jueves, 10 de julio de 2014

Así se compra el voto en Andalucía

               

   Lo describe con precisión quirúrgica la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la policía. Tras rastrear el reparto de 360 millones en ayudas a la formación en Andalucía, concluye en un informe que la desviación sistemática de fondos públicos hacia empresas “cazasubvenciones” vinculadas al poder que las concede sin control previo es “un modo de clientelismo, de obtener el beneplácito, los votos, de un número muy extenso de la población andaluza con un costo realmente reducido”, ya que los fondos defraudados proceden de Europa. 
   El fraude perpetrado no solo es el mayor de la historia de España por su cuantía, que lo es, y más si al de los cursos de formación sumamos el de los ERE falsos: más de 1.000 millones entre ambos; lo es, sobre todo, por la inmoralidad de su trasfondo. El negocio particular que ha permitido el enriquecimiento ilícito de muchos, y el negocio político que, según la policía, ha facilitado la compra del voto al gobierno de turno, tiene como “mercado” el más floreciente de Andalucía: el desempleo, siempre en auge. El drama que atrapa a un tercio de los andaluces ha permitido el engolfamiento de quienes debían contribuir a su protección. Pero ocurrió lo contrario. Sindicatos, amigos del partido, aseguradoras, empresas fantasma, familiares y cargos públicos se lanzaron sobre el presupuesto para tejer una red de intereses compartidos que aseguraba la paz social de un régimen bajo la falsedad de un asistencialismo transformado en lucro privado y dividendo político. La policía ha dado con el prototipo: el ex consejero de Hacienda, Ángel Ojeda. Creó decenas de empresas para llevarse las ayudas que repartía su cuñada como responsable del Servicio Andaluz de Empleo.

jueves, 3 de julio de 2014

Jóvenes... ¿y?

   Churchill derrotó al nazismo con 71 años. La guerra le exigió un esfuerzo físico colosal. Nunca perdonó la siesta: la dormía junto a un mapa de la situación militar y una botella de champán. A los 77 volvió a ser elegido primer ministro. Es héroe de la libertad del siglo XX. Lincoln refundó la república norteamericana redimiéndola del pecado original de la esclavitud con 61 años. Su asesinato le privó del segundo mandato. Está en el corazón de todos. Es verdad, también, que Alejandro Magno puso el mundo a sus pies con apenas 20 años y murió con las botas puestas a los 33. Con 34 aspira Madina a liderar el PSOE, si bien la esperanza de vida se ha duplicado desde entonces. 
   En un partido desnortado, la juventud ha devenido en proyecto político. Como si la bisoñez avalara pureza frente al lastre de todo un pasado de promesas incumplidas. Madina pertenece a esas generaciones formadas en la falsificación histórica que convierte a la izquierda en la benefactora que todo nos concede y de la que es único garante. Hay que ampliar el Estado del Bienestar, dice, “la gran bandera del socialismo contra la injusticia”. Quizá desconozca que las primeras políticas sociales las implantó Bismarck, que de socialista no tenía un pelo. Pero, al menos porque él mismo votó sin rechistar, Madina no debería pretender que olvidemos tan pronto que fueron socialistas quienes, por ejemplo, recortaron a 33 días la indemnización por despido (con Franco llegó a ser de 60 días). Le da igual. Madina comparte cantinela con sus rivales. Los derechos los consagra el PSOE; la derecha los cercena. No les pregunten la fórmula para financiarlos. Ningún socialista tiene hoy respuesta para el gran reto de nuestro tiempo: cómo generar la riqueza que permita conservar el bienestar que se nos escapa.