jueves, 12 de junio de 2014

Un ancla para el PSOE

   Son tiempos de zozobra para la izquierda democrática. La corrupción de ideales que consideraba puros derribó el Muro de Berlín y esta crisis colosal que nos castiga desde hace años ha dejado a la socialdemocracia huérfana de respuestas viables. En el desconcierto, y chapoteando en busca de una identidad perdida, hay fuerzas dentro del PSOE que bracean para llevar el partido hacia esa izquierda antigua que crece en la tierra fértil del descontento mediante el abono demagógico del discurso fácil. 
  La monarquía parlamentaria que devolvió la libertad a los españoles no hubiera sido posible sin el compromiso de los socialistas y comunistas de entonces, republicanos todos ellos. Izquierda Unida ya no está con el orden constitucional: acampa extramuros para su asedio. A Cayo Lara le falta grandeza y le sobra exabrupto para que podamos reconocer en los comunistas de hoy la herencia de Carrillo. El PSOE duda. Está agitado e inquieto. Pierde votos a chorros y se siente tentado de cortar la hemorragia con apósitos viejos aplicados sobre cuerpos jóvenes. La abdicación del Rey ha sido levantada como banderín de enganche por quienes creen que precipitando el partido hacia debates superados podrán ganar el futuro. De ahí la dimensión del discurso de Rubalcaba ayer. Tan republicano como Madina, y pese a su liderazgo ya crepuscular, rindió un último servicio al PSOE anclándole al pacto constitucional que ha garantizado durante 35 años monarquía y democracia, gobiernos de derecha y de izquierda. Convivencia en libertad, en definitiva. La que está en peligro si el gran partido de la izquierda democrática española yerra en el análisis de los males que le aquejan y se deja seducir por aventurismos sin rumbo.

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