lunes, 29 de julio de 2013

El PSOE ya tiene su Nixon

   Buscaba Rubalcaba su Nixon en Rajoy y lo ha encontrado en Griñán. Quería una dimisión. Ya la tiene. En su propia casa. Porque además de ser el presidente de Andalucía acusado por el interventor de estar incurriendo en el mayor caso de corrupción de la historia de España, Griñán es presidente del PSOE. Qué inoportunidad, ahora que habían salido de caza… Tanta excitación y desmemoria les pierde. Sólo un ministro ha dado con sus huesos en la cárcel en cuarenta años de democracia. Fue Barrionuevo, a quien el Tribunal Supremo, en sentencia ratificada por el Constitucional, condenó por un delito de secuestro y otro de malversación de caudales públicos. Barrionuevo ingresó en la prisión de Guadalajara arropado por Felipe González y 7.000 militantes socialistas, muchos de ellos llegados en autobuses fletados por el partido en Andalucía. Allí estaba Rubalcaba también. Abrazando al reo convicto con quien había formado gabinete y por el que tenía un afecto que entonces no se expresaba por SMS, aunque hacerlo hoy sea para algunos la prueba de cargo contra Rajoy. ¡Connivencia!, acusa Rubalcaba. Recuerden de nuevo la foto: el ministro condenado, el presidente que lo amparó, el portavoz que todo lo justificaba. Los tres a la puerta de la cárcel despidiendo al delincuente. Mal asunto tener la espalda descubierta cuando conviertes la política en cacería furtiva. Nixon cayó al demostrarse que había urdido un plan para encubrir el asalto al Watergate. Griñán lo hace cuando su obstruccionismo no ha podido quebrar la tenacidad de la juez Alaya. Nadie puede acusar a Rajoy de estar entorpeciendo la investigación de policías, fiscales y jueces. Bárcenas se lo exigió y está en la cárcel.

LA RAZÓN, 27/07/2013

viernes, 19 de julio de 2013

Metástasis

   La corrupción es el cáncer de una sociedad abierta. Su metástasis se extiende a medida que la parcela pública y el poder político penetran nuestras vidas. “Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”, escribió Horacio. De ahí la importancia de que las democracias estén organizadas para atajar, y someter sin tibiezas, el abuso de lo público en beneficio privado. Porque la corrupción no es solo cosa de políticos sinvergüenzas. O desalmados sindicalistas. Hay un caldo de cultivo que la propicia. Por ejemplo, que partidos y sindicatos no estén obligados por ley a financiarse sólo con la cuota de sus afiliados y mediante un sistema de donaciones de trasparencia cristalina. Como ahora están ocupados en arrojarse la basura unos a otros, no esperemos avances en este sentido. Pero la sociedad debiera revisar también su facilidad para dejarse seducir por los abundantes señuelos de justicia social y bienestar colectivo que las administraciones públicas lanzan para justificar su expansión. Esta falsa filantropía favorece el aprovechamiento en interés propio de los que poseen el poder o se benefician de su proximidad. Reclamando permanentemente a las administraciones que nos asistan, estamos otorgándoles la coartada para su engorde y cebamos la corrupción potencial que acompaña al poder. Así que cuanto menos dinero permitamos en manos públicas, menos oportunidades para ser malversado después en ayudas, subvenciones, subsidios, becas y contribuciones variopintas de difícil control. El dinero, mejor en el bolsillo de cada uno. Porque desde la ministra Carmen Calvo, ya sabemos cómo algunos entienden el dinero público: aquél que no es de nadie. Y si no es de nadie, nadie puede reclamarlo. Así nos roban.

LA RAZÓN, 19/07/2013

viernes, 12 de julio de 2013

Si...

   La causa contra Rajoy se sostiene de momento en la elástica condicionalidad. El si…, sin tilde. Esa escueta conjunción que permitió a Kipling construir un memorable poema al hombre íntegro vertebra el asedio al presidente. “Si es que lo que apuntó en esta contabilidad Bárcenas es cierto”, escribe El Mundo para dejar caer la comisión de varios delitos en el PP. “Si se demuestra que ha cobrado siendo ministro”, argumenta el PSOE para reclamar un Gobierno que no nos mienta (¿Les suena, verdad?). Las elecciones fueron una estafa “si Rajoy ha mentido…”, proclama Cayo Lara. ¿Y si no ha sucedido nada de eso? “Lo peor para el PP es que todo lo que dice Bárcenas resulta verosímil”, responde una periodista y escritora de éxito. Esta es la cuestión. Vivimos tiempos donde lo verosímil se identifica con veraz, aunque lo veraz implica certeza, autenticidad irrefutable, y a lo verosímil le basta con apariencia creíble. Es la distancia que separa los dos ámbitos en que se disputa el caso Bárcenas: el de la justicia, necesitada de pruebas, y el de la opinión pública, alimentada también con sospechas. 
   Hay un juez intentando descubrir el origen de la fortuna amasada por el ex tesorero del PP. A la espera de lo que depare la investigación, sus manuscritos no prueban nada aún. Pero se han convertido en prueba de cargo para el Rajoy imperturbable al que un presunto delincuente enjaulado y una oposición gamberra le han invertido la carga de la prueba en el juicio abierto de una calle hastiada y descreída. 
   “Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti / pero también tienes en cuenta sus dudas…”. Kipling.

jueves, 4 de julio de 2013

Monipodio socialista

  
   Imputados una ex ministra, dos ex consejeros autonómicos (uno de ellos en libertad bajo fianza), cinco viceconsejeros, diez directores generales, varios secretarios generales. También sindicalistas y directivos de aseguradoras. Hasta el interventor general que alertó del fraude perpetrado durante más de diez años. A la espera de conocer si el propio presidente Griñán desfilará ante el juez, no existe en nuestra historia democrática mayor caso de corrupción institucionalizada. Es lo que convierte a este fraude en excepcional. Porque no estamos ante un ladronzuelo aprovechado de su cargo o influencia. Esta no es la historia del Cortadillo con despacho que fue Juan Guerra. Lo que está desenredando la juez Alaya es una trama de corrupción montada en la mismísima administración al amparo de un régimen al que 30 años de ejercicio ininterrumpido del poder le convencieron de su impunidad para hacer y deshacer a su antojo. Responde al modelo de corrupción descrito por Cervantes, localizado precisamente en Sevilla: “Vine a entender con toda certeza que el dueño de la casa, a quien llamaban Monipodio, era encubridor de ladrones y pala de rufianes”. Con precisión quirúrgica, Alaya nos descubre cómo el gobierno andaluz diseñó un “procedimiento específico” para evitar la fiscalización de unos fondos que, presupuestados para ayudar a los trabajadores de empresas en dificultades económicas, se repartieron al arbitrio y terminaron engordando las cuentas de sindicalistas, cargos públicos, amiguetes e impostores. Todos sin escrúpulos para enriquecerse con el drama del desempleo en ese reino del paro que es la Andalucía convertida en patio de Monipodio socialista. “Pasméme, quedé suspenso cuando vi que los pastores eran los lobos y que despedazaban el ganado los mismos que lo habían de guardar…”

LA RAZÓN, 04/07/2013