, la inmensa mayoría, disfrutarán del domingo porque el lunes volverán a trabajar duro para que su empresa funcione y puedan conservar su empleo. O seguirán confiando en que las reformas en marcha les permitan recuperarlo cuanto antes. Ninguno espera ya nada de la cháchara inane de esta izquierda agotada.

LA RAZÓN, 17/02/2012

viernes, 10 de febrero de 2012

Garzón y la vida de los otros

   Garzón autorizó «prácticas que en los tiempos actuales sólo se encuentran en los regímenes totalitarios en los que todo se considera válido para obtener la información que interesa». Imposible no evocar con la lectura de este párrafo de la sentencia aquella espléndida película, «La vida de los otros», que hace unos años reconstruyó el estado policial de la Alemania comunista, sin una parcela de intimidad ajena a las escuchas del Gran Hermano totalitario. Afortunadamente, España es hoy un país de libertades. Es lo que ha permitido que el juez que pretendía ser la encarnación de la justicia universal y los derechos humanos sea condenado por violar mediante espionaje el derecho a la defensa, espina dorsal de un régimen de garantías constitucionales.
   La sentencia es demoledora para la reputación de Garzón. Sólo desde el sectarismo podrá ya ser reivindicado. Como si de un alumno de primero de carrera se tratara, los siete magistrados del Supremo recuerdan a Garzón algo elemental: «El poder judicial se legitima por la aplicación de la Ley a la que un juez está sujeto, no por la imposición de sus potestades». Vamos, que la santa voluntad de un juez, por muy noble que sea su causa, tiene límites: los de la ley. Demuestran cómo la justificación de Garzón para autorizar el espionaje no fue una interpretación errada de la Ley. Sencillamente prevaricó, ya que «ninguno de los métodos de interpretación del derecho usualmente admitidos» le permitían concluir «de forma razonada» que era posible restringir el derecho de la defensa de tal forma.
   En algún momento de su carrera, Garzón olvidó a Montesquieu («Una injusticia cometida con un individuo es una amenaza para toda la sociedad»). Ahora está fuera de la judicatura por méritos propios. Gran noticia para nuestras libertades. Todos hemos sido protegidos de un juez arbitrario.

LA RAZÓN, 10/02/2012

jueves, 9 de febrero de 2012

Garzón, un juez totalitario


Garzón acaba de ser condenado a 11 años de inhabilitación por haber autorizado escuchas ilegales. La sentencia, por unanimidad, se resume en este párrafo, que transcribo literalmente:

   "El acusado causó con su resolución una drástica e injustificada reducción del derecho de defensa y demás derechos afectados anejos al mismo, o con otras palabras, como se dijo ya por el instructor, una laminación de esos derechos, situando la concreta actuación jurisdiccional que protagonizó, y si se admitiera siquiera como discutible, colocando a todo el proceso penal español, teóricamente dotado de las garantías constitucionales y legales propias de un Estado de Derecho contemporáneo, al nivel de sistemas políticos y procesales característicos de tiempos ya superados desde la consagración y aceptación generalizada del proceso penal liberal moderno, admitiendo prácticas que en los tiempos actuales solo se encuentran en los regímenes totalitarios en los que todo se considera válido para obtener la información que interesa, o se supone que interesa, al Estado, prescindiendo de las mínimas garantías efectivas para los ciudadanos y convirtiendo de esta forma las previsiones constitucionales y legales sobre el particular en meras proclamaciones vacías de contenido".

sábado, 4 de febrero de 2012

La tentación populista

   Decía Einstein: «No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos». Pero ahí tenemos a nuestros socialistas, convertidos en estatuas de sal por su empecinamiento en mirar atrás buscando la pureza originaria que les permita sobrevivir en un futuro que les condena a la irrelevancia. No me refiero tanto a Chacón o Rubalcaba como candidatos inhabilitados por su responsabilidad directa en el desastre de estos ocho años de socialismo. Es al partido mismo a quien los españoles han dejado sin porvenir inmediato después de que el 20-N destrozara el mito de que es una izquierda mayoritaria, pero volátil, quien decide las elecciones. Nunca antes tantos votantes socialistas se habían pasado en masa al PP: un millón, al que hay que sumar otro medio millón que votó a UPyD. Y nunca antes la suma de la izquierda (PSOE más IU) había alcanzado un resultado tan pobre: 35,7 por ciento de los votos.
   Ajenos a esta realidad de abandono por las clases medias y los jóvenes, los socialistas deciden este fin de semana su futuro. Sin una sola idea nueva para resolver la insolvencia de la socialdemocracia frente a la crisis, sin recetas creíbles para conservar un bienestar que no será posible sin ajustes, sin una aceptación de los servicios públicos liberada de prejuicios ideológicos, la tentación populista gana opciones como refugio para esta larga travesía del desierto en la oposición. Con el inconveniente de que un partido de protesta, más cerca de Chávez y los indignados que de la responsabilidad y el compromiso que exigen estos tiempos, puede inhabilitarlo definitivamente como alternativa de Gobierno.

LA RAZÓN, 4/02/2012

viernes, 3 de febrero de 2012

Bye bye, ZP

   El PSOE despide hoy Zapatero después de 11 años y sale de la vida de los españoles para siempre. Mucho tiempo para resumir en un vídeo tantas frases que ya forman parte de esta etapa oscura de engaño y mentira.